Juanjo me dice de su novia “esta a mí no me va a cagar así nomás”.
No me lo dice una vez, me lo dice muchas veces, de muchas
maneras.
“Dice que es un compañerito de trabaja, ¡ja! Muy
parecidos al ‘compañerito’ van a salir nuestros hijos”.
“Todos los días me cambia los planes. ¿Qué soy, un boludo?”
Etcétera.
Es sistemático con estos comentarios.
¿Por qué está con ella, si está tan seguro de que lo va a
traicionar, lo va a cagar, le va a ser infiel?
¿Por qué estar con una persona de quien sospechás que busca perjudicarte?
Creo que es cosa de hombres.
Para Juanjo Clara es una amiga, pero su novia es una enemiga.
En Juanjo casi escucho a su padre o su madre advirtiéndole:
“te va a agarrar de pelotudo, te va a sacar todo, te va a cagar”. Padre, madre,
tíos, una sociedad entera disfrutando con el sufrimiento de Juanjo y quizás
tratando de que no salga de la familia, que no rompa la endogamia.
Así aparecen cónyuges como enemigos naturales.
Así se hacen contratos patrimoniales para que rijan en el
matrimonio.
Como enemiga, su novia es pasible de la agresión.
Como Juanjo piensa que ella es su enemiga, siente que
debe ser violento con ella para defenderse.
En fin, Juanjo tiene que deconstruirse. Pero ¿cómo?
¿Poniendo buena onda?
¿Haciéndose el buenito porque la deconstrucción y el
pañuelo verde están de moda?
Si se maneja la dicotomía patriarcal-deconstruido, si no sos
un deconstruido sos un femicida, me parece que estamos en problemas.
Si no se entienden los mecanismos que toda la sociedad
sostiene y activan la violencia contra las mujeres, no hay deconstrucción posible.
Una nota
sobre el tema dice que “la ‘deconstrucción’ personal —aunque revele buenas
intenciones— es una utopía. Si los estereotipos de género son el resultado de
una construcción socio-histórica, es imposible pensar que podemos liberarnos de
ellos, por mera voluntad individual. El Hombre Nuevo (y la Mujer Nueva),
librados de todas las miserias humanas, sin contradicciones es una ficción en
una sociedad desgarrada por la explotación y la opresión que socializa y
presiona, permanentemente, en sentido contrario.”
También dice que “no se trata simplemente de volverse
repentinamente ‘sensibles’ o ‘paritarios’, de reconocer la propia
vulnerabilidad o de empezar a gestionar las emociones, sino también de
reivindicar activamente los derechos, de demandar continuamente la igualdad, de
interpelar sin excusas la exclusión, la opresión, el control, el poder.”
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