“Como los cantantes de la familia Von Trapp que huyeron
de Austria a las montañas curativas de Vermont, sepan que siempre tienen un
espacio seguro aquí también. Empaca a tu familia y escapa del pánico, las
multitudes y los estantes vacíos del mercado. (¡Tenemos mucho papel higiénico aquí!) "
Este es el texto publicitario de Wilburton, una villa turística
de 12 hectáreas con un hotel y cabañas, en Manchester, Vermont, Estados Unidos.
De las ciudades afectadas los ricos han huido con vuelos
de evacuación. Otros optan por el aislamiento marítimo de los yates.
Una infame fila de autos se alargaba estos días en la
entrada de ciudades balnearias de la costa bonaerense.
Las crisis como la de esta pandemia ponen las cosas en
contraste. La miseria escondida aflora, la solidaridad de fondo se hace acción.
Tuve la suerte de no morir en Malvinas.
Los días de la guerra vi en San Nicolás un tren de 14
vagones que llevaba todo lo que se había recaudado para los soldados.
Mucho del cargamento los mismos militares lo vendieron o
se lo quedaron.
Gente inmunda.
Pero mucha más fue la gente que entregó frazadas,
cigarrillos, chocolates, guantes, medias. Imaginaban a los chicos aguantando en
las islas, en el frío, y les mandaban lo que sentían que les haría bien.
Argentina ha hecho hazañas de solidaridad.
Sin ir más lejos, la respuesta al terremoto de San Juan
de 1944 fue la ocasión que permitió que aflorara la dimensión gigante de Juan
Perón. Como funcionario del presidente Pedro Pablo Ramírez, organizó el
operativo que atendió la catástrofe que dejó 8.000 muertos, utilizando los
recursos de las Fuerzas Armadas, de las áreas de trabajo y previsión social y
convocando y organizando la solidaridad de todo el pueblo argentino.
Quizás esté llegando el momento en que necesitemos una de
esas hazañas.
Esperamos que el Gobierno sepa convocar, potenciar y
administrar la solidaridad.
También, si fuera necesario, sepa concitar con firmeza la
solidaridad de los sectores concentrados de la economía para que la gente no
vea dañadas las condiciones básicas de su vida (energía, alimentación,
medicamentos, comunicación, seguridad).
Y esperamos que cada persona haga un aporte solidario.
Ese aporte hoy no es donar, no es hacer actos heroicos,
sino que es facilísimo.
Tener cuidado con la higiene.
Quedarse en casa.
No aprovecharse de la situación.
No dejarse llevar por el pánico y así no crear más
pánico.
¿Es tan difícil?
Y sin embargo es necesario.
Si cada uno hiciera ese aporte, el Estado no debería
gastar la cantidad enorme de recursos que tendría que gastar en bloquear rutas,
crear y gerenciar sistemas de vigilancia para quienes deben cumplirlas, vigilar
que no aumenten los precios ,y en el desgaste de los trabajadores de la salud.
Y podría utilizar lo que ahorre en terminar los
hospitales cuya construcción quedó abandonada, para atender a las personas que
realmente se enfermen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario