domingo, 25 de junio de 2023

Jujuy, China y el próximo gobierno argentino

La represión en Jujuy no parece un acto espontáneo de un autoritario caudillo de mal carácter. Las homogeneidades que recorren los Andes son precolombinas y siguen vivas. El poder coercitivo de los gobernantes nuevos reprimiendo sin piedad a las masas de pueblos ancestrales lo hemos visto en los últimos años en Bolivia y Perú en modo desatado.


Lo que sucede en los Andes muchas veces se expande en el resto de Sudamérica. Los Andes concentran el litio, destinado a ser indispensable como fuente de energía del futuro, y los Estados Unidos, a través de su jefa del Comando Sur, Laura Richardson, han dejado bien claro que le pertenece. Es muy difícil no pensar que hay una relación entre la represión a las comunidades originarias en cuyos territorios está el litio, con la reivindicación de los Estados Unidos (“América para los americanos”) de que el litio sudamericano es parte de su jurisdicción. 


Por otra parte, China, que hace una apuesta descomunal a las energías renovables, necesita el litio de Argentina, Chile y Bolivia. La presencia de empresas chinas explotando el litio en Jujuy, Catamarca y Salta despierta la alarma de Estados Unidos.


Con la demanda de China, podemos tener en el litio un recurso que genere riquezas cuantiosas para la Argentina. En el ámbito político empresarial, las dos posiciones enfrentadas respecto de cómo aprovechar el litio en los próximos años, o sea lo que deberá decidir y ejecutar el próximo gobierno de Argentina, es exportar el litio con valor agregado, o bien venderlo como commodity, como hacemos con la soja, algunos productos de la minería y la carne vacuna.


Cada uno de estos dos esquemas determinará una forma diferente de la distribución de la riqueza que será generada.

El solo agregado de valor al litio, ya implica una distribución mayor que la venta del litio como materia prima, por la creación de trabajo, de proveedores, de investigación y desarrollo, de logística, etc. La industrialización del litio admite una graduación que va desde un procesamiento básico para hacerlo apto para la fabricación de baterías, a la fabricación de baterías en distintas escalas, hasta la producción de una amplia gama de vehículos eléctricos, desde pequeños robots para manejar depósitos hasta ómnibus.

Por otro lado, la exportación del litio crudo es el esquema colonial en el que Argentina, como país subalterno, vende sus recursos naturales a cambio de manufacturas. Es el camino que conocemos, el más cómodo, el más viable y el que concentra la riqueza en pocas manos.


La cuestión del litio tiene una historia más sustanciosa en Bolivia, donde fue motivo del golpe de Estado contra Evo Morales, en el marco de lo que Rafael Correa llama Plan Cóndor II. 

Evo buscó ir más allá de la producción del carbonato de litio y comenzó a buscar socios para producir toda la cadena del litio hasta producir autos eléctricos. Incluso dijo que “tenemos que juntarnos como América Latina, industrializar el litio bajo la administración del Estado. Si trabajan juntos industrializando el litio, Bolivia y Argentina pueden ser potencia.”


En la decisión de cuál de los dos esquemas va a adoptar el próximo gobierno argentino, no es ajena la negociación con China. Por supuesto que si le ofrecemos el litio crudo, China lo va a tomar. Pero si lo que queremos es agregar valor, el nuevo gobierno va a tener que negociar con China. 

Y entonces nos conviene conocer mejor a China. Conocemos a sus empresas en tanto se comportan como empresas del neoliberalismo, pero además son chinas, o sea, tienen sus particularidades. 

Por ejemplo, ¿son empresas estatales o privadas? ¿Cómo se comportan, si son estatales? ¿Qué relación tienen con el Estado, si son privadas?

En tanto empresa neoliberales, cuyo único objetivo es el lucro, operan con las diferentes legalidades de hecho en nuestros países, las que incluyen la transgresión de normas laborales, ambientales y leyes en general. En la negociación para que dejen beneficios sin transgredir las normas, es indispensable conocer la mentalidad china. 

Por ejemplo, ¿qué objetivos tienen más allá del lucro? ¿Cómo se toman las decisiones en su interior? O también es indispensable comprender la adaptabilidad con que las empresas chinas avanzan, tanto como su ambición y determinación de cumplir sus objetivos.

Es necesario que el próximo gobierno argentino comprenda el modo en que China, a través de sus empresas, va avanzando en espacios económicos, en negociaciones, invirtiendo, creando riquezas que otros no crean, allí donde otros no apuestan. Lo hace sin desplegar poder coercitivo (China no hace negocio con la guerra, no tiene un solo soldado disparando tiros fuera de sus fronteras). Por otra parte, tampoco interfiere en la política interna de los países con los que negocia.

¿Cuáles son sus principios y los mecanismos de esta estrategia, cuáles son sus motivaciones, cuáles son sus límites, cuáles son sus contradicciones?

Es indispensable hacerse las preguntas correctas y buscar respuestas. Es indispensable observar a China, comprenderla, anticipar sus movimientos, para descubrir la mejor manera de ganar juntos. 

Quienes tomen las decisiones en el próximo gobierno argentino son los que deben tener más claridad sobre China, porque China está inevitablemente en nuestro futuro. Pero también deben conocer a China los que fundamentan esas decisiones (esto se llama democracia), o sea, los sindicalistas, los periodistas, los docentes, los intelectuales, los líderes de los movimientos sociales, los profesionales de los distintos campos.


Renunciar a conocer a una potencia con la que tratamos, es subordinarnos a ella. Conocerla con toda nuestra capacidad, para que la relación sea de mutuo beneficio, y que el beneficio nuestro sea distribuido de una manera equitativa en toda nuestra sociedad, es ejercer la soberanía nacional.





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