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jueves, 19 de diciembre de 2019

Santuarios





Están los muertos de los ricos y los muertos de los pobres.
Al entrar al cementerio de la ciudad de San Nicolás, hay una avenida a la que dan las bóvedas de los célebres por ricos.
Alejándose desde esa avenida, están los barrios, primero de clase media, luego cada vez más pobres, y al final está el osario, adonde tiran los huesos de los que no pueden pagar para que sus muertos conserven un lugar.
Es una distribución que reproduce el plano de la ciudad, que tiene a los ricos dentro del cuadrado delimitado por cuatro avenidas y a los pobres fuera.
A principio de los años 80 apareció una Virgen: una estatua de la Virgen del Rosario comenzó a llorar.
La estatua estaba en la Catedral de San Nicolás, que está en pleno centro.
Poco después de que los ricos y sus fans vieran llegar un aluvión de peregrinos pobres que llegaban desde Chaco o Paraguay, la mujer que era parte del milagro porque regularmente se comunicaba con la Virgen, recibió de ésta un mensaje pidiéndole que le construyeran una iglesia fuera de ese santuario social.
Y así se hizo.

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