Cuando le comenté a una amiga que estaba fracturado y cómo me
fracturé, me dijo "igual que Alberto, otro boludo que se quebró andando en
bicicleta".
Yo pienso igual. Pienso que si alguien tiene un problema por
haber andado en bicicleta, encima rápido, el problema es de él. Más aún, pienso
que se lo merece. Incluso me alegra, porque pienso que un hombre grande andando
en bicicleta es bastante un boludo, que merece algún tipo de castigo.
Parte de ser un boludo es estar solo en la vida.
Estos días me ha resultado bastante humillante que algunas
personas no me preguntaran cómo estaba, o que me dijeran "avisame si
necesitás algo" y que cuando les avisé, hicieran silencio, o que cuando
les preguntara si pudieran venir, me contestaran "sí, cuando puedo paso,
lo que pasa es que estoy tapado de trabajo".
Pero creo que estoy hipersensible. La palabra
"humillación" es desmesurada, quizás tan reprobable como accidentarse
andando en bicicleta.
Más justo es entender la humillación como una condición que me
regalo a mí mismo al vivir solo.
Otra amiga vino ayer, encendió sahumerios, barrió el polvo del
piso, le sacó las manchas blancas de dentífrico a la bacha del baño, me dio
conversación. Me dijo que cuando alguien está enfermo, es importante renovar el
aire. Cambiar las sábanas. Recordé a mi ex mujer cambiando las flores de la
habitación de alguien que estuvo convaleciente en una cama varios días.
Entonces tomé conciencia de que en mi departamento el aire está tan quieto como
un bollo de papel que hay abajo de la cama desde hace meses, desde que lo tiré
antes de que viajara el año pasado a Valparaíso. Ese viaje fue para escribir un
libro; el libro está en las librerías y el bollo de papel aún está mirándome
desde su lugar. Habré usado una hoja para escribir algo, no estuve de acuerdo
con lo que escribí, hice un bollo, lo arrojé y allí está.
Aunque decir la palabra "humillación" me parece
incorrecto, no es otra cosa lo que sentí esta mañana cuando salí a la calle con
la camisa muy desacomodada, camino a hacerme los exámenes prequirúrgicos. El
tufo que mi amiga debe haber sentido en el interior de mi departamento se me
hace igual a la falta de decoro de mi camisa mal puesta. Cuando uno vive solo,
acaba perdiendo la dignidad.
Y sin embargo, hay amigos, gente que tiene algo de ángel en su
interior, que tienen la capacidad de rescatarte. Amigos que no te hacen caso
cuando les decís "no vengas, no te necesito"; vienen lo mismo porque
lo que quieren no es saludar a la bandera, sino que hacen lo que sienten, las
ganas de que vos estés un poco mejor.
Y entonces, está justificado que uno sea un boludo que se
accidenta en bicicleta, que uno utilice impropiamente la palabra
"humillación", e inclusive que uno viva solo, con ese bollo de papel
abajo de la cama.
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