martes, 5 de septiembre de 2023

Mauro

Desde que ha tomado la decisión de suicidarse, Mauro ve por la calle perfectos desconocidos que son su hermano, su hija, su esposa, su amiga leal. Ninguno le devuelve la mirada demostrándole que siente lo mismo. Mauro cree que está volviéndose loco. Un día descubre que esas personas son efectivamente su hermano, su amiga leal, en otra vida.


Alberto

Alberto llora sobre la ajena cama del asilo de ancianos en posición fetal. Casi no le salen lágrimas, sólo tiene un gesto en la cara y el aire que le pasa por la garganta. Nadie lo escucha, nadie lo ve, pero se tapa el rostro con una mano echa de raíz de árbol. Extraña a su amor. Él no ha sido él sin ella, desde que murió cuando era tan joven, y llora porque hace rato trata y no consigue, recordar su nombre.


Lectura al comienzo

Supe de un maestro, en un paraje perdido de la Patagonia, que al empezar la clase a la mañana, le leía a los chicos, casi todos mapuches, un cuento, un poema o un fragmento de una novela.


lunes, 4 de septiembre de 2023

El afán

Era una de esas situaciones en que se generan varias charlas en medio de un grupo. En vez de que cada uno hable por turno y los demás escuchan, se llena de charlas cruzadas, de a dos, de a tres, uno sale de una charla y se mete en otra; ese cotorreo en que el ruido impide reflexionar y sólo se dicen cosas que se dicen siempre. Fue en ese despelote que me escuché decirle a una de las chicas, con la que teníamos una conversación de a dos, tratando de hablar más fuerte que los demás para escucharnos, que con mis hijos terminados de criar, sólo me quedan unas últimas tareas pendientes y que en cuanto las termine, me voy a ir. 

A duras penas pude pensar, entre los gritos, que aún estoy muy bien, que puedo dar bastante vida, pero me respondí que ese argumento no es válido porque la muerte no deja de existir porque una persona tenga aún mucho para dar, salvo que esté muy decrépita, y entonces ya no está en posición de decidir irse, con lo cual su vida resulta un infierno para sí misma y para los demás.


En ese momento, en el momento en que dije que me iba a ir, decidí irme.

Fue como si se hubiera abierto la puerta y apareciera un hombre desconocido, pero a la vez inexplicablemente familiar.


Es una decisión que me lleva a asomarme a un lugar muy diferente. Desde allí, muchísimas cosas ya no me importan. Me resultan un trabajo inútil, en el sentido de construir proyectos que no terminaré. O en el sentido de trabajos que hago porque estoy en el medio de un movimiento, no porque tengan sentido para mí.

¿Para qué tanto afán?

¿Para qué tanta ambición?

¿Para qué cualquier ambición?

¿Para qué el deseo?

¿Para qué invertir en una carrera, si ya estoy en los últimos metros?

Ideas como disfrutar la vida, la resiliencia, la felicidad, honrar la vida, me parecen mandatos vacíos.


Miro alrededor las cosas de mi departamento. Hay pocas cosas para ahora: casi todo es para el futuro. Libros que leeré y releeré, documentos que guardo para cuando los necesite, ropa que seguiré vistiendo, muebles que usaré, cuadros, adornos que expresarán y nutrirán mi vida futura; platos, herramientas, una pizarra, una computadora que seguiré usando. Tendría sentido empezar a soltar todo esto.



Un gesto

Cuanto peor uno se siente con su vida, más le conviene pensar en alguien a quien le vendría bien que uno tuviera un gesto.



domingo, 3 de septiembre de 2023

Lo que trae el río

Me dormí con el arrullo de la muchedumbre de la lluvia contra el techo y los árboles, y el rumor fuerte de los truenos. 

Llovió toda la noche en la isla, abajo de la Luna llena  

Me acosté sabiendo que el arroyo empezaba a crecer. El agua entraba desde el río grande  

Soñé mucho. Una cosa tras otra. Primero soñé con cosas del trabajo. Después había una joda, un recital de rock que duraba muchas horas, con la multitud concentrada frente al escenario al principio y al final desbandada e intoxicada, haciendo cualquier cosa, vandalizando la convivencia como una tribu de indios que se emborracharon todos juntos. Yo conocía a alguien con quien nos entendíamos muy bien, esos amores en medio de tiempos tempestuosos. Al rato una ola de cincuentones ricos y punks, vestidos de cuero negro y anteojos caros,  eran a la vez verdugos y víctimas, se corrían unos a otros con violencia. Gritaban que se acabaría todo. Entre ellos estaba la madre de mi hija, que luego de muchos años de relación amarga, se acercaba dulcemente y me hacía sentir que pese a todo, nos seguíamos teniendo un cariño muy puro y me anunciaba que se iría a otro país. Me partía el alma  

Todos estos episodios fueron muy largos. Pasaban sin precipitarse, fluían con lenta continuidad  

Cuando desperté ya la luz era plena. Salí de la cabaña y, en el gesto de todos los días, caminé los metros que la separan del arroyo.

Estaba muy alto. Había crecido toda la noche  

Toda la noche el agua había corrido arroyo arriba, llevando palos, camalotes, la colección de restos vegetales de las islas del delta  

Parado en el muelle traté de recordar cuál era la canción que habla de los sueños que trae el río.