domingo, 29 de marzo de 2020

Lo peligroso de los poetas


El Maestro Ibn Sĩna nos enseñó de esta manera:
“Los poetas, que no transigen granos ni vacas, ni espadas, que sólo beben licor y se olvidan de comer, esos seres inútiles como parásitos de la sociedad, sin embargo son el verdadero peligro. Los gobernantes más lúcidos lo saben y por eso los matan”.
“Pero ¿cuál es el peligro que entrañan estos espíritus, la mayoría cobardes, incapaces de levantar un martillo, inútiles a la hora del trabajo, molestos con su música y sus palabras a la hora en que todos quieren dormir?”, inquirió uno de sus discípulos.
Sin levantar la vida, el Maestro Ibn Sĩna respondió:
“Su amenaza consiste en que crean la realidad”.
“¿Y cómo es posible eso, Maestro, si no pueden siquiera arreglarse un zapato?”, le preguntó otro de los discípulos.
“Porque crean la realidad en sus delirios”, respondió el Sabio, y quedó callado.
Quienes estábamos allí nos mirábamos unos a los otros, preguntándonos con la mirada, a ver si alguien entendía la enigmática respuesta.
Quizás el Maestro esperó que pensáramos unos minutos por nosotros mismos, o quizás estuvo aquel tiempo buscando la mejor manera de decirlo. Al cabo, volvió a hablar:
“Os daré un ejemplo. Al escribir sus versos en contra del emir Sama' ad-Dawla, el escritor Ibn an-Nafis dijo: «Quien se acerque a él, sentirá que huele como las berenjenas que ya están pasadas». No es haberse opuesto al sultán lo que lo hizo peligroso, sino la calidad de lo que dijo, lo penetrante y corrosivo de la imagen sensorial que presentó, que luego se expandió hasta que finalmente la imagen del sultán fue primero contaminada y más tarde tomada por ella, afectándolo tanto que influyó grandemente en su ánimo y en el de sus oponentes. Y fijaos que es una imagen sólo surgida de la fantasía del escritor, porque en la realidad las berenjenas no hieden cuando se pasan. Sin embargo, nadie se fijó en eso, lo que la gente ya no se pudo sacar de la cabeza era una realidad que fue inventada por Ibn an-Nafis: que el sultán tenía el olor de las berenjenas pasadas”.






sábado, 28 de marzo de 2020

Vuelven a pedir el fin del bloqueo a Cuba



Tengo una amiga psicoanalista que trabaja en el área de salud mental de un hospital del Estado en Rosario, específicamente atendiendo los casos de maternidad en problemas. Mujeres pobres, destrozadas por la vida.
Tengo un amigo que tiene una FM en Bariloche. Desde que la puso, hace más 20 años, en buenas épocas y en épocas de Argentina infame, nunca aflojó con decir la verdad de modo comprometido, nunca dejó de fustigar a los que abusaron del poder y de promover la solidaridad.
También en Rosario, otra amiga trabaja en un espacio de contención en uno de los barrios más peludos. La vida es dolorosamente violenta y miserable, el futuro es negro. Y ella, que como la otra y como el de Bariloche, podría haberse hecho una vida acomodada, elige seguir allí, no sé si con esperanzas, pero sí con fe.
Los tres tienen mi edad, han pasado los 50, y ninguno ha traicionado los ideales que tuvo cuando eran jóvenes.
Y no es que los han mantenido en el chamuyo, en el café. Viven sus vidas guiados por esos ideales.
Los tres creen que las personas deberían vivir dignamente.
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Cuando tuve 27 años, fui a Cuba. Ya se había apagado en Argentina la Primavera Democrática de la manera más penosa. Los que fuimos adolescentes durante la dictadura militar habíamos aprendido que el sueño de una sociedad justa se había terminado. Sabíamos que Cuba era un sueño eterno, ya habíamos depuesto el brote revolucionario que una vez nos había encendido.
Pero cuando llegué a Cuba mi desorientación fue total. Estaban todos los problemas que se mencionaban en Buenos Aires como argumento de que no había más que una dictadura de Castro, y sin embargo, la gente trabajaba dos horas por día, todos tenían casa, todos discutían de política horas y horas, todos discutían en sus trabajos las condiciones en que trabajaban. La gente tenía la cabeza libre. Todos, pero todos, los chicos iban a la escuela con una decencia que aún hoy, recordándola, me desarma.
¿No era que estaba muerto el sueño del socialismo?
No.
Y los chiquitos podían ir a la escuela no por artes de magia, sino porque hubo gente que mantuvo en alto sus ideales, trabajando por ello duramente, haciendo que el país pudiera resistir un bloqueo criminal.

Cuando Kirchner se quedó parado supervisando que bajaran el cuadro de Videla, se me encendió algo adentro.
Como cuando había ido a Cuba, yo tenía por completo perdidas las esperanzas de que sucediera algo así.
"¿Cómo?", pensé de nuevo, "¿entonces la magia existe?"
No, no existe.
Lo que existe es la gente que no afloja, los más blanditos que no aflojan con la ilusión de justicia y los más polenta, como mis tres amigos, que entregan mucho, en el sindicato, en la militancia, en el comedor barrial.
Con toda la recriminación que le cabía a Kirchner —que las propiedades que compró como abogado, que la derecha que le daba a sectores de poder concentrado, que miraba para otro lado cuando algún gobernador hizo bestialidades—, con todo eso, no tenía arreadas las banderas que había llevado en los 60 y los 70.

Ahora sobrevuela la ilusión de que el final de la pandemia obligará a una distribución más justa de los recursos. Sé que es la misma ilusión de que las calles se llenen de unicornios, pero también hay gente como mis amigos y como Kirchner que, por ejemplo, hoy han exigido el fin del bloqueo a Cuba.

¿Quiénes fueron? Los del Grupo de Puebla, entre los que están Rafael Correa, Ernesto Samper, José Luis Rodríguez Zapatero, Lula, Dilma Roussef, Alberto Fernández, Jorge Taiana, Julián Domínguez, Pedro Brieger, Carlos Tomada, Felipe Solá, Fernando Haddad, Celso Amorim, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Fernando Lugo, Leonel Fernández, Evo Morales y Álvaro García Linera.




jueves, 26 de marzo de 2020

Conviene fortalecerse

Mi cuarentena es lejos de mis hijos.
Dos están en San Fernando, el otro en Escocia.
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Si esto me da una pausa para pensar cosas que no pensaría si no hubiera aparecido la bendita pandemia, me pregunto si hasta ahora hice por ellos todo lo que pude.
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Hoy lo que hago es aconsejarles que se fortalezcan.
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“Ustedes están en buena condición para enfrentar lo que sea. Usen este tiempo para fortalecerse más. Lo necesitaremos para encarar la reconstrucción”.
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Les estoy recomendando que usemos esta receta:
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Fortalecerse mentalmente:
- Pensar.
- Pensar enfocadamente.
- Ver bien lo que pasa.
- Anticipar lo que pasará, mañana, en seis meses, en un año.
- Planificar.
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Fortalecerse anímicamente:
- Tirarle una onda a otros.
-Cómo:
   ---pensar en ellos. No en todos, enfocarse en una persona cada día.
   ---comunicarse
   ---hacerle algo, que puede ser un retrato, un porrín, una canción, un plato, una técnica para encender el fuego para hacer el asado, un muñeco hecho con un cepillo de dientes, un poema. Lo que sea, se entiende
   ---mandarle una foto de lo que hicieron
   ---guardarlo para dárselo cuando se vean
   ---escuchar
   ---leer lo que escribe, si escribe, o escuchar su música, etc.
   ---si se enferma o necesita algo, hacer lo que corresponde
   ---estar atentos a las movidas de solidaridad que se armen para participar
   ---estar atentos a si se les ocurren movidas de solidaridad y si se les ocurren, ponerlas en marcha

Fortalecerse físicamente:
- Pensar qué comen y cuánto
- Hacerse una rutina de ejercicios
- Cuidarse de no tener un accidente tonto.
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Nada más.







lunes, 23 de marzo de 2020

Sobre Byung-Chul Han y el coronavirus



Pido permiso para hacer algunos comentarios, advirtiendo que no me siento realmente autorizado a cuestionar a un filósofo como Byung-Chul Han, que se merece el respeto de tantas miles de personas. Soy sólo un argentino encuarentenado que no puedo salir de la nube de información y alarmas por la pandemia. En esta situación, me alegra mucho ver una nota de análisis de alguien que se planta ante la corriente del maremágnum.

En la nota tuve la impresión de que el filósofo da por hecho temas que uno esperaría que fueran cuestionado por alguien tan aclamado por la élite de la intelectualidad: “La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente”, o “Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado.”
Sólo el Departamento de Estado de Pompeo o personas como Jair Bolsonaro (ni siquiera su vicepresidente) dan por hecho estos datos.
Leo: “Ni en China ni en otros Estados asiáticos como Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán o Japón existe una conciencia crítica ante la vigilancia digital o el big data. La digitalización directamente los embriaga. Eso obedece también a un motivo cultural. En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado.”
Algo así decían los europeos que visitaban China a principios del siglo XIX; yo esperaría que un filósofo que piensa el siglo XXI presentara el tema un poco digerido.
Sentencia que “La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa.”
¿Por qué no?
A continuación agrega: “No podemos dejar la revolución en manos del virus”.
¿Ser solidarios es dejar la revolución en manos del virus?
En otro tema, explica que “Los peligros no acechan hoy desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad”.
Con todo el respeto que le tengo, sólo puedo darle la razón porque supongo que en su libro sobre el tema desarrolla el razonamiento. En la nota, sólo está la sentencia, ante la cual sólo me queda doblegarme y deponer preguntas como ¿Trump, líder con alta representatividad, no ve enemigos? ¿China no es enemigo? Para Europa, ¿las hordas de miserables no son enemigos?
Me parece formidable que alguien plantee la relación entre el virus virtual y el virus real: “en la época posfáctica de las fake newsy los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad.”
Sin embargo,¿no es un poco simplista decir que la gente se asustó porque el lobo es real? Parece un elemento muy poco significativo.
Finalmente, en la discusión que plantea con Slavoj Zizek no encuentro argumentos ni suyos ni de Zizek, sólo es un “él dice que sí, yo digo que no”.
Vuelvo a pedir disculpas si molesto con estas observaciones. En todo caso, ruego que sean tomadas como preguntas antes que impugnaciones.

viernes, 20 de marzo de 2020

La extrema Rata del 20




La Electricidad es la Creadora, el Soberano, la Reina y la Maestra de la Rata.

La Electricidad es el Espíritu de la Rata, su Impulso Vital.

De Ella aprende la Rata que todo es arbitrario.

El Rayo cae adonde quiere.

La Descarga Eléctrica es poderosa y hace lo que quiere. Crea la vida en la sopa primigenia o fulmina al más poderoso de los dioses.

La Electricidad tiene poder sobre la realidad.
Hace lo que quiere con la realidad.
Todo es posible: esto es lo que aprende la Rata.
Lo que es puede no ser.
Lo que es, puede ser otra cosa.

Lo que es, por lo tanto, es ilusorio.

El mundo de la Rata es un laberinto en el que todo es posible y nada es real.

Sólo es cierto la Impredecible.
De lo único que uno se puede aferrar es de lo fortuito, lo imposible, lo accidental, lo inaudito, lo inédito, lo asombroso, lo sorpresivo, lo inconcebible.

Quienes sean Ratas entre ustedes comprenderán esto: Yo soy Yo, pero ni siquiera el Yo es real.
Nuestra mente está compuesta por 7.000 inteligencias.
Como 7.000 ratas, que penetran en todo, recorren todo, sin permiso, sin poder detenerse, sin orden, sin ley, sin mandato.
Sólo movidas por la Electricidad.
Todas las 7.000 ratas andan al mismo tiempo —hasta las que duermen se mueven, se sacuden soñando.

La Electricidad es el Deseo.
Nunca se aquieta.
A veces desaparece y creemos que se ha apagado, pero sólo lo hemos perdido de vista. Está recorriendo lugares insospechados, rincones prohibidos.

La concentración de la Rata no es la masa de todas las energías juntas.
La concentración es cada incisión que hace cada una de las 7.000.
Cuando la Rata ama, la concentración es una incisión como una luna de metal que entra en el estómago.
Cuando la Rata atrapa algo, la concentración es un brillo instantáneo en una ventana que se abre.
Cuando la Rata odia, la concentración es un hielo que destroza la boca.

La Verdad, para ustedes, Ratas, es la Fascinación.
Ustedes dan vuelta la fórmula, destartalan la realidad hasta los cimientos para demostrar que es una ilusión, y presentan una ilusión como si fuera una realidad.

Jamás estamos tan vivos como lo estamos de la mano de la Rata.
La vida tiene la vividez de un sueño.

Ustedes, Ratas no temen destruir la realidad, aún sabiendo que destruir todo límite y desmantelar toda fuerza que sostiene la realidad lanza a una persona al Abismo.
Desatados todos los lazos que atan a una persona, la persona entrará en estado de caída perfecta.
Caerá en un mundo que no tiene ni arriba ni abajo.
Caerá sin dirección
Caerá dentro de un punto.
Vivirá el espanto del vacío.
Caerá hacia la muerte.

La Rata no le teme a eso.
O sí, le teme, pero lo hace de todas maneras.
La Rata no toma en cuenta las consecuencias de los que hace.
Lo que hace es demasiado incandescente, no puede considerar el bien o el mal que eso le cause, a ella misma, a los demás.

Cuando hace que el mundo se desmorone, vibra en el último interior de la Rata una dicha como una luz.
Es la luz de la Electricidad.
La Luz de la Vida.

Sólo pagando con la caída hacia la muerte se obtiene la Libertad.
Sólo cayendo hacia el Abismo se llega a lo más alto de sí.

Quien vive, muere.
Quien no vive, también muere.

Nadie sabe eso mejor que la Rata.
Nace sabiéndolo.

Por eso vive con ardor, con frensí, con pasión, temerariamente, vertiginosamente, peligrosamente.

Vive como la Electricidad.

Solidaridad ante la pandemia




“Como los cantantes de la familia Von Trapp que huyeron de Austria a las montañas curativas de Vermont, sepan que siempre tienen un espacio seguro aquí también. Empaca a tu familia y escapa del pánico, las multitudes y los estantes vacíos del mercado. (¡Tenemos mucho papel higiénico aquí!) "
Este es el texto publicitario de Wilburton, una villa turística de 12 hectáreas con un hotel y cabañas, en Manchester, Vermont, Estados Unidos.
De las ciudades afectadas los ricos han huido con vuelos de evacuación. Otros optan por el aislamiento marítimo de los yates.
Una infame fila de autos se alargaba estos días en la entrada de ciudades balnearias de la costa bonaerense.

Las crisis como la de esta pandemia ponen las cosas en contraste. La miseria escondida aflora, la solidaridad de fondo se hace acción.

Tuve la suerte de no morir en Malvinas.
Los días de la guerra vi en San Nicolás un tren de 14 vagones que llevaba todo lo que se había recaudado para los soldados.
Mucho del cargamento los mismos militares lo vendieron o se lo quedaron.
Gente inmunda.
Pero mucha más fue la gente que entregó frazadas, cigarrillos, chocolates, guantes, medias. Imaginaban a los chicos aguantando en las islas, en el frío, y les mandaban lo que sentían que les haría bien.

Argentina ha hecho hazañas de solidaridad.

Sin ir más lejos, la respuesta al terremoto de San Juan de 1944 fue la ocasión que permitió que aflorara la dimensión gigante de Juan Perón. Como funcionario del presidente Pedro Pablo Ramírez, organizó el operativo que atendió la catástrofe que dejó 8.000 muertos, utilizando los recursos de las Fuerzas Armadas, de las áreas de trabajo y previsión social y convocando y organizando la solidaridad de todo el pueblo argentino.

Quizás esté llegando el momento en que necesitemos una de esas hazañas.

Esperamos que el Gobierno sepa convocar, potenciar y administrar la solidaridad.
También, si fuera necesario, sepa concitar con firmeza la solidaridad de los sectores concentrados de la economía para que la gente no vea dañadas las condiciones básicas de su vida (energía, alimentación, medicamentos, comunicación, seguridad).

Y esperamos que cada persona haga un aporte solidario.

Ese aporte hoy no es donar, no es hacer actos heroicos, sino que es facilísimo.

Tener cuidado con la higiene.
Quedarse en casa.
No aprovecharse de la situación.
No dejarse llevar por el pánico y así no crear más pánico.

¿Es tan difícil?

Y sin embargo es necesario.

Si cada uno hiciera ese aporte, el Estado no debería gastar la cantidad enorme de recursos que tendría que gastar en bloquear rutas, crear y gerenciar sistemas de vigilancia para quienes deben cumplirlas, vigilar que no aumenten los precios ,y en el desgaste de los trabajadores de la salud.

Y podría utilizar lo que ahorre en terminar los hospitales cuya construcción quedó abandonada, para atender a las personas que realmente se enfermen.



martes, 17 de marzo de 2020

El virus y la manija




Mi madre y varias de sus hermanas fueron enfermeras y trabajaron en hospitales. Lo hicieron con vocación intensa.
Recuerdo las cenas a las que llegaba mi madre de regreso de una operación en el hospital público donde era enfermera instrumentadora. En esa época vivíamos juntas varias familias, de modo que mi madre encontraba una audiencia nutrida, de cuñados, hermanas, hijos y sobrinos, empleadas y algún vecino o amigo, a la que se ponía a relatarle todo cuanto habían hecho los cirujanos, lo que había ido sucediendo con el cuerpo, cómo se comportaba el resto del equipo del quirófano, de qué habían hablado, y más aún, contaba quién era la persona operada, nos daba detalles de su vida y de cómo había llegado al quirófano. Se esmeraba especialmente en la narración de los casos de los hombres acuchillados en una pelea porque sabía que nos apasionaban.
Ella y sus hermanas que estudiaron enfermería lo habían hecho en la Cruz Roja, en los años de la posguerra, de modo que el principio ético fundamental era el sacerdocio, y el profesional, el sanitarismo.
El líquido infaltable, el preferido, el más usado en mi casa no era el agua, sino la lavandina.
Cada día se cambiaban todas las sábanas y las toallas. Cada día todos los habitantes de aquella casa debíamos bañarnos y cambiarnos toda la ropa.
La higiene era la base de la salud.
Era un principio inapelable.
Hoy, cuando doblo en edad a aquella madre narradora de operaciones quirúrgicas, he perdido en el camino la mayor parte de sus mandatos, pero conservo los de la higiene. Jamás los cuestioné.

De modo que ante la aparición de una epidemia, no conozco a nadie más preparado para entrar en sintonía con la reacción que yo.

Dicho esto, quisiera plantear algunos temas que considero parte de la prevención ante lo que nos está sucediendo.


UNO

La epidemia tiene diferentes escenarios.
Son varios, según el modo de abordarla, pero los sintetizo en dos causas:
1.      El aspecto biológico, en el que están el virus (con las características de su poder de contagio y su letalidad), la infección de los cuerpos y los efectos de la infección.
2.      Lo que las sociedades hacen con la realidad biológica. Voy a llamar a esta causa Manija.
El antropólogo Claude Lévi-Strauss propuso la idea genial y polémica de que aquello que diferencia al hombre del resto de los animales es el tabú del incesto. Explica que la Naturaleza manda reproducirse y allí el Hombre pone una regla. Ese sería el primer pilar de la Cultura, o sea, la Cultura es aquello que crea el Hombre en torno de la Naturaleza, sobre la Naturaleza, con la Naturaleza.
En el caso de esta pandemia del coronavirus variedad COVID-19, no deberíamos perder de vista que por un lado están los virus y sus acciones biológicas, y por otro, lo que hacen las sociedades con ello.
Por ejemplo, una amiga que trabaja como psicóloga en un hospital atendiendo a las mujeres envueltas en situaciones muy complicadas por la maternidad, fue retirada de ese servicio, al igual que muchos otros profesionales, para ser reasignada a la contención en la guardia a la masa de personas que llegan con la sospecha o la certeza de que tienen los síntomas de la enfermedad creada por el COVID-19.
Me cuenta que no pueden más, que tardan 40 minutos para convencer a la gente que no es necesario hacerse el test porque no reúne las condiciones —siendo que hay sólo un laboratorio en Argentina que hace el test.
“Estamos sobrepasados”, me dice.
Esa situación tiene un remoto y estadísticamente no significativo origen en el virus y como inmediata y enorme causa tiene a la alarma social, que crece segundo a segundo como una bola de nieve rodando ladera abajo.


DOS

Quien diga que el virus es “estadísticamente no significativo” o quien repita aquella frase pilar de la epidemiología “los microbios son unas pobres causas”, es acusado de irresponsable por intentar minimizar una amenaza.
Para enfrentar esa amenaza hay que tener los ojos bien abiertos, todos los sentidos encendidos, el sistema de alarma entero hipersensibilizado.
Cuando mejor se vea la amenaza, mejor preparados estaremos para resistirla.
Es una posición razonable.

Tan razonable como la que le reprocha “alarmismo” por darle al problema una dimensión mucho mayor de la que tiene, y así distraer recursos de problemas más importantes y crear una angustia con consecuencias, echada la bola de nieve a rodar, imprevisibles, que van de la sobrecarga de los hospitales al crack económico en el planeta.
En definitiva, consecuencias infinitamente peores que las que es capaz de crear el COVID-19.


TRES

Se ha señalado que es clave, tanto en el contagio del virus como en la Manija, el estrechamiento del mundo.
El transporte contribuye a ello, pero más aún contribuyen las comunicaciones.
La diferencia entre la comunicación material, cuerpo a cuerpo, y el resto de la comunicación es la virtualidad de éstas.
Esa virtualidad está permanentemente amenazada por los virus.
El COVID-19, que por su realidad está cerca de lo virtual, ha desatado la pandemia en un mundo hegemonizado por lo virtual.
Lo que se expande a un ritmo frenético es la información, verdadera o falsa, la alarma y el pánico.
Esa expansión explosiva puede explicarse por:
1.      La inmediatez de los mensajes
2.      La espiral alimentada por las corporaciones mediáticas que ganan con la atención del público y la sed de sensacionalismo por parte del público
3.      La generalización de la emisión, con aparatos que antes sólo eran receptores y ahora convierten a cualquier persona que los maneje en fuentes de contenido. Si antes había algunos emisores, ahora prácticamente todos somos emisores, con lo cual la cantidad de información es perfectamente abrumadora.


CUATRO

El medio virtual en que se propaga la pandemia es una de las explicaciones de la Manija.
O sea, una explicación de por qué un problema sanitario no significativo se convirtió en la pandemia que crece minuto a minuto en este momento.
Otra explicación postula que el brote es una excusa inmejorable para el avance los Estados sobre las sociedades.
El desastre de los casos de Snowden y de Cambridge Analytica fue que los Estados involucrados no tuvieron excusas. En cambio, la escalada de intromisión, incluso militar, sobre la sociedad civil en los casos de los atentados en Nueva York, Madrid, París y Londres, fue perfectamente justificada por los atentados terroristas.
Una pandemia es mucha mejor razón que un acto terrorista.
La gente no sólo acepta la intervención del Estado sino que la reclama.


CINCO

Especialmente el caso de Cambridge Analytica, en el que se comprobaron aspectos del contubernio entre Estados y empresas de comunicación virtual para incidir en resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y Argentina y en el plebiscito por el Brexit, se hizo evidente la proporción entre la sumersión en la realidad que crea la nube virtual y la manipulación.
O sea, cuanto más creen las personas en el mundo creado por los medios de comunicación y las redes sociales, más fáciles son de manipular.
Exactamente ese mundo es, en este momento, la Manija.


SEIS

En los países europeos que hoy son el foco de la pandemia se está revisando la función del Estado como responsable de la salud pública.
Emmanuel Macron desanduvo sus pasos para decir que “lo que ya ha revelado esta pandemia es que la sanidad gratuita, sin condiciones de ingresos, de profesión, nuestro estado del bienestar no son costes o cargas, sino bienes preciosos, unas ventajas indispensables, y que este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado”.
El antropólogo Axel Lazzari pone el foco en esta doble aparición del Estado, como aparato opresor y como garante de las condiciones de la vida de las sociedades. En una tradición gramsciana, el Estado sería el escenario de la disputa por el poder de los diferentes sectores de una sociedad.
En el caso de la Italia afectada por la pandemia, se ha señalado el deterioro de su sistema de salud pública en favor de los poderes que mantienen a todo Occidente bajo la dictadura del neoliberalismo.
En ese tablero, resultan interesantes las posibilidades que podría brindar un sistema de salud que tiene entre sus pilares a los sindicatos. La CGT, el grueso de los sindicalistas (sic), han estado dormidos desde hace muchos años, sospechados de corrupción por toda la sociedad, y sin embargo ahora serían los sostenes de las banderas por las que murieron asesinados los anarquistas italianos y españoles de hace un siglo, entre ellas la de la salud garantizada por las organizaciones laborales.
Desde Perón, esas organizaciones tomaron todas formas peronistas, de modo que no es ajena al hecho de que tengamos un gobierno peronista la oferta de la CGT de poner a disposición los hoteles con los que cuentan en todo el territorio argentino para alojar a personas que deban cumplir con la cuarentena de 14 días.
“No nos inspiramos en ninguna experiencia parecida en otras partes del mundo. Fue una idea nuestra y creemos que se puede convertir en un aporte de la CGT y del sistema de obras sociales sindicales, que brinda asistencia médica a unos 15 millones de personas en todo el país”, dijo el secretario de Acción social de la central obrera, José Luis Lingeri.
Como cualquiera, el pueblo argentino se ha mostrado capaz de protagonizar hazañas de la solidaridad. No estaría demás que el Gobierno peronista utilice al Estado para promover y sostener acciones de organizaciones no gubernamentales y redes sociales auto organizadas en favor de detener la pandemia en Argentina.
Quizás el gobierno argentino, con la dupla Fernández liderándolo, se fortalezca basado en sus antecedentes.
Ante el pánico por la Manija, podría manejar mejor la oposición a un ajuste del esquema de distribución social de las riquezas que viene haciéndose más y más injusto desde la dictadura del 76.


SIETE

Perón era un militar que se convirtió en una fuerza civil. Son dos polos de poder en nuestros países de América Latina, por un lado, los militares, por otro las organizaciones civiles.
En algunos momentos de la historia, dependiendo el país, los dos polos se han presentado bien opuestos, en ocasiones antagónicos, bien como extremos de una graduación de entidades intermedias, como las milicias o los sindicatos.
Al arranque de la crisis (no de los prolegómenos, sino cuando el petardo les explotó en las manos) el gobierno de Sánchez en España autorizó a que los militares intervengan los laboratorios.
No es lo mismo la intervención del Estado en China, otra en Argentina en el 76, Cuba en el Período Especial, Suecia en los 70, y otra en el actual gobierno peronista de Alberto Fernández.
Las fuerzas de seguridad son las encargadas de que quien debe cumplir una cuarentena, la cumpla.
¿Qué estaría mal, por ejemplo, en reactivar el proyecto de que la Marina fabrique medicamentos?
La redefinición de la capacidad coercitiva del Estado se juega en este momento. Ojalá hayamos digerido a Foucault y ojalá la redefinición se oriente al bien de los oprimidos.


OCHO

El resurgimiento del protagonismo de los Estados se da con la particularidad de que es inversamente proporcional a la fuerza de los organismos internacionales, tantos los globales como otros.
Dice Mario Wainfeld en Página 12 que “la Organización Mundial de la Salud (OMS) es, casi, el único organismo internacional aceptado como referencia y autoridad. El desprestigiado sistema político supranacional confirma su fama previa. Sus referentes callan, nadie los requiere… no existen.”
En el mismo sentido observa que,” a contrapelo de la tendencia epocal” se cierran fronteras y que los Estados nacionales y sus gobernantes recobran protagonismo, siendo “una de las peores camadas de los últimos dos siglos: mayormente derechosos, primitivos, tacticistas, manipuladores, violentos. Muchos de legitimidad volátil en los años recientes. Pero son lo que hay. Resuelven contrarreloj quién sabe si anticipando un agravamiento exponencial o sobreactuando para complacer al pánico ciudadano.”



sábado, 14 de marzo de 2020

Algunas frases




Viste cuando con alguien tenés en la cabeza la palabra nosotros.
Somos nosotros.
Te disolvés en eso.
Ni siquiera hay un diálogo, porque no son dos, sino uno.
No es necesario que fluya el diálogo, porque hay un pensamiento único en los dos.
Pero aquella noche estaba pasando algo. El pensamiento era único, pero a veces se trababa. A veces se terminaban los temas.
La acompañé hasta su auto, nos despedimos, subió y se fue, y yo me quedé como un punto en la noche.
Un punto que no brillaba, ni se movía. Respiraba pero no pensaba y no sentía nada.
Todo el camino en bicicleta hasta mi casa no lo recuerdo. Iba escuchando Pearl Jam a un volumen muy alto, sólo recuerdo algunas frases de algunas canciones y la voz de Eddy Vedder.
Sólo algunas frases.


viernes, 6 de marzo de 2020

Personas que te tensan


¿Ustedes no tienen entre sus amistades personas que los tensan?
Gente te pone tensa.
Como hay otra personas que todo lo contrario. Podés no verla nunca y el día que la encontrás te ponés a dormir la siesta.
Las personas que te tensan no son para nada malas personas o que no te quieren.
¡Para nada!
Por ahí son personas divinas.
Pero por alguna razón que podés identificar o no, sólo podés estar un rato, porque la tensión es muy incómoda.
Tenés que salir rajando y después dejar pasar el tiempo antes de verla de nuevo.
Personas que te tensan.

Purgando las relaciones no significativas



Cada vez Javier ve menos a la gente con la que no resultan encuentros significativos.

Javier tiene 60 años. Hasta ahora tenía la Eternidad delante de él, pero ahora tiene un par de décadas, de modo que ya se le agotó el tiempo para tener relaciones que no sean significativas, incluso intensamente significativas.