Soñé con un puente de piedra sobre un precipicio.
Estaba hecho con pilares delgados que llegaban hasta 100 metros allá abajo, en el lecho de un río seco y era muy angosto, apenas de la anchura de los hombros. No tenía barandas.
Yo corría con todas mis fuerzas, aterrado por perder el equilibrio, y entonces el puente empezaba a desmoronarse detrás mío, a medida que lo dejaba atrás, prácticamente debajo de mis pies.
Entonces corría más rápido aún, para no caer al vacío.
Llegado a ese punto, comenzaba a ser feliz con la velocidad, gozaba con la fuerza de mi cuerpo y reía a carcajadas porque mientras corría, no estaba muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario