Wang Wei y Li Bai son dos de los mayores poetas chinos de todos los tiempos. Siempre me extraña que dos personas que llegan lejos en sus vidas hayan nacido en el mismo momento. Wang Wei y Li Bai fueron contemporáneos absolutos, uno nació en el 699 d.C., el otro en el 701; uno murió en 761, otro en 762.
Florecieron en la esplendorosa Dinastía Tang, que tenía como
base a Chang’An, actual ciudad de Xi’An. Era el comienzo de la Ruta de la Seda,
madre de civilizaciones. De allí salían los comerciantes hacia el Oeste. Mis
ancestros hispánicos comerciaban, así, con mis ancestros chinos, que se
lanzaban desde Chang’An en barco por el río Wei. Los parientes arrancaban de
las orillas varas de los sauces, con las que hacían coronas que regalaban a
quienes partían. Era un momento sin consuelo, porque muchos no regresaban.
Y estas fueron las palabras con que Wang Wei entregó una de
esas coronas a un amigo:
Los aros de sauce ofrecidos a los viajeros
Son verdes y frescos
Y yo brindo por tu bienestar
Ya que partes hacia el sol poniente
Y pronto formarás parte del pasado
San Nicolás, 16 de
enero de 2016
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