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miércoles, 3 de junio de 2020

Super Hijitus


Las personas tenemos muchas edades adentro.
Un día descubrí que mi primo Jorge hacía juguetitos con cosas que se encontraba, tornillos, resortes, un tubito, y cosas de la Naturaleza que tenían formas raras que le llamaban la atención: semillas, plumas, troncos, caracoles, un hueso, una piedra.
Mi primo tenía 72 años, pero los juguetes parecían hechos por un chico ingenioso de ocho años.
Muchísimo más infantil era el hecho de que nunca se hubiera dedicado al arte, sino que había mantenido aquella vocación para seguir, se diría, sentadito en el piso, cerca de los pies de su mamá que planchaba parada sobre la mesa del comedor. Mientras su mamá escuchaba la novela en la radio, con basuritas que Jorgito había hallado en el piso del taller de su papá, hacía un Super Hijitus, una momia, un cocodrilo que amenazaba a Tarzán.
Fabricando los mismos muñequitos ahora, se refugia en un mundo sin responsabilidad, esperando que la mamá le festeje la ocurrencia y el talento, entretenido en ese tiempo eterno que se instala cuando se crea.
Mariana Padilla y su marido hacen esculturas con la misma técnica de mi primo Jorge. La diferencia es que ellos se han atrevido a poner en juego su vida en sus creaciones. Hacen exhibiciones, arriesgan su producción en el mercado del arte, se presentan en concursos. Su vida y la vida de sus hijos depende de ello.
Jorgito, en cambio, trabajó toda la vida como empleado de una fiambrería. Nunca se metió en el taller del padre, con todos esos camioneros que llegaban a los gritos, panzones, maleducados, de grandes dientes, negros, fumando, riéndose y peleándose, sucios, con zapatos deformados, malolientes.
El tema no es patrimonio exclusivo de Jorgito. Es un rasgo de familia. Una hace unas tortas que son el asombro de las fiestas, otra cose con facilidad increíble prendas precisas y bonitas, otro canta con afinación y sentimiento sublime, otro es un cocinero consumado, otro arregla cualquier aparato que se rompe, otra decora su casa con dedicación perfeccionista. Ninguno, sin embargo ha hecho de esa actividad su vida. Siempre han dejado su vida en manos de sus maridos y jefes.
Yo no soy la excepción -aunque no estoy al nivel de los demás.
Me gusta pintar. Ayer pinté esto.











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