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domingo, 30 de julio de 2023

Messi en Miami

La cursilería de Miami es infinita.

Y encierra lo peor de los argentinos.

La misma semilla de la que brotan millones de preferencias por la payasa asesina de Patricia Bullrich.

Tabarovsky vuelca de tanta razón que tiene.

En esta nota es un dulce de leche, lo mismo.

Debería incluir a Punta del Este entre los lugares donde la mersada te ahoga.

Y a lo mejor no es lo suficientemente viejo para poder decir que toda esa cosa barata y de mal gusto hace mierda el fútbol.

Eso es lo que a mí me da pena.

Messi hizo un camino de fútbol que fue glorioso (y “glorioso” en fútbol es más que en la religión, porque es humano, es lo que hubiera sido de mí o de mis hijos si hubiéramos sido buenos, y es de algún amigo que llegó lejos); Messi hizo un camino futbolero glorioso desde Sampaoli hasta Qatar, y me apena muchísimo que lo manche con esta basura.

Lo mismo hubiera pasado si hubiera ido a China o a Arabia.

Messi podría haber hecho lo que está haciendo Zanetti, o lo que está haciendo Scaloni o Menotti.

No soy el único que pienso esto, lo que pasa es que no lo decimos por respeto a lo que sintieron los argentinos el año pasado y lo que hizo Messi hasta ahora.

Veo que los que pensamos así, nos gusta el fútbol. Preferiríamos que Messi se vaya yendo como se van los jugadores de fútbol. Algunos vuelven a su club como un cementerio de elefantes. A algunos le hacen un partido de despedida. Otros, los más dignos, terminan jugando en clubes de pequeñas ciudades que nadie conoce el nombre, hasta que se rompen y ya no pueden volver. Con dolor, aceptan que ya está. Porque así es la vida, un día ya está.

Es un asunto de dignidad.


https://www.perfil.com/noticias/columnistas/lo-que-me-desagrada-de-messi-en-miami.phtml



viernes, 28 de julio de 2023

El tamaño

En un programa de radio un conductor entrevistaba a una profesora de ESI.

— Está eso de entender que el clítoris es un pene pequeño. ¿Es así? —le preguntó el conductor.

La profesora respondió:

— Disculpame, pero ¿cómo es eso de no poder aceptar que los hombres y las mujeres no son iguales? Tiene algo de absurdo pensar el clítoris como un pequeño pene. Si esa es la única manera que tenemos de comprender qué le pasa a una mujer, sólo a modo didáctico podrías figurarte que el pene de la mujer es gigantesco en comparación con el pedazo de carne que tienen los hombres. Las mujeres lo tienen distribuido en el pubis, el interior de los muslos, la parte de atrás de las rodillas, los senos, las orejas… En realidad, en cualquier parte del pueblo cuerpo, porque cada mujer tiene sus lugares sensibles y esos lugares tienen una dimensión física, pero no sólo física, porque en la mayoría de las mujeres lo físico no es lo único y es necesaria la suavidad, la dulzura, la amabilidad, no técnica, sino surgida del deseo, no de la calentura, de las ganas de ponerla de los varones, sino del deseo que el varón tiene —y de ella, no de cualquiera, no de otra, sino específicamente de ella. Si es necesaria la bobería de pensar que la mujer tiene una pija, es necesario entender que lo que la para, la erecta, es el deseo de otro o de otra por tener una relación con ella. El amor, ponele. ¿Y cuál es el tamaño del deseo, del amor?

— Se me hace difícil la idea —dijo el conductor.

— Quizás te aburriste por no entender el juego. Pobres varones. Allá ustedes. Arréglensela como puedan. Las mujeres tenemos a otras mujeres.

 


jueves, 27 de julio de 2023

George, Miriam y David



George Michael fue quedándose cada vez más solo porque descartaba las relaciones con personas que no aceptaban llegar a la intimidad.

No le interesaba relacionarse con alguien con quien no pudiera tener intimidad.

Miriam y David pudieron avanzar sólo hasta cierto punto en su relación, porque allí donde ella quería entrar, él no.

George Michael habría comprendido a Miriam.

Lo que Miriam quería abrir, David quería cerrar.

Lo que ella necesitaba contemplar, pensar, experimentar, saborear, estudiar, David sólo quería resolver.

Para él solucionar era necesario para avanzar hacia un objetivo; para Miriam el objetivo era lo que hacía con aquello que David clausuraba.

Los dos se irritaban mucho con la actitud del otro.


miércoles, 26 de julio de 2023

Monos con navaja

Patricia Bullrich tira cualquiera.

Dice que va a vender todas las empresas del Estado.

Dice que va a prohibir los reclamos.

Dice que va a hacer una revolución impositiva.

Dice que va a aplicar el bimonetarismo.

Dice que va a levantar el cepo tomando una deuda más grande con el FMI.

Dice que va a meter bala.

Adora la pistola que electrocuta.


Dice cualquier cosa.

Su insensatez es peligrosa.

Es un mono con navaja.


Pero es la que más gente la quiere de presidenta.


Entonces el mono con navaja es la sociedad argentina.


Y a Patricia Bullrich se le suma Milei, que es igual de negligente y violento.


Algunos periodistas confiesan que no han sabido crear un sentido común que vea a Patricia Bullrich y a Milei como una amenaza.

Otros periodistas le echan la culpa a la dirigencia política.


En total, se quedan pensando en ellos, en los dirigentes y en el poder económico.

Piensan que los millones de votos que hoy tienen los payasos asesinos hijos de Videla, son de la gente cabeza de tarro, estúpidos que repiten lo que dice la televisión. 

Sólo los descalifican.


Quizás los periodistas, intelectuales, académicos, analistas, encuestadores, podrían utilizar su inteligencia en tratar de comprender qué tienen esos millones en la cabeza, en la intuición, en el sentimiento, en la sensación, cuáles son sus deseos .




martes, 25 de julio de 2023

El anafe

Mi tío José se quedó viviendo en la casa de sus padres, una muy modesta casita lejos de la ciudad, que tenía agua que se bombeaba de un pozo, se calentaba con leña, la letrina estaba lejos y el teléfono en un futuro lejano.

Su hermano Rubén, en cambio, tenía un buen pasar, con una casa muy bonita en una ciudad grande.

Un día hablamos de José con Rubén, y Rubén me llamó la atención sobre la humildad extrema en que vivía su hermano.

— Es croto, ¿no? —me dijo, implicando que vivía pobremente porque así lo quería.

Aunque el resto de la familia no lo dijera, notamos que José había elegido vivir de aquel modo despojado o dejado. Pensé en la milonga “Los ejes de mi carreta”: “Porque no engraso los ejes me llaman abandonao, si a mí me gusta que suenen, ¿pa qué los quiero engrasaos?”


Me identifico con mi tío José. Me han reprochado que me privo de comodidades mínimas, por miserable, por dar pena, por no saber vivir bien.


Yo acepto esas razones y agrego otras.


En algún momento de mi vida me hice marxista y ecologista, y me convencí de que el consumo injustificado sostiene el capitalismo y su explotación social y un sistema económico que destruye los recursos naturales de un modo acelerado y violento. Comprar lo que no es indispensable, es contribuir a la maquinaria de una sociedad brutalmente injusta.


Por otro lado, lucho contra mi vocación burguesa, que me llena de vergüenza, de querer ser más, teniendo más, aparentando más.

Y también lucho contra ser el hijo consentido, que todo lo que quiere, la madre se lo da —especialmente si es contra la voluntad de su padre.


Fuera de esto, todo lo “bonito”, “la decoración”, el “buen gusto”, lo “limpio”, lo “bien arreglado” me resulta muy barreta, barato, aburrido, afectado, falso. Acaba dándome pena.


Obviamente, todas estas son justificaciones para ser pobre como manda mi moral católica: la pobreza dignifica. 

Bienaventurados los Pobres, porque de Ellos será el Reino de los Cielos.




Así, termina gustándome vivir al borde. 

Al borde de no tener, al borde de la pobreza.

Y también disfruto ese riesgo porque me produce un profundo gozo saberme capaz de soportar las consecuencias de vivir una desventura. En definitiva, para mí una desventura es sólo una aventura al revés.

Cuando se rompe algo en mi casa, el caño que sale del bidet, unas manchas de humedad en la pared, un burlete de la ventana, tardo siglos en arreglarlo. Y en tanto va pasando el tiempo, le voy tomando cariño a la botella de gaseosa cortada que puse abajo del caño del bidet para atajar las gotas que caen. Me gusta que esté un poco cachada una parte de mi casa. 

Todo está en orden cuando la ruina es parte de mí. Pienso que todos tenemos ruinas, y que quien las niega vive asustado; yo prefiero mirarlas de frente, hablarles, acariciarlas.

Mis defectos me hacen ser yo. Las zapatillas muy gastadas y los jeans rotos me dicen que yo soy yo.


Hace algunos años cortaron el gas al edificio donde vivo. Para rehabilitarlo había que pagar bastante dinero, había que hacer un trámite engorroso y hacer modificaciones en el departamento. Preferí comprar artefactos eléctricos, entre ellos un anafe de una sola hornalla, donde cocino lo poco que me cocino a mí mismo, unos fideos cada tanto o un guiso. Una buena amiga se horrorizó al ver el anafe que monto sobre una tabla de cortar carne apoyada en la bacha de la mesada. Cuando miré el anafe con sus ojos, ciertamente me pareció un poco peligroso, bastante horrible —entre otras cosas porque nunca lo limpié— y me hizo acordar a mi tío José.


También me pareció del estilo de las cabañas donde vive la gente pobre del Delta de Tigre, adonde me gusta pasar unos días cada vez que puedo. 

Son cabañas hechas de maderas que siempre se están pudriendo por la humedad, en medio de una naturaleza desordenada, incontrolable, de plantas silvestres en lugar de césped bien cortado, en medio del barro en lugar del cemento, con agua sucia en lugar de agua potable, con la electricidad que se corta a cada rato, la comida de mala calidad, la ropa siempre la misma, la vida a merced de las tormentas, el calor, las mareas y los mosquitos. Una vida precaria.

Me gusta la precariedad, lo transitorio, lo que no durará.


Cuando nado, sólo voy de una costa a la otra. Lo más rápidamente posible, porque siento que si me quedo en el medio, me hundo y me ahogo.

La mujer con la que estuve casado me dijo un día: “siempre te estás yendo”. 

Otro día me dijo: “a veces me despierto y me estás mirando. ¿Qué pensás? Yo sería feliz si cuando terminamos de hacer el amor, te dormís como un oso y yo después no puedo despertarte. En cambio, estás siempre alerta”.

Tenía razón. Cuando estaba con ella, yo estaba en otro lugar. Estaba con ella un tiempo, pero tarde o temprano debía volver a mi casa.

Pero ¿dónde era mi casa?

De un modo figurado, mi casa estaba pegada a los muros externos del castillo donde mi madre era la reina. El castillo mismo no era mi casa, porque era la casa de mi padre. Por otra parte, el vasto mundo fuera del castillo me resultaba todo territorio ajeno y yo no me había construido allí un lugar propio.

Un sucucho en la parte externa del muro del castillo de mi madre era mi refugio. 

Si algo me sucedía, podría pedirle entrar.


Pero ella ha muerto y mi padre me ha mantenido expulsado.

Así, vivo refugiado en el pequeño departamento que mi madre me compró en Buenos Aires.

La pandemia lo ha consolidado como mi guarida. Tengo internet, comida, calor, la cama donde duermo, las pastillas.

Desde que las calles estaban llenas de peligros de contagiarme, sólo estoy afuera los minutos indispensables y apenas termino la misión que me hizo salir, corro a mi departamento.

Allí adentro me espera el anafe.



lunes, 24 de julio de 2023

Juanpi y Marce

Juanpi y Marce empiezan una partida de ajedrez.

Juanpi abandona por la mitad porque se aburre.

Marce le reclama terminar la partida.
A Marce, Juanpi le parece un inconsecuente.

A Juanpi, Marce le parece un denso.

 

 

Mónaco

Tuve un primo al que le pasaron tantas cosas. Todas malas. Vivió como cuatro o cinco infiernos. 

Cuando llegó a los 40 vivía solo, sin padre (que necesitaba desesperadamente) ni madre (que necesitaba desesperadamente), salido de 13 años en el Borda, su vida consistía en: uno, cobrar la pensión por invalidez; dos, pagar las cuentas y tres, comprar medicamentos.

Estaba completamente dedicado a eso.

Esas actividades lo llenaban. Casi lo rebalsaban.

Apenas podía con eso.

Era admirable el afán con se dedicaba a esos tres cometidos.

Esa vida la daba la misma intensidad que sentía Ayrton Sena en una carrera.



A propósito, mi primo amaba el automovilismo.

La esperanza no es la fe

La esperanza es la expectativa de no saber cómo será el fruto.

Si preferirá el día o la noche.

Qué decisiones tomará.

Si disfrutará el sol o la lluvia.

Si será venenoso para las liebres o sabroso para los caballos.

Si será consciente o si sólo dormirá.

Si será uno o una multitud.

Si se reproducirá en un bosque de árboles que den multitudes de frutos.

La esperanza es no saber cuándo la semilla dará fruto.

Tal vez en tres días, tal vez en tres mil años.


Esa es la esperanza.

La fe es sembrar la semilla y regar lo que se espera.


Mi vida con Mabel

Mabel y yo estuvimos 28 años casados.

Cuando cumplimos 25 años, hice un examen de nuestro matrimonio.

Ya no estábamos enamorados.

Ya casi no teníamos sexo.

Cada uno tenía su dinero.

Cada uno tenía su grupo de amigos.

Nos interesaban cosas muy diferentes de la vida.

Veíamos la realidad de un modo muy distinto.

Y entonces, ¿por qué seguíamos juntos?

Porque nos llevábamos bien en el cotidiano.

Cocinábamos y comíamos juntos, estábamos cómodos durmiendo en la misma cama, nos hacíamos compañía, no nos peleábamos, nos poníamos de acuerdo fácilmente en las cosas prácticas, nos resultaba muy fácil llevarnos bien, ninguno quería cambiar al otro , nos aceptábamos como éramos.

Sin embargo yo estaba vacío por dentro.

Comprendí que a ella las cosas más mías no le provocaban nada. Es como si ella atravesara un río y saliera seca.

Yo necesitaba que lo más propio de mí le causara alguna cosa, para que yo no me muriera en vida.

Como estábamos, yo podía seguir toda la vida, toda la vida con cariño y un buen llevar, pero no se me disolvía la necesidad de que mis cosas la hicieran vivir —para que así mis cosas se encendieran y dieran fruto y le hicieran bien a otros.





domingo, 23 de julio de 2023

Refugiado

Me acobarda la enfermedad.

El frío.

Todos afuera me parecen extraños.

Sé que vendrá la miseria que destrozará a la gente y luego la represión, la policía, el ejército disparando contra las personas, secuestrándolas, torturándolas, asesinándolas.

Temo por mis hijos.

Temo lo que hay afuera, corro a mi refugio, me agarro adentro de mi guarida.

Aquí tengo internet, calor, mi cama, ropa, remedios, comida.

Me entretengo con mi trabajo y actividades que me alienan.

Debo alienarme porque también sé que estoy dentro de una tumba.

 

 

La industria de la medicina

 La industria de la medicina empuja a las personas a una cama en un hospital, con una multitud de tubos que conectan su cuerpo con máquinas y bolsas, por donde entran medicamentos que hacen funcionar la fisiología del cuerpo, y toman decenas de medidas con complejos aparatos.

Por un lado, es indispensable utilizar el conocimiento y los recursos de las ciencias médicas —es maravilloso que tengamos la medicina.

Por otro lado, es muy difícil hacer cualquier contacto con la maquinaria de la salud sin ser absorbido por su industria.

 

 

Pienso “qué bajo estoy cayendo”.

 Pienso “qué bajo estoy cayendo”.

No es más que la decadencia natural que sobreviene con la edad.

Las opciones que me quedan son pegarme un tiro para quedarme de oro, stay gold, con lo cual más que de oro, me transformo en hongos y gusanos, o seguir cayendo.

Cada vez más.

Caeré de una manera lastimosa, porque no creo que sepa cómo caer con elegancia.

 

 

 

viernes, 21 de julio de 2023

El chino no te mira a los ojos

Podría ser grosero de su parte, porque podrías tomarlo como un desafío, una impertinencia.

Además, no está bien la expresividad innecesaria —y en los ojos, una persona quizás no puede dejar escapar la expresión de un sentimiento o un parecer.

Por otra parte, un chino no necesita mirarte para sacarte la ficha: lo hizo de lejos, sin que te dieras cuenta.

En esto, actúan igual que los gatos, que simulan incluso la indiferencia que sienten.

Los chinos, en fin, son humanos sagaces.

 


Claro que no hay “el chino”, “la China”; sólo existe la construcción que alguien se hace.

Pero tampoco hay un “alguien”, individual o colectivo.

Una mirada es algo que se construye todo el tiempo, como con el fluir del agua un río es un río nuevo cada instante.

sábado, 15 de julio de 2023

La Verdad os aterrorizará

Hay escritores como Juana Bignozzi, como Handke y como Pessoa, que son absolutamente valientes y absolutamente cobardes ante la verdad. 


Tendréis el coraje temerario de mirar la Verdad a los ojos, y la Verdad os aterrorizará.


Quizás puedan ver la verdad por su condición, o quizás son así porque ven la verdad.

Tienen la obligación de decirla. Tanto absoluto es inútil si no le dicen la verdad a los demás.


Ariel desespera

 Ariel desesperado. Las cosas lo tironean.

El trabajo, la familia, la dispersión, las películas, la política, la novia, más trabajo, los amigos, el fútbol.

Todo lo tironea como quien se lleva alguien de un lugar agarrándolo del pelo.

Se le van las horas y horas y no le queda tiempo.

Le llevan horas y horas, y él quiere zafar porque necesita ir hasta el espejo y poder mirarse.

El regreso del terrorismo de Estado



El caudillo Morales utiliza técnicas del terrorismo de Estado.

 

Murió Hebe, murieron muchas madres.

El Nunca Más quedó acorralado en un reducto. La mayor parte de la sociedad lo considera pasado.

“Se hizo lo que se pudo, ya está. Seguir con el tema es obsesión”.

Otra gran parte, las nuevas generaciones, no tiene idea de que hubo una dictadura.

Entonces, ya está rehabilitado el terrorismo de Estado.

 

Morales lo usa como campaña política.

Sabe que le da más votos reprimir que respetar los derechos de las comunidades originarias.

Un grupo de periodistas de Buenos Aires andábamos por Purmamarca, invitados por una empresa turística. Íbamos en un colectivo por una calle estrecha. En medio de la calle había un auto parado. El conductor tenía rasgos andinos. El chofer del micro se asomó y le gritó: “¡Salí, kolla de mierda!” Sabía que éramos porteños, gente de Palermo; no desconocía el espanto que nos causaría el insulto. Lo gritó lo mismo, con una violencia tal que nos convenció de que en pocos minutos bajaría con un palo y empezaría a los palazos con el hombre.

Ese chofer, ¿no está con Morales ahora?

 

Si Morales lo usa como campaña, el fascismo cuya carta de triunfo es la abominación de Patricia Bullrich puede utilizarlo como experimento.

Ya no mide cuánta oposición genera la represión, sino cuánto apoyo.

 

Hubo aquella ministra de Seguridad académica que utilizaba los recursos de la antropología para mantener un diálogo con los mapuches. ¿Recuerdan el nombre? Pasó.

Y ahora el presidente del PJ le pide cuentas a los peronistas de Jujuy que convalidan al tiranuelo Morales.

Sin embargo, el mismo hombre, en el rol de presidente de la Nación, no hace nada.

El ministro del Interior recibió a un chico que la policía jujeña hizo perder un ojo y el ministro de Seguridad mandó la Gendarmería para desalojar los cortes de las rutas nacionales 9, 34, 52 y 66.

De lo que está haciendo Cristina para detener la represión en una provincia del país del que es vicepresidenta y la política más lúcida y poderosa, no sé nada.

Tampoco sé nada qué está haciendo el candidato a presidente, Sergio Massa. Hay algo de boletas electorales desacopladas o algo así, tecnicismos del sufragio.

 

Jujuy también es campaña.

Usado para ganar votos, para medir el apoyo a la represión o para hacerse el boludo.

 

 

jueves, 13 de julio de 2023

Soy horrible leyendo o escuchando poemas

 Antes del minuto o del quinto verso, ya me agarra el síndrome ese de los niños que no se pueden estar quietos y me dispersé.

Pero lo que escriben algunos poetas como Orozco, Pessoa, Drummond de Andrade, Bignozzi, Handke, Vallejo, me atrapa, creo que porque aunque ellos fueran unos cobardes pusilánimes, su consciencia mira la verdad temerariamente.

 

Seguramente conocen este poema de Drummond de Andrade

 

La infancia se ha perdido.

La juventud se ha perdido.

Pero la vida aún no se ha perdido.

 

El primer amor ya pasó.

El segundo también pasó.

El tercer amor pasó.

Pero aún continúa vivo el corazón.

 

Perdiste a tu mejor amigo.

No realizaste ningún viaje.

No posees tierra, ni casa, ni barco,

pero tienes un perro.

 

Algunas duras palabras

en voz  tenue, te golpearon.

Esas, nunca, nunca cicatrizan.

Sin embargo,  ¿existe el humor?





sábado, 8 de julio de 2023

Cuando ganamos una Copa



No sé para qué es un premio si no es para levantarlo bien alto, abrazarnos todos juntos y todos juntos saltar gritando “DALE CAMPEÓN, DALE CAMPEÓN”, “SE LO DEDICAMOS A TODOS, LA REPUTA MADRE QUE LOS REPARIÓ”, y cosas así.

Me dieron este premio a mí, con mi nombre y apellido, lo cual tiene una dosis de injusticia flagrante. El premio fue por la trayectoria de divulgar China en Argentina, y entonces, ¿cómo no me dieron el premio junto a Néstor Restivo?

Me encanta recibir premios porque eso la hace feliz a mi mamá.  Luego me quedo un poco revoltijado, porque entonces el premio no es para mí, sino para ella.

De una manera distinta, mis premios también son cosas de mi papá; ganarlos fue siempre desafiar su reprobación de mí; luego, estos premios de China prueban mi esfuerzo por pedirle disculpas por haber renegado de mi origen chino, y ahora él está orgulloso. Total que también son premios para él.

Así, voy de mi madre a mi padre, de mi padre a mi madre, y a veces no sé si existo.

Por otro lado, este premio también muestra que China me atrapó. China atrapa igual que un planeta muy grande tiene mucha fuerza de gravedad y atrae más que un planeta chico. Prácticamente todo lo que hago está relacionado con China, lo que por un lado está muy bueno, y por otro lado no está tan bueno, porque también me interesan otras cosas. Pero la atracción de China me impide tener tiempo y energía para otras cosas. Quiero vivir más vidas, muchas vidas, y no sé si China me va a dejar tiempo y fuerzas.

Finalmente, hay un ingrediente del premio que sí es cosa mía. Que no pertenece ni a mi madre, ni a mi padre, ni a China.

Cosa mía es, por ejemplo, cuando escribo y conecto con algo. Como una fruta extraña que goteara una miel adentro de mi boca, ese algo me entrega una sustancia para que yo la escriba, y a su vez me atrae para que yo vaya en busca de más frutas.

En mi vida he constatado que todo lo que no es mandato de mis padres (de la sociedad, de la moral, todo lo que viene de afuera), o sea lo que es cosa mía, aquello que es genuino, la fruta que encuentro sólo yo, siempre lo hago con mis amigos.

Cuando dije que el premio era para todo el trabajo que están haciendo los argentinos por conectarse con China, me dijeron que era un demagogo. Es cierto, pero también tengo la convicción, como dije antes, de que darle el premio o la autoría de algo a una sola persona es una ficción maniquea de una época individualista.

Cuando yo tenía diez años, me gané un trofeo. No sabía qué hacer con el trofeo. Mientras regresaba caminando a mi casa, me desvié hacia un lugar que había encontrado en la ciudad donde vivía. Era una casa en construcción abandonada. Nadie entraba allí. Me metí y me quedé en una intimidad absoluta, y me quedé dormido con el trofeo en la mano.

Hace unas semanas, cuando me dieron este otro trofeo en China, tan lindo que se parece a la Copa Libertadores, sentí la misma soledad. Al volver al hotel, en vez de entrar, así con el traje y todo, deambulé sin rumbo, hasta que encontré un puente peatonal sobre una autopista. Subí al puente y me senté en la mitad, en el piso. Pasaban millones de autos por abajo y cientos de personas por el puente. Yo sentado allí con el trofeo en la mano estaba en perfecta intimidad.

Y en esa intimidad, pensé en Néstor, en Camilo, y en los amigos con quienes he transitado el camino de China desde hace más de once años.

No idealizo a mis amigos. Siempre quiero más de ellos. No puedo aceptar que nos quedemos donde estamos.

Sigo teniendo fe en que podemos hacer más contacto, un contacto más profundo.

Alguien escribió en un papel la receta de lo que podemos hacer los amigos. Hizo un rollito con el papel, lo puso en agujero de un árbol que está dentro de un bosque y yo no puedo abandonar la búsqueda de ese papel. Cada vez que lo encuentro, no puedo abandonar la intención de que hagamos lo que está escrito en ese papel.

Lo que está escrito es esto:


HAGAN CONTACTO


Tengo fe en que las personas que deseamos, los insatisfechos, podemos hacer contacto entre nosotros, y en que eso nos cambiará —un poquito, en mínimas dosis, como gotas de rocío— nuestra vida.




jueves, 6 de julio de 2023

Pagá

 Cuando vas a un espectáculo gratuito que ofrece un centro cultural del Estado, no es gratuito. Lo pagaste con impuestos (cada vez que cobrás o pagás, o comprás un paquete de arroz, pagás IVA o una cantidad de impuestos a la transferencia de dinero).

 

Siempre pagás.

Pagás sabiendo o sin saberlo.

Es mejor pagar sabiendo.

Cuando pagás sin saberlo, no sabés cuánto pagás ni a quién.

Cuando creés que zafás de pagar, pagás con la miserabilidad de querer zafar y con la condición de parásito.




Quien mira la vida de otro

Carlos Fuentes, creo que citando a alguien, dijo que los rusos no escriben novelas sobre personajes sino sobre almas.

Una corrección similar es necesaria para comprender que los chinos no te miran, sino que miran tu vida.

Pienso en qué mira mi padre de mí y qué mira Yang Ke cuando mira a su novio latinoamericano. En realidad fue la sorpresa de él lo que me suscita este pensamiento. Yang Ke ha observado en silencio a Martín ("Ma-tín", le dice ella), y vio que es un muchacho de alma bohemia, que jamás hará dinero ni jamás podrá dejar de dibujar, leer poemas, tener charlas de toda una noche sobre cualquier tema. Lo ha aceptado como es —altamente inconveniente como pareja, pero ella está enamorada de él. Como lo chinos, Yang Ke manifiesta su amor en obras de benevolencia para la persona que quiere. Entonces, alquiló una pequeña sala en un parque de Beijing, para que Martín dé clases de dibujo.

Es decir, ella lo favoreció mejorándole la vida, encauzándola y convirtiendo la etérea nube que tiene en la cabeza, en subsistencia.

Él quedo anonadado; no conocía esa clase de amor.

Así, mi padre observa qué quiero, piensa en cómo puedo conseguirlo, analiza dónde me trabo, lo que es irremediable, cuáles son las circunstancias de mi vida y, si puede, me ofrece una ayuda.







Qué asco los pobres

 Todo es dosis.

Hasta el Premio Nobel de la Paz Barack Obama, que mandó a matar gente en Siria, Yemen, Afganistán, Libia, Irak, Pakistán, Somalia, tiene una dosis de amor.

Hasta Messi tiene una dosis de indolencia.


Todos tenemos dosis de muchas cosas.


Especialmente en Occidente en algún momento (seguramente Walter Benjamin o Michel Foucault lo identificaron) surgió el postulado de qué la pobreza enaltece.

Ser pobre es ser buena persona.


Claramente una falacia del consecuente, pero muchos tenemos dosis de ese precepto.


En algunos se nos combina con el de la bohemia: “soy pobre porque me dedico al arte, al pensamiento, a lo más elevado de la ser humano, y esta sociedad criminal, que crea ricos explotadores de pobres, premia a los que alimentan la máquina capitalista, enfervorizándolos con la productividad, y castiga a los artistas”.

En este argumento, la pobreza es exhibida como trofeo.  


Pero insisto, también esa postura es una dosis.


Una persona que tiene esa dosis, también puede tener una dosis de una sustancia muy diferente, la del medio pelo. 

Arturo Jauretche le dedicó un libro entero a esa dosis, hecha de quienes “tratan de aparentar un status superior al que en realidad poseen”.

“Aspiracional”, lo llama la sociología, porque esta sustancia está hecha de la aspiración de alguien de clase media a hacerse rico.


Las mujeres casándose con un vestido blanco con una cola de cuatro metros para parecer de la realeza. 

Los raperos que usan una marca carísima exclusiva para los conchetos. 

Ir a tomar café a La Biela, mostrar que se viaja, en fotos, ofreciendo detalles o exhibiendo en la casa souvenires de lugares lejanos, en lo posible exóticos, mandando a los hijos a aprender inglés, demostrar que se tiene cultura, que se tienen gustos exquisitos, saber hablar de vinos, conocer a tal persona importante, pertenecer a tal círculo exclusivo, como aquel sindicalista que pagó una fortuna (de su capital robado a sus compañeros trabajadores) para que lo aceptaran como socio del Jockey Club. 


Esta dosis es muy universal. Quién no tiene algo de querer ser más que lo que es.


Y ¿qué hay de malo en querer disfrutar?

¿Qué hay de malo en desear más?

¿Quién soy yo para impugnar a quienes disfrutan de unas vacaciones en Mar del Plata, tomando mate con tortas fritas en el Briston Hotel, pisando la misma arena que los Peralta Ramos?

¿Quién soy yo para impugnar a una madre que vive con su familia en la Villa 11-24, que se desloma para mandar a su hija a la universidad para que sea doctora?


No puedo ver nada de malo en disfrutar ni en desear más, en realidad me parece muy bien, lo aliento en mí, en mis hijos, mis amigos —salvo en lo que esta dosis tiene de afirmación de un sistema en que no existen ricos sin pobres que esos ricos explotan.


O sea, la aspiración del medio pelo tiene una dosis de placer porque “otros no tienen lo que yo sí tengo”. 


Y una vez más, aunque no exista esta última dosis, salvo en algún exótico país donde existen ricos pero no existen pobres, la única manera de que existan ricos es que haya pobres.


Casi no conozco casos de personas que deseen ser ricos y que no sientan una dosis —aunque sea insignificante— de desprecio por los pobres.




lunes, 3 de julio de 2023

Soluciones

Pierde la canilla del baño.

Llamás al plomero, la arregla.

Problema y solución.

Solución automática.


Y entonces nos creemos que todos los problemas tienen una solución.

Quizás estemos en un error.


Te dio parálisis facial.

Vas a hacer lo que el médico te indica, pero para toda la vida te va a quedar una marca en la boca —la boca pierde simetría— y te va a quedar un ojo más chico que el otro.

Pero ¿eso era un problema?

¿Por qué?

Quizás lo construiste como problema porque así lo podías solucionar.


Se te ha muerto el perro, se te ha muerto tu hermano. No es un problema, es una fatalidad. Ni se te ocurre pensar en una solución.

Entonces no corramos a tapar cualquier situación creándola como un problema para darle automáticamente una solución.

A lo mejor la tiene, y entonces, ¡bingo!

Pero si no hay solución y le echamos encima lo que creemos que es una solución, sólo empeoramos las cosas.

Si alguien necesita decirte que está preocupado, podés recibir su preocupación, podés acompañarlo y podés decirle algo si te lo pide; podés hacer algo para aliviar un poco su angustia. Pero es probable que no tengas la solución.

Si hay solución, saldrá si lo acompañás, no necesariamente porque seas el plomero.

Tirarle desde arriba una solución y salir corriendo es sólo sacarte de encima la angustia de la otra persona —esa actitud, a propósito, te surge porque querés a esa persona, o sea, porque sos una persona amorosa.

Bien, sé amorosa, pero no seas simple.




Amistades

Con la mayoría de las personas no se pasa de la superficie.

Con algunas se puede profundizar un poquito.

Con muy pocas, se puede profundizar.

Con casi todas esas muy pocas, se encuentran escollos. Se puede profundizar en algunos temas y en otros no.

Con menos personas que dedos tiene una mano se puede uno abrir de par en par y recibir todo lo que nos dan.

Con esas, se produce un abrazo de almas.

Hay quien busca eso con las demás personas.

Y cuando más busca, más frío lo deja la gente con la que no pasa de hablar del tiempo que tarda la obra social en reembolsarle los huevos en escabeche.




sábado, 1 de julio de 2023

Los monos de la isla

La segunda isla más grande China es Hainan, una isla tropical.

Allí está la Reserva Natural Isla de la Bahía del Sur de los Monos, o algo así (南湾猴岛自然保护区).

Es una reserva natural para que vivan los monos.

Está concebida con la particular concepción de naturaleza que prima en China, menos mascotizada hipócritamente que en Occidente, donde la naturaleza es como un santuario con el césped bien cortado y los animales y plantas angelizados.

La naturaleza china es mascotizada frontalmente. Hay desierto, se foresta cada centímetro cuadrado. 

¿Dónde se siembra arroz se pueden sembrar peces? Se los siembra y luego se los come.

¿Los osos panda gustan? Se los transforma en ventaja diplomática.

En la reserva de la isla Hainan los monos la pasan bomba, porque ni los tigres ni los hombres se los comen, tienen comida como si fuera el Edén, y también trabajan para dejarle dinero a la sociedad, porque somos, monos y humanos, parte de los mismo. Es la famosa armonía.

Nada de la necesidad de los ecologistas urbanos que visten anteojos de marcas, de que exista el infierno —los humanos— y el Cielo —la naturaleza, los monos, los indios.

Entonces los monos andan por la selva, pero también hay un show en el que los monos andan amaestrados en bicicletas, fuman disfrazados, etc. 

Y hay una jaula con un cartel que advierte que allí están presos los monos agresivos.