En “El otro”, muy ladillón dice su autor:
“Jesús era como los gauchos, que no quieren
comprometerse, y que por eso predicaba en parábolas.”
Perdonen los cristianos, pero es un chiste genial. Jesús
mismo se reiría.
El escritor juega con el tema en todo el cuento, se ve que
le habían mojado la oreja porque no se jugaba. Entonces, con ese costado
ingenuo que tiene ser muy vetusto, se juega con un pifie atrás de otro. Vean:
“El cincuenta y cinco, la provincia de Córdoba nos salvó”.
“América, trabada por la superstición de la democracia,
no se resuelve a ser un imperio.”
“Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más
provinciano y más engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la
enseñanza del latín fuera reemplazada por la del guaraní.”
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