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viernes, 20 de marzo de 2020

Solidaridad ante la pandemia




“Como los cantantes de la familia Von Trapp que huyeron de Austria a las montañas curativas de Vermont, sepan que siempre tienen un espacio seguro aquí también. Empaca a tu familia y escapa del pánico, las multitudes y los estantes vacíos del mercado. (¡Tenemos mucho papel higiénico aquí!) "
Este es el texto publicitario de Wilburton, una villa turística de 12 hectáreas con un hotel y cabañas, en Manchester, Vermont, Estados Unidos.
De las ciudades afectadas los ricos han huido con vuelos de evacuación. Otros optan por el aislamiento marítimo de los yates.
Una infame fila de autos se alargaba estos días en la entrada de ciudades balnearias de la costa bonaerense.

Las crisis como la de esta pandemia ponen las cosas en contraste. La miseria escondida aflora, la solidaridad de fondo se hace acción.

Tuve la suerte de no morir en Malvinas.
Los días de la guerra vi en San Nicolás un tren de 14 vagones que llevaba todo lo que se había recaudado para los soldados.
Mucho del cargamento los mismos militares lo vendieron o se lo quedaron.
Gente inmunda.
Pero mucha más fue la gente que entregó frazadas, cigarrillos, chocolates, guantes, medias. Imaginaban a los chicos aguantando en las islas, en el frío, y les mandaban lo que sentían que les haría bien.

Argentina ha hecho hazañas de solidaridad.

Sin ir más lejos, la respuesta al terremoto de San Juan de 1944 fue la ocasión que permitió que aflorara la dimensión gigante de Juan Perón. Como funcionario del presidente Pedro Pablo Ramírez, organizó el operativo que atendió la catástrofe que dejó 8.000 muertos, utilizando los recursos de las Fuerzas Armadas, de las áreas de trabajo y previsión social y convocando y organizando la solidaridad de todo el pueblo argentino.

Quizás esté llegando el momento en que necesitemos una de esas hazañas.

Esperamos que el Gobierno sepa convocar, potenciar y administrar la solidaridad.
También, si fuera necesario, sepa concitar con firmeza la solidaridad de los sectores concentrados de la economía para que la gente no vea dañadas las condiciones básicas de su vida (energía, alimentación, medicamentos, comunicación, seguridad).

Y esperamos que cada persona haga un aporte solidario.

Ese aporte hoy no es donar, no es hacer actos heroicos, sino que es facilísimo.

Tener cuidado con la higiene.
Quedarse en casa.
No aprovecharse de la situación.
No dejarse llevar por el pánico y así no crear más pánico.

¿Es tan difícil?

Y sin embargo es necesario.

Si cada uno hiciera ese aporte, el Estado no debería gastar la cantidad enorme de recursos que tendría que gastar en bloquear rutas, crear y gerenciar sistemas de vigilancia para quienes deben cumplirlas, vigilar que no aumenten los precios ,y en el desgaste de los trabajadores de la salud.

Y podría utilizar lo que ahorre en terminar los hospitales cuya construcción quedó abandonada, para atender a las personas que realmente se enfermen.



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