Ustedes saben que en los años 60 surgieron los movimientos por los “derechos civiles”, en favor de “minorías oprimidas”: mujeres, homosexuales, grupos étnicos.
A esto se le montó el ecologismo, relacionado con el vegetarianismo
y el veganismo, la producción orgánica, la oposición a todo “extractivismo”,
los derechos de los animales y otros temas.
Este movimiento general no ponía en el centro el trabajo,
acabar con la pobreza, la inmigración, la educación, la salud, la seguridad, la
vivienda.
Daba la impresión de que quienes conducían esa gran ola
ya tenían esas cuestiones resueltas.
Un origen central del movimiento fue California, Estados
Unidos.
En Argentina en aquel momento, la lucha social pasaba por
el trabajo, acabar con la pobreza, la educación, la salud, la seguridad, la
vivienda.
Se consideraba, además, que la liberación nacional y latinoamericana
eran claves para esa lucha.
Quienes participaron de la lucha social en Argentina
fueron decapitados por Estados Unidos y Europa con una dictadura de militares
argentinos, todos pertenecientes a la ultraderecha nacional.
Apenas caída la dictadura, una parte de la sociedad
retomó la lucha por terminar con la pobreza, el trabajo, la educación, etc.
Sin embargo, años después empezaron a aparecer aquí las
reivindicaciones del movimiento por los “derechos civiles”.
Como en el primer mundo, empezaron a palidecer las
reivindicaciones relacionadas con el trabajo, acabar con la pobreza, la
educación, la salud, la seguridad, la vivienda.
Esto generó una reacción, porque los “derechos civiles” son
foráneos, yanquis, y por tanto atentan contra la Patria argentina, y porque atacan
nuestra forma de vida tradicional.
Esta reacción está hecha del mismo material que apoyó la
dictadura militar.
Por otro lado, el trabajo, acabar con la pobreza, la
educación, la salud, la seguridad, la vivienda, etc., quedan huérfanos.
Aparece una ultraderecha que encarna la reacción
conservadora, pero se propone como capataz de los Estados Unidos en Argentina y
anuncia que arrasará con los derechos laborales (formales, informales,
inclasificables), envilecerá la vida de los pobres, maltratará a los
inmigrantes limítrofes, desmantelará la educación y la salud, utilizando la
represión sin miramientos.
Si nos atenemos a los votos de las PASO, dos tercios de
los argentinos apoyan esa ultraderecha.
Con lo cual, las condiciones básicas para una vida digna
de todos los argentinos no parecen ser objetivo de nadie.
“El arte de observar también entró en crisis”, dice Federico
Sajkowski.
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