Me gustan
esas vacaciones en que uno va a un lugar para pasar unos días, en plan muy
transitorio, pasajero, raudo o fugaz, tocar el lugar lo menos posible, no
contaminarse, casi no mancharse, pero luego hace una vida allí, saliéndose de a
poco de la pasarela prevista como un cerco, esterilizada, comiendo lo que comen
los del lugar, familiarizándose con la dueña de la posada, haciendo propias las
calles de alrededor. Haciendo querencia. Sintiendo en un momento que vive allí,
o más aún, que siempre vivió allí. Al fin, saludando con tristeza, incluso
cierto desgarro, a aquellos de quienes se ha hecho amigo, no sabiendo muy bien
cómo despedirse del lugar, de la vista desde una ventana, del almacén chiquito
adonde iba a comprar cualquier cosa, de la cama, sus sábanas, la luz que la
iluminaba a la mañana, de un determinado paredón, de la playa, del vendedor de
choclos, de las plantas, que son muy de ese lugar; con esa especie de confusión
por tener un tonto adentro que no sabe que ya no estará más, y por tener
alguien que es conciente, pero que es torpe y no sabe cómo despedirse, cómo
saludar, decir hasta siempre, hasta nunca o hasta el verano que viene, ni sabe
qué hará con el pedazo de todo aquello de ese lugar que se lleva prendido.
Ligeras anotaciones que hace Gustavo Ng de asuntos que piensa o encuentra escritos en libros mientras va en colectivo y luego comenta con tal o cual persona.
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miércoles, 30 de octubre de 2013
El momento de la Ley de Medios
El domingo pasado
hubo unas elecciones legislativas en las que los votantes de los lugares más
poblados apoyaron a partidos y fuerzas políticas opositoras, compuestas por estructuras,
líderes y las corporaciones mediáticas que tienen la hegemonía de fabricar la
realidad.
Quedó una
situación en la que el esquema que gobierna con Cristina Fernández de Kirchner
como Presidenta de la Nación, permanece en el centro de la escena, con fuerte
poder (conserva el quórum en las Cámaras de Diputados y Senadores) e
iniciativa, y varias oposiciones, básicamente regionales.
Inmediatamente
se transpoló el orden legislativo al ejecutivo, con algunos de los opositores
que hicieron buena elección, ganándole al oficialismo, con el cartelito de
candidato a la Presidencia, lo cual es una simplificación bastante torpe. Si
las elecciones hubiesen sido por el Poder Ejecutivo, es muy posible que la fragmentada
oposición no hubiese tenido en total la misma cantidad de votos que tuvo el
domingo. Una cosa es una elección en la que se manifiesta un instinto
democraticoide de compensación (“Cristina no puede tener tanto poder, algún límite
tiene que tener, si no, es una dictadura”), y otra es la responsabilidad de
gobernar. Ninguno de los opositores aparece con los recursos políticos para garantizar
siquiera la gobernabilidad del país.
Unas horas
después la Corte Suprema le quitó la etiqueta de “inconstitucional” a la Ley de
Medios, que había sido objeto del ejemplar ejercicio popular de ser discutida como
proyecto en muchos ámbitos y había sido aprobada por una enorme mayoría de
legisladores, pero al atentar contra el poder de las corporaciones mediáticas
fue congelada en los vericuetos judiciales durante cuatro años.
Saludablemente
han abundado analistas de todo tipo que desde todos los medios de comunicación
aportan algo sobre el tema. Sin embargo, nadie aún se atreve a pronosticar el
escenario que se viene.
Antes bien,
predominan las euforias bobas, la de los opositores al gobierno de los
Kirchner, que el domingo festejaban el fin del ciclo, y la de los fanáticos del
oficialismo, locos de alegría porque la Ley de Medios les vengó el desastre de
las elecciones del domingo: íbamos
perdiendo 2 a
0 y terminamos ganando 3 a
2.
Poco se
modificó el domingo, porque la iniciativa sigue en manos del esquema de gobierno
de Cristina Fernández de Kirchner, y es absolutamente incierto el panorama si
es que el mayor motor de la oposición, la trama de multimedios encabezada por
el grupo Clarín, pierde su lugar dominante.
martes, 29 de octubre de 2013
Los que se quedan hasta el final
Acá están, estos son, los que se quedan hasta el final de las marchas y protestas.
Después de que se fueron los simpatizantes que llegaron
primero y se fueron temprano, los que llegan solos en bicicleta, los políticos
conocidos, los que podían decir con elocuencia por qué fueron, los que tienen
que hacer, los que están siendo esperados, el aparato, los que han llegado con
banderas y pancartas y se las llevaron, los que estaban vendiendo publicaciones
de izquierda, los que vinieron en los bondis, las cámaras de la televisión,
después los fotógrafos, los periodistas objetivos y al fin los adherentes.
Entonces se quedan los que están más felices, los que son
menos dueños de la calle y lo han sido hoy.
Los que están más contentos acá que en cualquier otro lugar.
Se quedan dándole al bombo y al redoblante, cuando sólo
quedan ellos y el que vende choripan, cantando una y otra vez las mismas
canciones.
Se quedan, juntos, ya sin esperar que venga nadie, sólo
entre ellos, sin necesitar más.
No pueden dejar de festejar que están juntos.
No paran de bailar.
sábado, 26 de octubre de 2013
Separados
Cena con Roby y Juana. Empiezan
a pelearse, como cada vez que los vemos (sospechamos que lo hacen como ante
nosotros, indefinidamente, siempre que están juntos). Un poco harto, les
pregunto:
— Roby, ¿por qué no se separan,
si todo entre ustedes es insoportable?
— Ya nos separamos. Incluso
hicimos una reunión con los amigos en común, una especie de rito. Anunciamos
nuestra separación como una vez habíamos anunciado nuestra alianza.
— Y desde entonces estamos
unidos por nuestra separación —acota Juana.
— Sí, más unidos que antes
—acota Roby.
viernes, 25 de octubre de 2013
Presentación del libro Teresa Yuan China, un nuevo comienzo para el Psicoanálisis
Una de las notas del Nº0 de la revista Dang Dai era un tema
que Camilo Sánchez tenía en su carpeta: una argentina estaba teniendo un rol
muy activo en la difusión del psicoanálisis en China. Era la analista Teresa
Yuan, hija de una argentina de origen libanés y un chino.
Camilo la entrevistó, estableciendo una relación que
tendríamos con ella desde entonces, para conocer el detalle de sus numerosos
viajes a China y para ser amigos.
En mi caso personal, conocer a Teresa tiene un gusto a
encuentro de hermanos separados a la edad de la que no se tiene memoria, dado
que compartimos la condición de mestizos chinoargentinos. No hay muchos como
nosotros, mucho menos de nuestra edad. Hemos compartido nuestra experiencia en
espejo —el de ella unos años delante de mí.
Este año Teresa escribió el registro de su trabajo como
introductora del psicoanálisis en China, algo que parece una labor
estrambótica, destinada a confrontar irresistibles incógnitas como la
universalidad del psicoanálisis o algunas formulaciones de Lacan sobre la
psique de los chinos, y a poner en evidencia el lugar central de la Argentina
en el mapa del psicoanálisis global.
Fui invitado a integrar la mesa que presentó el libro en la
mítica APA (Asociación Psicoanalítica Argentina). A continuación, el texto que
leí en aquel momento.
Ricardo Piglia es un gran
ocurrente. Todo el tiempo se le están ocurriendo esquemas, máquinas, aparatos,
muchos de los cuales son buenos para ver. Son claves. Tienen poder explicativo.
Las de Piglia son claves fértiles, siguen descorriendo velos durante mucho
tiempo.
Una vez se puso a armar la
hipótesis de que en la literatura hay dos tipos de viajes. Uno es el que se da
en el despliegue físico sobre el territorio, sobre el mapa. El protagonista
sale de su país, atraviesa un río y entra en otro país, que es fundamentalmente
otra lógica. Una lógica que él no comprende, y esto es lo que transforma la
realidad en una serie infinita de sucesos impredecibles. Por eso, este tipo de
viaje se asimila a la aventura. El protagonista anda a los saltos, superando
cosas que le salen al paso y él no comprende. Luego atravesará otro río y
entrará en otro país, y así.
Piglia sitúa este primer
viaje en la literatura norteamericana. En la francesa se desarrolla el otro
viaje, que es una suerte de opuesto al anterior. El sujeto no necesita moverse.
No se mueve. Porque el viaje es hacia el interior. De algún modo, es una
propuesta similar a las novelas de Sherlock Holmes, en las que el detective,
sentado en su gabinete chupando la pipa, montado en su razonamiento va trepando
por el camino de la verdad hasta descubrirla. Es también el modelo de los
antropólogos de fines del siglo XIX, que formulaban ampulosas teorías sobre la
Humanidad en su biblioteca de Oxford, donde recibían objetos y cuentos de
lugares remotos.
Y es el viaje de Edipo
—inevitable de omitir en este ámbito,. Un viaje que empieza con la cándida
ilusión del final anunciado, saber quién es uno.
A mí me fascina que Teresa
Yuan haya emprendido su viaje, el viaje de su vida. Las dos categorías de
Piglia le sirvieron para armar su viaje, como le sirvió la casualidad, la
pasión, algún benefactor en Argentina, otro en China. Como le sirvió su
profesión. Y como le sirvió la distancia extrema, la mayor en el planeta, entre
Argentina y China. Esa distancia máxima, hecha de kilómetros, de idiomas, de
idiosincrasias, fue alimento de su viaje.
El coraje de Teresa me
fascina y me produce una admiración mayor. Me admira ella y me admira lo que
alguien es capaz de construir y legarle a los demás en el empeño absurdo,
inexplicable, irracional que es la búsqueda humana del origen.
Dos mitades de chinos entre
Abel Fainstein, presidente de la Federación Latinoamericana de Psicoanálisis, y Leticia Glocer Fiorini, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina. |
jueves, 24 de octubre de 2013
Remoción del autor
El proceso de creación es el de la constante remoción en el
trabajo del carácter y la individualidad del autor. (T.S. Eliot)
jueves, 17 de octubre de 2013
Argentino
Soriano pregunta “¿Está prohibido pararse aquí? Desde que
llegué a Estados Unidos estoy cometiendo infracciones.”
(En Triste, solitario y final, de Osvaldo Soriano).
lunes, 14 de octubre de 2013
Una vez más
A veces voy hasta donde está ella en la casa haciendo algo o nada, porque me han dado ganas de mirarla. Ya la he visto tantas veces que se me han gastado los ojos de mirarla. Pero es muy bonita, y me digo "una vez más".
viernes, 11 de octubre de 2013
Recuerdo del pequeño hijo
¿Y qué sentir del hijo? Si de algún modo me quedo sin ningún
sentimiento irreconocible. ¿Qué sentir? Veo su cara quemada por el sol, cara
completamente inconsciente de la opresión que tiene, toda concentrada como está
como bicho lindo, delicado y feroz –en las lamidas a su helado.
El helado es de chocolate. El hijo lo lame. A veces resulta
demasiado lento para su placer, y entonces él lo muerde, y hace una mueca que
es totalmente inconsciente porm la felicidad incomoda que da el pedazo helado
que llena la boca caliente. Ésta, la boca, es muy linda. Miro al hijo toda
compacta, pero él está acostumbrado a la tontería de mi mirada concentrada de
amor. No me mira, y no le molesta ser observado en su acto íntimo, vital y
delicado: sigue lamiendo el helado con la lengua roja y atenta. No siento nada,
salvo que estoy entera, pesada con material de primera, buena madera. Como
madre, no tengo delicadeza, soy grosera y silenciosa. Miro con la rudeza de mi
silencio, con mi ojo vacío aquella cara que también es ruda, hijo mío. No
siento nada porque esto ha de ser un amor pesado e indivisible. Allí estoy,
reculando. Reculando ante tanto. Lo impenetrable me deja con una especie de
áspera obstinación; impenetrabilidad es mi nombre; estoy allí, endomingada por
la naturaleza. Mi cara ha de tener un aire tozudo, con aire de extranjera que
no habla la lengua del país. Parece un sopor. No me comunico con nadie. Mi
corazón es pesado, obstinado, inexpresivo, cerrado a sugerencias.
Estoy allí, y veo: el rostro del niño se volvió por un
instante ávido –es que debe haber encontrado algún pedazo de helado con más
chocolate que el resto, y que la lengua avisada captó. Nadie diría que soy
delgada: estoy gorda, pesada, grande, con las manos encallecidas no por mí sino
por mis ancestros. Soy una desconfiada que está en tregua. El hijo come ahora
el cucurucho del helado. Soy una inmigrante que se arraigo en tierra nueva. Mi
ojo es vacío, áspero, ve bien. Y ve: un hijo con expresión concentrada que
come.
(Gracias Flaca Sandra Vega por avisarnos de este texto).
martes, 8 de octubre de 2013
Red Hot
Una chica, aún no llegaba a los 20, estudiante de Psicología
Social, se dejó seducir por un hombre en un tren del suburbano. El hombre llevaba
una gorra sucia, de la que escapaban mechas de pelo grasiento, tenía la cara
hinchada, pantalón y campera muy gastados, como si hubiese vivido, sentado y revolcado, en la calle
los días anteriores, o quizás hacía mucho tiempo; las uñas largas y sucias, el
aliento pesado, el andar defectuoso. Se presentó a la chica como un shamán. Le
dijo que sabía qué le estaba sucediendo a ella y la arreglaría. Y la chica se
dejó llevar por el tipo a la casa de él, en un barrio muy oscuro, inundado por
el olor fétido del agua con basura. Sobre un catre desvencijado, sin sábanas,
entre frazadas rotosas, la chica dejó que el hombre le hiciera vivir experiencias muy fuertes. La chica hizo, sintió cosas que no hacía, ni jamás haría ni sentiría, con su
novio.
lunes, 7 de octubre de 2013
El fundador inconsecuente
Tiene algo del primer José Arcadio Buendía. Mira un terreno,
ve que es una tierra magnífica para cultivar manzanas.
Se entusiasma como un loco. Se pasa cuatro meses
proyectando, tiempo en que abandona todo por su berretín. Aprende la
agricultura, se hace experto en frutas, especialista en manzanas.
Vende todo lo que tiene y lo invierte en plantar un
manzanal, construir una casa, galpones, frigorífico, máquinas, contratar gente,
contratar consultor, etc.
Se dedica al tema varios años, hasta que empieza a sacar
producción.
El día que mira el monte, con los árboles verdes cargados de
manzanas rojas, ese día suspira de satisfacción y se va. Ha cumplido su sueño.
¿Y las manzanas?
¿La producción?
¿Los años que vendrán?
¿El progreso?
¿La herencia a sus hijos?
No piensa en nada de eso.
Se apasionó con un proyecto, lo logró y ahora espera la
inspiración para otro.
Juana y Roby, en la cena
Juana:
— Con Roby nos fuimos deslizando hacia la adicción... Es el vicio de estar juntos. No nos podemos separar, no podemos estar él sin mí ni yo sin él un instante. Es como si estuviéramos enamorados, locos de amor… y sin embargo siento que ya no nos queremos como antes. O que ya no nos queremos de verdad.
— Con Roby nos fuimos deslizando hacia la adicción... Es el vicio de estar juntos. No nos podemos separar, no podemos estar él sin mí ni yo sin él un instante. Es como si estuviéramos enamorados, locos de amor… y sin embargo siento que ya no nos queremos como antes. O que ya no nos queremos de verdad.
Racional, Roby le responde:
— Sí,
creo que a esta altura nosotros estamos confundiendo el amor con la adicción. Siento
que te quiero y en realidad lo que me pasa es que no puedo estar sin vos.
— Siempre estás celoso…
— Sí…
— A veces me parece que sucumbís
a los celos, pero no me querés. Te querés a vos, o no sé a quién, pero no querés
que yo esté bien.
miércoles, 2 de octubre de 2013
El infinito está poblado de mariposas - Taller en Parador La Boca
Hoy volvió el boxeador. No tiene la mirada perdida, pero uno
nota que pasa un tiempo entre el momento que resuelve decir algo y cuando
finalmente lo dice. En el encuentro anterior hizo un relato brutal de los
nocauts que lo voltearon. Escuchándolo, nos resultaba inconcebible que siguiera
en pie —vivo.
Hoy eludió sentarse a la misma mesa con los demás escritores
y se ubicó en otra. Vimos que frente a él, pegado en la mesa, en el lugar donde
se apoyaría el plato, había pegado un cartelito que decía su nombre, Agapito.
Por primera vez estuvo Esther, que llegó al Parador hace dos
semanas. Con inmejorable disposición Esther hizo y rehizo su historia, como si
no hubiese arrancado escribiendo sino corrigiendo. Tenía la cabellera de una
chica de 20 años, la forma de la cara muy característica de las que fueron
intervenidas por la cirugía plástica y unos anteojos elegantes, aunque les
faltaban una patilla. Como los demás, estaba allí porque era mayor de 60 años y
no tenía dónde vivir. Algún equipo del servicio BAP (Buenos Aires Presente) la
encontró acurrucada entre una vereda, el frío y la puerta de algún edificio
público y la llevó al Parador para que tuviera dónde alojarse hasta tanto
solucionara su vida. Una de las actividades del lugar es el Taller de Redacción
de Historias que coordinamos, y del que participaron hoy Agapito, Esther y
otros. Durante un par de horas quienes aceptan escribir, arman una historia mezclando
el contenido de dos frases que les propongo, luego cada quien le lee a los
demás lo que escribió y los demás escuchan y comentan.
Las frases de hoy fueron: “En la milonga María Delia no
podía encontrar sus zapatos” y “Una nube de mariposas blancas cubría el pozo de
agua”.
El cuento de Esther fue una historia de amor, en la que
María Delia estaba desesperada por haber perdido los zapatos, siendo que tenía
que regresar con ellos a su casa antes de las once de la noche, y al fin
aparecía un príncipe Luis que los encontraba en un pozo.
Casi la misma historia fue escrita por otro nuevo
integrante, Oscar, quien llegó en silla de ruedas, vestido pulcramente con una
camisa clara, blazer de impecable azul y pañuelo rojo que asomaba del bolsillo.
Se mostró culto; puso sobre la mesa un libro de logosofía y un cuaderno en el
que guarda sus notas manuscritas con ampulosa letra de romántico.
Estábamos trabajando en una de las muchas mesas del gran
comedor. En otras, los alojados mateaban, charlaban, miraban la televisión.
Muchos, quizás la mayoría, no hacía nada. El estado general era catatónico. Sentí
que el barullo de los televisores molestaba al taller y me acerqué a quienes
estaban mirando y les expliqué por qué debía bajar el volumen. Nadie me
contestó nada y cuando silencié el aparato, siguieron mirando la pantalla con
la misma expresión vacía de antes.
También participó hoy Clara, como todos los miércoles. “Los estaba
esperando”, nos dijo cuando entramos, con su sonrisa que emergía desde el fondo
indescifrable en que ella se debate. Clara está en una realidad diferente, que no
es posible sintonizar, salvo cuando escribe. En sus relatos el mundo de allá
adentro, sus seres, sus lugares y sus luminosidades aparecen en una trama que
nos los hacen comprensibles a quienes estamos afuera.
En el comienzo de la historia que escribió Clara la
protagonista empieza perdiendo los zapatos, luego ve el reflejo de la nube de
mariposas en la superficie del agua del pozo, y entonces en la blancura de las
mariposas emerge Jesucristo, como adelantado del mundo divino que termina
instalándose, formado por los —copio frases del texto de Clara— “colores en
torno de la vida humana” y poblado por las “mariposas en el infinito”.
martes, 1 de octubre de 2013
Tradicional lengua china
Formidable observación sobre el tradicionalismo chino: siguen hablando la misma lengua que se hablaba hace miles de años. Cuentan una leyenda con las mismas palabras que fue inventada.