La Electricidad es la Creadora, el Soberano, la Reina y
la Maestra de la Rata.
La Electricidad es el Espíritu de la Rata, su Impulso
Vital.
De Ella aprende la Rata que todo es arbitrario.
El Rayo cae adonde quiere.
La Descarga Eléctrica es poderosa y hace lo que quiere.
Crea la vida en la sopa primigenia o fulmina al más poderoso de los dioses.
La Electricidad tiene poder sobre la realidad.
Hace lo que quiere con la realidad.
Todo es posible: esto es lo que aprende la Rata.
Lo que es puede no ser.
Lo que es, puede ser otra cosa.
Lo que es, por lo tanto, es ilusorio.
El mundo de la Rata es un laberinto en el que todo es
posible y nada es real.
Sólo es cierto la Impredecible.
De lo único que uno se puede aferrar es de lo fortuito,
lo imposible, lo accidental, lo inaudito, lo inédito, lo asombroso, lo
sorpresivo, lo inconcebible.
Quienes sean Ratas entre ustedes comprenderán esto: Yo
soy Yo, pero ni siquiera el Yo es real.
Nuestra mente está compuesta por 7.000 inteligencias.
Como 7.000 ratas, que penetran en todo, recorren todo,
sin permiso, sin poder detenerse, sin orden, sin ley, sin mandato.
Sólo movidas por la Electricidad.
Todas las 7.000 ratas andan al mismo tiempo —hasta las
que duermen se mueven, se sacuden soñando.
La Electricidad es el Deseo.
Nunca se aquieta.
A veces desaparece y creemos que se ha apagado, pero sólo
lo hemos perdido de vista. Está recorriendo lugares insospechados, rincones
prohibidos.
La concentración de la Rata no es la masa de todas las
energías juntas.
La concentración es cada incisión que hace cada una de
las 7.000.
Cuando la Rata ama, la concentración es una incisión como
una luna de metal que entra en el estómago.
Cuando la Rata atrapa algo, la concentración es un brillo
instantáneo en una ventana que se abre.
Cuando la Rata odia, la concentración es un hielo que
destroza la boca.
La Verdad, para ustedes, Ratas, es la Fascinación.
Ustedes dan vuelta la fórmula, destartalan la realidad
hasta los cimientos para demostrar que es una ilusión, y presentan una ilusión
como si fuera una realidad.
Jamás estamos tan vivos como lo estamos de la mano de la
Rata.
La vida tiene la vividez de un sueño.
Ustedes, Ratas no temen destruir la realidad, aún
sabiendo que destruir todo límite y desmantelar toda fuerza que sostiene la
realidad lanza a una persona al Abismo.
Desatados todos los lazos que atan a una persona, la
persona entrará en estado de caída perfecta.
Caerá en un mundo que no tiene ni arriba ni abajo.
Caerá sin dirección
Caerá dentro de un punto.
Vivirá el espanto del vacío.
Caerá hacia la muerte.
La Rata no le teme a eso.
O sí, le teme, pero lo hace de todas maneras.
La Rata no toma en cuenta las consecuencias de los que
hace.
Lo que hace es demasiado incandescente, no puede
considerar el bien o el mal que eso le cause, a ella misma, a los demás.
Cuando hace que el mundo se desmorone, vibra en el último
interior de la Rata una dicha como una luz.
Es la luz de la Electricidad.
La Luz de la Vida.
Sólo pagando con la caída hacia la muerte se obtiene la
Libertad.
Sólo cayendo hacia el Abismo se llega a lo más alto de
sí.
Quien vive, muere.
Quien no vive, también muere.
Nadie sabe eso mejor que la Rata.
Nace sabiéndolo.
Por eso vive con ardor, con frensí, con pasión,
temerariamente, vertiginosamente, peligrosamente.
Vive como la Electricidad.
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