Les dicen héroes a los chicos que los militares arrojaron a las Malvinas para que los asesinaran.
Los que una vez allá decidieron pelear, fueron héroes.
Todos los que deciden pelear una guerra, emprender una misión, ponerle el pecho a algo, tienen pasta de héroe.
Hay países con campos de refugiados que necesitan bestialmente tu trabajo. Serías un héroe ahí.
Claro, no es fácil llegar hasta ese lugar.
La sociedad en la que vivimos tiene cuatro pobres cada diez personas. Enorme oportunidad de ser héroes haciendo algo para cambiar esa situación.
Pero lo mismo, ¿qué hacés? ¿Cómo se hace?
Es heroína mi prima, que la nombraron directora de una escuela y ha terminado haciéndose cargo de cada uno de los 500 chicos, sobre todo aquellos que tienen más problemas —el papá inexistente, la mamá perdida por las drogas, la abuela criando seis nietos con lo que saca como puta.
No sos directora de una escuela. Está bien.
Quizás, sin embargo, hay más de una ocasión alrededor tuyo que, si la atendieras, serías un héroe.
Quizás tenés un amigo que no le encuentra la vuelta al chupi.
Quizás una chica que tenés cerca, la dejaron sola con una hijita de cuatro años.
Quizás tengas una tía que se está partiendo de soledad.
O a lo mejor podrías ser héroe peleando la guerra de ser la mejor persona posible que podrías ser para que tus hijos se nutran de algo bueno.
Eso sería heroico.
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