Borges debe haber explicado la paradoja de hacer algo que no
se puede hacer como es escribir el lenguaje oral.
El resultado de ese intento es algo que no es oral ni es
escrito.
Cuando un escritor escribe diálogos escucha hablar a la gente
de la que escribe, no del modo en que hablaría si no estuviera hablando para
ser escrito, sino del particular modo oral que tiene como destino ser escrito.
Existe, por tanto, una convención sobre la forma del
lenguaje oral cuando es escrito.
A partir de esa convención es que cada autor crea algo.
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