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miércoles, 21 de febrero de 2018

El ojo bollo me mira mal



Cuando le comenté a una amiga que estaba fracturado y cómo me fracturé, me dijo "igual que Alberto, otro boludo que se quebró andando en bicicleta".
Yo pienso igual. Pienso que si alguien tiene un problema por haber andado en bicicleta, encima rápido, el problema es de él. Más aún, pienso que se lo merece. Incluso me alegra, porque pienso que un hombre grande andando en bicicleta es bastante un boludo, que merece algún tipo de castigo.
Parte de ser un boludo es estar solo en la vida.
Estos días me ha resultado bastante humillante que algunas personas no me preguntaran cómo estaba, o que me dijeran "avisame si necesitás algo" y que cuando les avisé, hicieran silencio, o que cuando les preguntara si pudieran venir, me contestaran "sí, cuando puedo paso, lo que pasa es que estoy tapado de trabajo".
Pero creo que estoy hipersensible. La palabra "humillación" es desmesurada, quizás tan reprobable como accidentarse andando en bicicleta.
Más justo es entender la humillación como una condición que me regalo a mí mismo al vivir solo.
Otra amiga vino ayer, encendió sahumerios, barrió el polvo del piso, le sacó las manchas blancas de dentífrico a la bacha del baño, me dio conversación. Me dijo que cuando alguien está enfermo, es importante renovar el aire. Cambiar las sábanas. Recordé a mi ex mujer cambiando las flores de la habitación de alguien que estuvo convaleciente en una cama varios días. Entonces tomé conciencia de que en mi departamento el aire está tan quieto como un bollo de papel que hay abajo de la cama desde hace meses, desde que lo tiré antes de que viajara el año pasado a Valparaíso. Ese viaje fue para escribir un libro; el libro está en las librerías y el bollo de papel aún está mirándome desde su lugar. Habré usado una hoja para escribir algo, no estuve de acuerdo con lo que escribí, hice un bollo, lo arrojé y allí está.
Aunque decir la palabra "humillación" me parece incorrecto, no es otra cosa lo que sentí esta mañana cuando salí a la calle con la camisa muy desacomodada, camino a hacerme los exámenes prequirúrgicos. El tufo que mi amiga debe haber sentido en el interior de mi departamento se me hace igual a la falta de decoro de mi camisa mal puesta. Cuando uno vive solo, acaba perdiendo la dignidad.
Y sin embargo, hay amigos, gente que tiene algo de ángel en su interior, que tienen la capacidad de rescatarte. Amigos que no te hacen caso cuando les decís "no vengas, no te necesito"; vienen lo mismo porque lo que quieren no es saludar a la bandera, sino que hacen lo que sienten, las ganas de que vos estés un poco mejor.
Y entonces, está justificado que uno sea un boludo que se accidenta en bicicleta, que uno utilice impropiamente la palabra "humillación", e inclusive que uno viva solo, con ese bollo de papel abajo de la cama.





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