viernes, 27 de mayo de 2022

Caníbales colibríes

Los humanos somos seres sintientes.

Pero no somos los únicos.

También son seres sintientes los perros.

Los venados.

Las vacas.

Los cerdos.

Los colibríes.

Los pulpos.

Las merluzas.

Y también las lombrices, que se retuercen desesperadas cuando sienten que se las asesinará.

Y también las moscas.

Y las plantas.

(Los botánicos lo han demostrado de muchas maneras, y ni siquiera necesitamos de los botánicos para saber que sienten la presencia del sol).

Las berenjenas son seres sintientes.

Los cactus.

Las batatas son raíces sintientes.

Y son seres sintientes los organismos unicelulares, que están vivos.

Incluso los virus, que desarrollan estrategias para sobrevivir y colonizar y multiplicarse.


Los seres sintientes somos, en fin, caníbales.


Nos devoramos unos a otros.




No podemos evitar ser caníbales.


Pero podemos evitar la crueldad, el egoísmo y el desinterés por los demás.


Hay quienes se dedican a hacer campañas para que los humanos no comamos chanchos, pero no se interesan en absoluto por los niños quemados vivos en las guerras y las personas que mueren horriblemente de hambre, de drogadicción, en una cárcel, como víctimas de un sistema de explotación.


Pese a ser caníbales, podemos ser solidarios.


domingo, 15 de mayo de 2022

Milei, el ultraliberalismo y lo que nos puede tapar

 Una encuesta del mes pasado de Satisfacción Política y Opinión Pública de la Universidad de San Andrés (UdeSA) muestra a Milei como el político con mayor imagen positiva.

Ciudad de Buenos Aires 56,1%

Mendoza 54,2%

Córdoba 51,4%

Entre Ríos 50,2%

Provincia de Buenos Aires 46,2%

Provincia de Santa Fe 48,7%

La Rioja + 50%

Salta + 50%

Tucumán + 50%

Jujuy + 50%

 

Se interpreta que este éxito se debe a lo que aporta Milei.

 

No me importa mucho Milei, me parece un actor que hace de tipo tomado por el exabrupto, como Casero.

 

En todo caso, el fenómeno Milei desnuda la mediocridad del análisis político.

Es una mediocridad surgida de la misma fuente de Milei, el fanatismo que sólo tiene convicciones y bloquea por completo la crítica y el pensamiento.

En esto, Milei no está solo.

Los medios que defienden los intereses de los sectores hegemónicos se conducen de modo fanático y también lo hacen los medios de sectores que quieren representar a toda la sociedad.

 

Como fenómeno nuevo, Milei es un bleuf. Empezando por llamarse “libertario”.
Libertarios eran los anarquistas que sabían que el bienestar de todos se alcanzaba cuando la sociedad de liberaba de las estructuras de poder, para lo cual era necesario desmantelarlas y acabar con la propiedad privada.

La propuesta que lleva a Milei al éxito es exactamente la contraria.

Pareciera que el instinto de nuestra sociedad nos está mandando meternos más y más en el neoliberalismo.

 

Cuando se piensa en la libertad como “tu libertad termina cuando empieza la mía”, se está instituyendo una forma de sociedad.

Se acepta y se establece una sociedad compuesta de individuos. Cada individuo es una burbuja.

Una burbuja de libertad, de intereses, de derechos.

Por eso, la única resolución de conflictos en la que se piensa es en la cesión.

 

¿Qué tiene de nuevo esto?

Nada.

Es el modelo que parió el capitalismo y que el capitalismo fue materializando y sofisticando con el liberalismo y el neoliberalismo.

 

Igual que los norteamericanos y que las clases medias altas de América Latina, los argentinos queremos (a nuestro estilo peronista, que queremos para el pueblo lo que tienen los ricos) ultraliberalismo.

 

Algunos comprenden que no nos conviene. Es el peor esquema para que todos estemos bien, porque es un esquema diseñado para que sólo una cantidad mínima esté bien.

 

La mediocridad intelectual tallada por el fanatismo nos está impidiendo comprender que una sociedad hecha de burbujas es sólo un modelo de sociedad entre una cantidad casi infinita de otros modelos.

Así se ve en la historia de la Humanidad.

 

Y no es necesario ir a estudiar el modelo de las islas de la Polinesia del siglo IX a.C., porque hay otros modelos ahora.

 

Tampoco hay que ir a buscar otros modelos a un pueblo perdido de Tayikistán, porque son modelos masivos.

 

Por mi oficio, me toca tratar con China. China tiene otro modelo.

 

No es que no comprenda el neoliberalismo —de hecho, se ha aprovechado del neoliberalismo para llegar a ser el gigante que es en este momento.

 

Pero su sociedad no es neoliberal. Es imposible comprender bien a la sociedad china hablando de los derechos de los individuos, de la libertad personal, de su propiedad privada, porque la sociedad no está basada en la premisa del individuo. El socialismo le cabe a China más que a otros países porque en el socialismo encuentra una forma más adecuada para desarrollar el modo en que se ha constituido.

 

Desde nuestra perspectiva, decimos que la estructura social china está basada en que la comunidad se impone al individuo. Pero es un modo de ver que tampoco ve claramente las cosas, porque seguimos abordando su realidad social con nuestras concepciones de “comunidad” e “individuo”. Nos falta comprender en qué medida comunidad e individuo no son términos opuestos, o más aún, en qué medida no son términos diferenciados o directamente, no tienen entidad.

 

Menciono China porque, como dije, es el foco de mi trabajo.

 

De ninguna manera creo que la sociedad china sea una excepción en este sentido.

 

Nada más mirar las sociedades andinas actuales posiblemente sería, para nosotros, desde acá, más enriquecedor que mirar a China. (Evo Morales tenía como ministro de Relaciones Exteriores a Fernando Huanacuni, un abogado investigador de derecho comparado entre las naciones andinas).

 

Por otra parte, no creo que podamos suplantar nuestro modelo social por el chino, ni por uno andino, ni nada por el estilo.

 

Pero las sociedades cambian, van en una dirección o en otra. Si comprendiéramos lo que está pasando quizás tendríamos una chance de hacer algo frente al movimiento de todo Occidente desbarrancándose hacia un ultraliberalismo fanático.

 

Perón comprendió esto cuando propuso que “el hombre es un ser ordenado para la convivencia social; el bien supremo no se realiza, por consiguiente, en la vida individual humana, sino en el organismo super-individual del Estado; la ética culmina en la política.”

 

Retrocedimos siglos respecto de ese pensamiento. Ahora podría ayudarnos si queremos superar este momento en que parece que es inevitable que termine tapándonos la bosta.

 

 


jueves, 12 de mayo de 2022

DISCURSO EN LA PRESENTACION DE "LA INTIMIDAD DE LAS ISLAS" EN SAN NICOLAS

Esto es lo que dije en la presentación del libro “La intimidad de las islas”, en el Patio de las Glisinas de la librería El Buen Libro, en San Nicolás, junto a Javier Tisera, Germán Aranda, Hugo Reina, Juan Aiello y Camilo Sánchez, el 7 de mayo de 2022.


1. Este es un libro coral.

Como cualquier libro, en la tapa tiene el nombre del autor de los textos. Pero el autor también es el autor de los dibujos —que en este caso es Juan Aiello— y el autor del objeto libro, que es el editor —en este caso, Camilo Sánchez.

Entonces, los autores somos los tres.


2. ¿Es un libro nicoleño?

Quizás sí, porque Juan y yo nacimos en San Nicolás.

En mi caso, nací en San Nicolás, pero viví muchos más años en Buenos Aires, Río de Janeiro, Nueva York, La Habana, Lima, Bariloche. ¿Tengo derecho a atribuirme ser nicoleño como alguien que dio toda su vida a San Nicolás?


3. Por cuanto soy nicoleño, me siento un poco de afuera, porque hay un San Nicolás que le pertenece a las familias tradicionales y un San Nicolás de los hijos de los inmigrantes —gallegos, italianos, vascos, chinos, de otros lugares de Argentina— , gente que no termina de ser admitida en ese corazón que está dentro de tres avenidas.


4. Sí es un libro nicoleño porque muchas de sus historias empezaron o sucedieron enteras en San Nicolás.


Entonces conté de qué trata el libro.


Tiene la historia de un tío mío, que quizás tenía problemas mentales, que se fue a vivir solo a una isla de las Lechiguanas, frente a San Nicolás, e iba camino a una soledad infernal si no hubiera sido porque lo encontró un perro y se hicieron amigos.


La historia de una chica de la que me enamoré cuando íbamos a segundo año de la ENET Nº1 y toda la vida estuvimos enamorados como dos planetas que giran uno alrededor del otro sin poder tocarse.


De la vez que yo andaba por un lugar muy remoto del interior de China y en una cena me encontré con lo más íntimo de la Argentina.


De cuando fui a pasar unos días con mi hijo que vive en Edimburgo, y me llevé la sorpresa de que él se había hecho hombre.


De los años que nos hicimos amigos en San Nicolás del cura irlandés Denis Fitzpatrick, en la época de la dictadura militar. De que un Falcon lo atropelló y casi lo mata porque el cura no se callaba nada y hablaba de las atrocidades que estaban haciendo los militares, y hablaba con los demás curas para que denunciaran todos juntos lo que pasaba. En mi relato, el cura me contó lo que estábamos viviendo, mientras los adultos que tenía alrededor hacían silencio.

Le pedí a esos adultos, que se han mantenido en silencio hasta hoy, que nos pidan disculpas por no haber hecho lo que hizo ese cura.


Finalmente, dije que ese cura en Argentina, por ser irlandés y por no ser sumiso, era una isla.

Y que mi hijo, argentino en Escocia, también es una isla.

Y que yo, que no era el hijo del cura, ni soy el padre biológico de mi hijo, también soy una isla.

Que quizás, en alguna instancia, todos estamos separados de los demás.

Quizás en una instancia, todos estamos solos.

Pero que entonces, como islas, nos acercamos a otras islas, y que en ese movimiento, es que quebramos, no la condición de islas, pero sí la soledad.


Y que eso era lo que hicimos presentando el libro en San Nicolás: lo llevamos para entregarlo a nuestros amigos y familiares y nicoleños, para estar juntos.




miércoles, 11 de mayo de 2022

Algo malentendido

Cuando se cede, ya todo se fue al carajo.

“Alguien tiene que ceder”. Sí, para soportar algo para conseguir algún beneficio.

Eso es miseria.

A la mierda el beneficio.

Es beneficio real si nadie tiene que ceder, si todos están copados con lo que hacen juntos.

Una pareja no tiene que ceder para milonguear.

“Ah, pero ¿y si no se ponen de acuerdo?”

Qué busquen un acuerdo con el que estén felices.

“Ah, ¿y si no lo encuentran?”

Que lo busquen toda la vida.

Entendemos la vida con los demás para el carajo.

Entendemos la democracia, la horizontalidad, la convivencia para la mierda.

 

“Tu libertad termina donde empieza la de los demás”.

¿Qué es la libertad?

¿Una función del individualismo?

La libertad no empieza ni termina, la libertad es cuando todos somos hacemos lo que tenemos ganas.

Cuando todos nos damos baldazos en el carnaval, cuando “se mueve para acá se mueve para allá”, cuando marchamos todos juntos a la Plaza.

 

Los hinchas del pibe

Hay un pibito, en Boca, en la primera de Boca, no en las inferiores, sino que tiene que bancarse la presión bestial de ser titular en la primera, el equipo que juega contra clubes brasileños y eso.

Se llama Zeballos. 

Lo que quiero decir de él es que le gusta tanto, pero tanto, tanto, jugar a la pelota, que todo lo demás le pesa, pero parece que no le afecta lo mucho que disfruta.

Si anda por la calle, anda pateando lo que encuentra, una piedrita, un vasito de plástico. 

Si llega a pasar por una plaza donde están jugando, le agarra la angustia de ganas de que se les vaya la pelota para donde está él.  

Es capaz de jugar un picado con una botella de gaseosa vacía como pelota.

Es ese mismo placer que tiene Messi. Puras ganas de jugar a la pelota.

Purísimas.

Y en los partidos eso se ve. Por eso a veces hace macanas, pero también hace cosas maravillosas.

Y muchos hinchas lo festejan.

Hay hinchas, y especialmente periodistas, que no. Lo putean porque no es profesional, porque boludea, porque pierde la pelota, porque no la pasa cuando lo lógico es pasarla.

Él no les dice que no tienen razón.

Nada más juega,

Y también hay hinchas que comprenden. 

No comprenden con la mente, comprenden como hinchas eso de que le gusta tanto, tanto jugar a la pelota. Y por eso lo quieren. En los partidos lo aplauden mucho.

Esos son los hinchas que hacen el fútbol. 



PS. Después de un partido en Santiago del Estero, un chiquito se metió en la cancha, la seguridad lo paró, Zeballos fue hasta él, el pibe le pidió la camiseta, él le dijo que no, que la camiseta no, pero le regaló los pantalones.


Doña Clara

Tengo un amigo a quien le encantan los tipos que se le parecen.

Le producen una alegría total.

Le encantaba Willy, el de Alf, porque era medio parecido a él.

Es una clase de personas, me parece, las que son felices cuando encuentran a otro que se les parece.

Así es doña Clara, la que vive al lado del Club Versalles.

Cuando paso y está barriendo la vereda, me paro a charlar porque es muy ocurrente y me resulta muy entretenida.

Le tiene miedo a todo.

Se la pasa mirando la televisión porque ahí encuentra de todo para tener miedo. La guerra en Ucrania, la inflación, los perros pitbull, los peronistas que “se vienen por todo”, los incendios en Córdoba, las vacunas, los ladrones, las feministas que “rompen todo cuando hacen las manifestaciones”. La lista es interminable.

Doña Clara le tenía un afecto especial al marido de una sobrina, incluso más que a la sobrina. Y el chiste es que el hombre era muy parecido a ella. 

No estoy sembrando ninguna sospecha al decir que era tan parecido que parecía hijo de ella. Eran parecidos como mi amigo y Willy. El mismo color de pelo, de piel, la misma manera de hablar, y encima, el tipo también le tenía miedo a todo.

Cuando había una reunión familiar y se encontraban doña Clara y él, tenían grandes charlas.

El tema es que el hombre murió el año pasado, de covid. Me contó doña Clara, esta mañana.

— Estuve muy triste por la muerte de González —me dijo—. Era un hombre joven, y estaba perfecto de salud. De un día para el otro se enfermó, a los cuatro días lo internaron y a la semana se murió. Parece mentira. Y yo estuve muy mal por eso. Muy mal. Bajé de peso, hasta tuvieron que internarme.

Doña Clara es muy guapa, pero tiene 88 años. 

Es viuda y tiene una hija, Mabelita, que tiene 60.

Mabelita nunca se casó. Ni se le conoció novio. Toda la vida vivió con su madre. Cada día de su vida estuvo al lado de su madre. Doña Clara la cuidó día y noche hace unos años, cuando Mabelita tuvo cáncer. 

Le pregunté a Doña Clara si se había recuperado de la internación y me respondió:

— Ya estoy bien. Ahora estoy bien. Ya como bien.

Hizo una pausa y concluyó:

— Lo que pasa es que tengo que estar bien. Tengo que estar bien para “la socia”, ¿vio? Si no, ¿quién la cuida?

Comprendí que “la socia” era su hija.

Saludé a Doña Clara, le dije “aliméntese bien, por favor” y seguí mi camino.






martes, 10 de mayo de 2022

El modo fanático

El fanatismo es un modo de relación con algo.


El fanático es fanático de —fanático de una religión, un dogma, un dios, o de una persona, un ídolo, un club, un país, una banda de música, una ideología, una facción política, valores culturales tradicionales.


Podría ser que en este momento se esté diluyendo el objeto del fanatismo para que sólo quede el modo.

Estaría quedando sólo la manera fanática de conducirse. 


El modo fanático es apasionado hasta la violencia, hasta la ferocidad.


El modo fanático es incondicional, no acepta condiciones. 

Se conduce pasando por arriba de todas las condiciones y los límites.

No respeta la ley, los códigos, los acuerdos, la ética.


No considera a los demás.

No respeta las consecuencias que su accionar le causa a los demás.


Lo objetivo, que es el acuerdo entre varios, no le importa, porque no importándole los demás, no le interesan los acuerdos.


Ningún acuerdo.

Inclusive la racionalidad.

Empieza reduciendo el análisis interpretativo para al fin abandonar todo pensamiento crítico. 

La irracionalidad es síntoma cabal del fanático.

Ya sabe, no necesita intercambiar para saber.

Ya tiene la verdad.

Es dogmático, maniqueo.

Para los demás, puede ser disparatado.


Sin respetar límites ni personas, puede hacer cualquier cosa.

El modo fanático, así, es desmedido, desaforado.


El fanático deja de lado su persona que existe en relación con los demás y se deja tomar por algo externo.

Encarna algo exterior a sí y lo hace con frenesí y con obsesión.

Milita aquello que lo ha tomado y a lo que pertenece.

Es ciego, intransigente.

Mata por ello. 


Mata a quienes no comparten su fanatismo.

No sólo no acuerda ni respeta los acuerdos, sino que es intolerante con los demás, los discrimina y los acaba exterminando.




En un país tan civilizado como Suecia hay un movimiento nazi potente.

El nazismo asesinó a seis millones de judíos, más de cinco millones de soviéticos, tres millones de polacos, medio millón de serbios, gitanos, eslovenos. Mató a 15 mil homosexuales. Asesinó a 270 mil discapacitados, por ser discapacitados. 


Sabemos lo que hizo la dictadura cívico militar en Argentina y en América Latina, y eso está siendo reivindicado por personas que tal vez gobiernen el país otra vez desde el año que viene.


Y sin embargo, no son fanáticos de.

Son sólo fanáticos.

Están en modo fanático. 


No surgieron de la brecha. La brecha entre la oligarquía y los aspirantes a oligarcas y el resto de la sociedad ya existía, y existían las dos posiciones.

La novedad es que las posiciones están actuando en modo fanático.

El fanatismo ensancha y profundiza la grieta.


El fanatismo como modo —emitido aquí y allá, como en algunos musulmanes, en varias sociedades africanas, en carteles de la droga en América Latina— ha sido instalado de modo hegemónico por Estados Unidos, el hegemón fanático. 


jueves, 5 de mayo de 2022

Club Social y Deportivo Gervasio Rodríguez

¿Cuál es el deseo del Club Social y Deportivo Gervasio Rodríguez?

Tiene un deseo.


¿Qué hace el club con ese deseo?

Amigos del Club Social y Deportivo Gervasio Rodríguez, no dejen el deseo cajoneado.

No lo olviden.

Trátenlo bien, es su tesoro.


No lo posterguen.

Tráiganlo al lado de ustedes.

Cuélguenselo del cuello como una medalla preciosa que les regaló alguien que quiere mucho al club.


Agarren su deseo, apriétenlo dentro de su mano.

Es la única vida posible que hay en este club.


¿Qué deseamos, chicas, muchachos?


No lo olvidemos.

Pongámoslo adelante en nuestra vida.

¿Qué somos, si no somos el Club Social y Deportivo Gervasio Rodríguez?


No es necesario que nadie abandone su vida, vos Juan seguís con el lava auto, usted Clelia seguirá con el bar de la estación de ómnibus, vos Raúl seguirás con el camión, vos Sole vas a seguir en Tribunales, nadie tiene por qué descuidar lo suyo, pero empecemos a hacer lo necesario para cumplir nuestro deseo.


El primer movimiento que hagamos, ya será empezar a cumplirlo.


Y es muy probable, pero muy probable, que salgamos campeones.


Y si no salimos campeones, habrá valido la pena jugar el campeonato.