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domingo, 24 de marzo de 2019

Hebe, 2019


El odio contra Hebe rebrotó cuando volvió a inundar la superficie, desde las capas profundas, el agua que desespera porque las cosas sigan igual. La fuerza que se pone repentinamente violenta cuando algo amenaza el “orden natural”.
No fue casual. Hebe nació para luchar contra eso y el odio que se enardeció contra ella durante el kirchnerismo es exactamente el mismo que le tuvieron los militares y la gente que apoyaba masivamente a los militares.
También la combatió una izquierda, por la clásica vía de dedicarle al par una enemistad infinitamente superior que al poder explotador. “Ningún poder será más depravado y maldito que el partido que acaban formar los que hasta ayer eran nuestros camaradas”. Es una izquierda tocada por el costado burgués de esa agua, enamorada en el fondo del poder que dice combatir.
Hebe tendrá más defectos que cualquiera, ¿y qué? ¿Si no es inmaculada es traidora? Lo que se ataca en ella, utilizándose cualquier excusa, es que haya amenazado el orden establecido.
La defensa de “las cosas como deben ser, hay ricos y hay pobres, les hicieron creer que tenían derecho a los teléfonos celulares”, empezó a crecer con las manifestaciones de los agricultores ricos y prendió con poderosa firmeza.
Es un agua que está desde la fundación de la Argentina, muy bien expresada por Sarmiento cuando declaraba “tengo odio a la barbarie popular”, o hablaba de “los notables, activos, inteligentes, somos gente decente” y “llego feliz a esta Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires donde no hay ni gauchos, ni negros ni pobres”. Ante ellos, decía “sentimos una invencible repugnancia”.
Ese sentimiento no ha cambiado nada. Contamina a casi todos los argentinos en diferente dosis. A veces corre en las profundidades, entre las napas freáticas, y a veces surge a la superficie, como en la Dictadura del 76 y como ahora, en este Gobierno que fue votado por la fuerza que estimuló el rebrote del odio a Hebe.
Hebe significa las puertas abiertas de par en par para que el país vaya a correr a campo abierto en otra dirección.
El odio contra Hebe es la reacción muerta de miedo ante esa locura del deseo. Se aferra desesperadamente al “mundo como siempre fue”, porque “dar un paso en otra dirección es morir”. Es, en boca de los militares de la Dictadura, “la disolución de la Patria”.
Hebe representa para esa agua violenta el protagonismo de los negros, indios y pobres, o sea, la revolución.
Representa el protagonismo de la mujer, o sea, la revolución.
Representa el protagonismo político de los jóvenes, o sea, la revolución.
El agua que reacciona tiene la vitalidad del ser que ve su vida en riesgo. Es una de las vitalidades más potentes e invencibles. Apareció con la Restauración luego de la Revolución Francesa y aparece hoy en Estados Unidos, Brasil, Europa.
La vitalidad que busca algo mejor no está bein parada para enfrentar esa fuerza. Cuando chocan, se enfrentan la posibilidad de algo mejor, por un lado, y vida o muerte, por otro.
Un futuro mejor puede postergarse eternamente, pero la muerte es definitiva.
Si quienes buscan algo mejor fracasan, pueden volver a intentarlo, pero si quienes luchan por sobrevivir fracasan, mueren.
Si queremos una sociedad mejor, tenemos que conocer esa desventaja. Hebe la conoció desde siempre. Era una leona enfrentándose junto a un puñado de locas como ella, con sus pañuelos, solas en medio de un mar inmundo, a los militares más asesinos que tuvo la Argentina.
Un día las Madres ya no estarán. Deberemos entonces ponernos su ferocidad y encabezar la lucha para que todos estén bien y para que el mundo de nuestros hijos sea mejor.



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