Muchos de ustedes están familiarizados con la “doctrina del shock” y ya han comprendido que las bandas saqueadoras de Argentina (otra que “casta”) están usando a Milei para crear el shock en este momento.
En el libro “La doctrina del shock” Naomi Klein cuenta que Milton Friedman “aprendió lo
importante que era aprovechar una crisis o estado de shock a gran escala
durante la década de los setenta, cuando fue asesor del dictador general
Augusto Pinochet.”
Relata que los chilenos "no sólo estaban conmocionados después
del violento golpe de Estado de Pinochet, sino que el país también vivía traumatizado
por un proceso de hiperinflación muy agudo” y en ese contexto Friedman le
aconsejó a Pinochet que impusiera un paquete de medidas rápidas para la
transformación económica del país. Esas medidas eran reducciones de impuestos, libre mercado, privatización
de los servicios, recortes en el gasto social y una liberalización y desregulación
generales.
Así, por ejemplo, “los chilenos vieron cómo sus escuelas públicas
desaparecían para ser reemplazadas por escuelas financiadas mediante el sistema
de cheques escolares.”
Klein cuenta que “Friedman predijo que la velocidad, la inmediatez y el alcance de los cambios económicos provocarían una serie de reacciones psicológicas en la gente que «facilitarían el proceso de ajuste». Acuñó una fórmula para esta dolorosa táctica: el «tratamiento de shock» económico. Desde hace varias décadas, siempre que los gobiernos han impuesto programas de libre mercado de amplio alcance han optado por el tratamiento de shock que incluía todas las medidas de golpe, también conocido como «terapia de shock».”
El shock deja a las personas sin reacción.
Los criminales violan nuestras vidas impunemente.
En la sociedad argentina se ha cultivado una resistencia que
ha soportado o se ha superpuesto a shocks como la dictadura del 76, las hiperinflaciones
y otros.
Conviene involucrarnos en esa tradición.
Parte de la parálisis en que nos deja el shock es la
desactivación de nuestra solidaridad y sentido de la decencia de atender a
personas que tenemos cerca y están en problemas.
(Claro que todos estamos en problemas, pero la solidaridad
es justamente el gesto hacia otros, no hacia nosotros; es decir, la solidaridad
no es ayudar sólo cuando uno está bien, eso es dar lo que a uno le sobra, la
caridad, él “primero yo”. La experiencia enseña que el bienestar propio surge
de dar a otro, no de darse primero a sí mismo).
Las bandas que hegemonizan el poder en Argentina cierran
Télam.
¿Alguien siente que no es asunto que le compete?
Pues entre nosotros hay gente que quedan en la calle.
Nos tocan a todos, no por voluntad de tirar un eslogan, sino
en la realidad.
Es una oportunidad de solidarizarnos.
Conviene no mirar para otro lado.
Podemos empezar pensando por qué no queremos que destruyan
Télam.
Pensar para qué sirve una agencia de noticias del Estado.
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