Los humanos somos seres sintientes.
Pero no somos los únicos.
También son seres sintientes los perros.
Los venados.
Las vacas.
Los cerdos.
Los colibríes.
Los pulpos.
Las merluzas.
Y también las lombrices, que se retuercen desesperadas cuando sienten que se las asesinará.
Y también las moscas.
Y las plantas.
(Los botánicos lo han demostrado de muchas maneras, y ni siquiera necesitamos de los botánicos para saber que sienten la presencia del sol).
Las berenjenas son seres sintientes.
Los cactus.
Las batatas son raíces sintientes.
Y son seres sintientes los organismos unicelulares, que están vivos.
Incluso los virus, que desarrollan estrategias para sobrevivir y colonizar y multiplicarse.
Los seres sintientes somos, en fin, caníbales.
Nos devoramos unos a otros.
No podemos evitar ser caníbales.
Pero podemos evitar la crueldad, el egoísmo y el desinterés por los demás.
Hay quienes se dedican a hacer campañas para que los humanos no comamos chanchos, pero no se interesan en absoluto por los niños quemados vivos en las guerras y las personas que mueren horriblemente de hambre, de drogadicción, en una cárcel, como víctimas de un sistema de explotación.
Pese a ser caníbales, podemos ser solidarios.
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