A los cuatro años conocí a mi tía Miriam. Me gustaron los largos y sedosos vellos negros de sus brazos. Había apoyado los brazos en la mesa y yo se lo acariciaba eternamente. Ella me lo permitía. “Le gustan mis pelos”, le dijo a alguien y se rieron. Yo ya estaba completamente enamorado. Y ella de mí. Y seguimos enamorados hasta hoy.
💘
No hay comentarios:
Publicar un comentario