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martes, 12 de febrero de 2019

El amigo de buena voluntad irresponsable



Cuando pedís un consuelo o una solución porque estás medio ahogado, hay entre los amigos una subespecie que te saca de encima con la mejor onda.

Vos: Estoy muy triste, no dejo de pensar que era tan joven. Se murió y todavía le quedaba la vida por delante.
Amigo: No pienses más. Pensá cosas lindas.

Vos: Me vinieron como nueve lucas de expensas, no llego con la guita este mes.
Amigo: ¡Y no las pagués!

Estos amigos te dan consejos que te podrías dar vos.
O te dan consejos insensatos, que si los siguieras te iría muchísimo peor.
O te aconsejan cosas imposibles de hacer.

Vos: Probé con todas las dietas. No bajo de peso, temo que seguir así de gordo me traiga problemas de salud.
Amigo: Tenés que cambiar de vida. Irte a vivir al campo.

Vos: Estoy tan estresado que a veces me desespero.
Amigo: ¡Tomátelo con calma! Sé feliz. Pará de sufrir. Che, ¿conocés esa app para no tener que andar con la tarjeta de crédito?

Claro, si te lo pudieras tomar con calma, no estarías estresado.

Vos: Estoy muy estresado con el trabajo. Voy a estallar.
Amigo: Andate de vacaciones. Tomate un avión y andate al Caribe.

Claro, entre otras cosas te vinieron como nueve lucas de expensas y no llegás a fin de mes.
Y nunca faltan los que te mandan con otro.

Vos: No estoy bien en este trabajo. ¿Vos qué harías en mi lugar?
Amigo: Hacé terapia.

Vos: El pelotudo de mi hijo toma mucho. No sé qué hacer.
Amigo: Cosas de la juventud, ya se le pasará. Vos alegrate, ¡que la vida es corta!

O sea, uno no es que va para que el amigo te solucione la vida, te dé la guita para pagar las expensas. Uno quiere decirle nada más para no estar solo con un peso que no soporta. Uno quiere que el amigo lo deje lloriquear un poco, o que busque con uno alguna solución.



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