martes, 31 de julio de 2018

Qué más


Los días que estuve quebrado, algo inválido, un par de amigos me deslizaron, con amable, exquisita sutileza, su preocupación por mi soledad. Me indujeron a que me preguntara qué sería de mí dentro de veinte años, si entonces tuviera un problema de salud más serio.
Tiempo después apareció un viejo amor. Con intuición imposible, sin saber que yo me había accidentado, sin que yo le comentara el tema que me rondaba la cabeza, me dijo “estemos juntos. Todos estos años me sirvieron para entender que te voy a querer siempre. Te voy a cuidar toda la vida”.
Te voy a cuidar toda la vida.

En fin que sigo solo.
Miro alrededor, veo a muchos que han tomado recaudos. Una pareja, una familia que formaron, la familia a la que pertenecen, una pareja para toda la vida.
Observo el precio que pagan por ese reaseguro.
Siento que si yo tomara recaudos, ya estaría condenado.
Y entonces pienso que de todos modos ya estoy condenado.

Bien, así las cosas, me voy a bailar por los rincones del hospital como hacía Joe Gideon, en patas, fumando. Quizás encuentre alguien a quien haga feliz un instante y le deje un buen recuerdo.
Qué más.





El año del meteorito verde

Hace tres año escribí esto: 

“No puedo creer que vi el meteorito verde. Estaba en la parada de colectivo y bajé hasta mitad de avenida Córdoba a ver si venía el maldito colectivo y ahí arriba, frente a mí, arriba de la Estatua de la Libertad del frente de la Facultad de Ciencias Económicas, estaba cayendo. Voy a repetir esto hasta que me muera. Le dije a mi sobrino Gastón y a dos señoras que estaba en la parada y me miraron con reservada incredulidad. 
Y ahora no puedo creer que nadie pueda explicar qué fue eso. En tres días todos se habrán olvidado y yo seguiré contando que lo vi, tratando de encontrar a alguien que también lo vio y no entendiendo como todo el mundo puede seguir como si tal cosa. Van a hablar de una carrera de autos, de las elecciones, de la bolsa de Shanghai, de Tinelli, van a hablar de un millón de idioteces, mientras deberían o explicar qué fue ese meteorito o hacer silencio.”

Unas semanas después viajaría a China por primera vez. 
Y poco después de mi regreso moriría mi madre. 

viernes, 27 de julio de 2018

En la sangre



Cuando vivía en Rio tuve una novia negra. Yo vivía en un departamento que me alquilaba el diario japonés para el que trabajaba, The Yomiuri Shimbun, y ella estaba en la cuadrilla de limpieza del condominio. Era perfecta. Ese año había sido elegida Rainha do Bumbum. Nos llevábamos muy bien. Charlábamos y jugábamos hasta que nos pusimos de novios. Entonces ella me llevaba a su barrio, en la zona norte de la ciudad, al lado de Duque de Caxias. Me llevaba a la casa de sus amigos, al club donde se hacían los ensayos de carnaval y a un terreiro donde se celebraban ceremonias umbanda. Pero nunca me llevó a la casa de su familia. Cuando le pregunté si estaba evitando llevarme con su familia me dijo que no me aceptarían. "En mis venas sólo corre sangre negra. No hay ni una gota de otra sangre". Por justiciero social que lo sacaron crudo del horno y no entendió nada, amé ese racismo. Se me hizo un racismo positivo, vengativo, y hasta amé sufrirlo. Hoy pienso en aquel episodio para entender que todos los argentinos tenemos aunque sea unas gotas de sangre gorila. Sangre que hace odiar a los negros y quienes están con ellos, desde Eva hasta Garbois, que hace rendirse ante la superioridad de la cultura, de hablar muchos idiomas, de amar a Europa, de ser superior por viajar y por consumir —o sea, tener el poder de comprar, y por eso ser un privilegiado, estar más arriba que los demás. Mientras quienes pensamos que eso no está bueno, no renunciemos a eso, vamos a tener los gobiernos que nos merecemos.

Conviene beber un poco de este limpiasangre:

Resista. Exista. Encuentre entre sus afectos la ciudad habitable. Organice la solidaridad. Cuide a los suyos, teja redes. Comparta el plato de comida cuando falte. Abrace y contenga. Déjese abrazar y pídalo cuando haga falta.
Lo quieren quebrado. Lo quieren asumiendo el imposible. Lo quieren muerto por dentro y esclavo. Grite cuando haga falta, mascullar hace mal al alma y a los dientes.
Renuncie a la resignación. Anuncie la exasperación. Contagie.
Camine dos cuadras más pero elija siempre a los propios, cada cual merece el jugo de los trapos que no lava. Esto es parte de la justicia.
No practique la empatía con los hijos de puta, puede convertirse en uno de ellos.
A la estética, ética.
Esquive la anestesia.
Diviértase, pero no se entretenga.
No se acostumbre.
No se acostumbre.
No se acostumbre.
Exista en la identidad.
Resista la autoridad.
Encuentre entre sus afectos la ciudad habitable.








jueves, 26 de julio de 2018

Prójimo



"No matarás" es el quinto mandamiento. Es interesantísimo.
Las iglesias no han tenido contradicciones a la hora de matar.
A un mandatario israelí le cuestionaron por qué Israel mataba palestinos, siendo que el Gobierno se declaraba religioso y él dijo que "no matarás" se refería al prójimo, y el prójimo era el judío.
Otro mandamiento es “amarás al prójimo como a ti mismo”.
Yo escuché eso un día y al otro día en la escuela tuvimos que hacer una redacción, escribí un cuento de ciencia ficción en el que hablaba de un planeta prójimo. La maestra me tachó "prójimo", le pregunté por qué lo había tachado y qué diferencia había entre próximo y prójimo, y no me supo contestar, sólo me tachó. Hijo de chino, ¿qué hice? Obedecí.
Pensé que la maestra tenía una razón oculta, no pensé que era una imbécil, y nunca más dije "prójimo”.

miércoles, 25 de julio de 2018

Distancias sorprendentes




Foto de la ciudad: millones de ventanas. Zoom a una de ellas, Paula amonesta a su amigo Federico: “por qué ponés esa DISTANCIA entre vos y yo. Sos agradable, querés quedar bien conmigo, hacés un personaje. Me da mucha bronca, quizás no seas tan amigo como declamás“.
Zoom back y zoom a otra entre el infinito de ventanas. Vicky y Javier están comiendo. No se hablan, ella está en corpiño, él se rasca. Comen como dos animales, sin ninguna educación.
La ausencia de distancia nos sorprende tanto como a Paula la distancia que pone su amigo



sábado, 21 de julio de 2018

Quien fecunda

Sólo valoro de las personas su poder de fecundar.
De crear un sentido nuevo en los demás.
Me acerco a la edad madura, gano en rigidez, y entonces las personas de las que no brota algo que nutre a los demás, no me interesan en lo más mínimo.
Creo que una persona fecunda es quien ha vivido haciendo aquello en lo que creía, no deponiéndose para obedecer deseos y órdenes de otros.