“Eran amigos desde niños. El
tiempo los trató con crueldad y promediando los 40 ya eran los dos muy
veteranos, pero su amistad seguía intacta. Pura, fresca, cristalina. Era una
amistad destinada a ser por siempre una edad de oro. Y sin embargo, sabían que si
cruzaban una línea, “me gustas”, una mano caída sobre un brazo, una mirada
fija, toda aquella eternidad se vendría abajo como el momento en que Adán y Eva
perdieron el paraíso.” (Joni Mafede, “Mustafá”).
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