Páginas

lunes, 5 de marzo de 2018

Machito



¿Recordás el día en que viajaste solo en colectivo por primera vez?
¿El día en que caminaste solo por primera vez hasta la escuela?
¿Recordás aquel remoto día en que te largaste a andar en bicicleta sin las rueditas?
Más difícil, ¿recordás ver escrito tu nombre, y saber que acabás de escribirlo vos solo?
¿Recordás aquel día en que aprendiste a atarte solo los cordones?
¿Recordás el día en que por primera vez te bañaste solo?
Solo, solito, yo solo, sin ayuda, sin que otro me guiara la mano, o siguiera con la vista cómo estaba haciendo.
Era el destete.
Arreglarse solito.
No depender.
Ser yo.

Luego vino la admiración por los más grandes, que solos podían hacer muchas cosas, hazañas. Y el entusiasmo por Superman, por Patoruzú, por San Martín, por Robison Crusoe, por Maradona, por Clint Eastwood en el Oeste, por Jesucristo, por Philip Marlowe, por Nietzsche, por el Che.
El Hombre Nuevo, el Mayor de los Hombres es el que se construye a sí mismo.

Toda una vida de Self-Made Hombre Nuevo, y un día te rompiste, un poco, no más de tres componentes de tu estructura ósea, y todo el mito se te viene al piso como se acobarda súbitamente en su debut el jugador que más prometía.
Te vas a decir que la entereza se mide no en no haber caído, sino en salir adelante.
Patrañas.
En el rincón donde no te mientas no te podrás arreglar solo para cortar el pan, para vaciar el mate, para barrer tu casa, para bañarte. Te verán desnudo, te verán el culo porque no podés solo.
No podés solo, de repente no sos autoválido, no sos autosuficiente.
De repente no podés más solo.
No podés más.

No, "no podés más", no. "No podés más solo".
Mientras alguien te ata los cordones, pensás que ya no sos ni Marlowe, ni Patoruzú ni Superman. Pero entonces pensarás en todos ellos.
¿Qué pudo cada uno?
Lo necesario para construir el mito de que podían hacerlo todo solos.

Pasaste años dándole vuelta en el consultorio del psicoanalista a tratar de superar las neurosis que te atan y te impiden vivir.
Años intentando rodear las neurosis, buscando sublimarlas; entendiendo que es necesario aceptarlas como fallas fundamentales, agujeros que por esencial no pueden ser llenados, para construir encima de ellas la vida.
Años fracasando, porque nunca solté aquella alegría del machito, aquella ilusión que me iluminaba de alegría con la luz de la alegría que venía de ellos, los grandes que me querían, de que yo solito puedo.

Pues hay novedades para este boletín.
No habías entendido bien. No habías entendido nada.
Superman no es de verdad, Diego tuvo a Claudia, el Che era uno de muchos, Jesucristo era un hijo, Robinson Crusoe solo recuperó el estado humano con Viernes.

Bienvenido a la condición humana, en la que no hay individuos completos; que consiste en un apoyarse de unos contra otros, unos a otros, para poder escribir el nombre, poder hacer justicia en el Lejano Oeste o cruzar las montañas para ir a pelear contra los españoles.
No queda otra, querido Hombre Nuevo, que te vean el culo.










No hay comentarios:

Publicar un comentario