lunes, 11 de marzo de 2024

Coyuntura - Eliminamos los parásitos. ¿Y ahora?

Esta semana lloverá todos los días. 

Rosario se hace invivible. 

En marzo y abril la gente de todo el país comenzaremos a sentir que nos están sacando todo. 

Y que eso no tendrá fin. 


En el verano viejo aparecen estas semanas de lluvia y ya se instala el frío y las nubes para siempre, y luego comienza la muerte. 


Si no disfrutamos con la muerte, conviene pensar en un plan.


Quiero tener fe en que los argentinos resisten los embates de la oligarquía perversa, mugrienta, violenta.


Los argentinos se levantaron una y otra vez, como con Irigoyen, con Perón, en el Cordobazo, contra la dictadura del 76, contra la infamia del final de los 90.


Es cierto que esos movimientos fueron al final doblegados. La dictadura del 76 triunfó, con cada ataque, la oligarquía ganó metros.

Desde hace por lo menos medio siglo, después de cada batalla, salimos más debilitados y maltrechos que antes.

Pero no nos despedazaron, como era su intención.


Quiero tener fe en que no nos van a despedazar tampoco esta vez. 


Ahora nos están dando una puñalada profunda.


Salvo las feministas, no hemos sabido ponernos firmes con un futuro. Hemos perdido el sencillo y pacífico paraíso familiar de que los viejos estén tranquilos, de tener un trabajo, hacerle el cumpleaños de quince a la piba, una casita y un auto, saber que un argentino ha sido premiado, asado el domingo, leer un buen libro, ver un partido de fútbol, tener el descanso de unas vacaciones, el sueño de que los chicos cumplan sus deseos.

No aspiramos los argentinos a ser dueños del mundo ni a un progreso espectacular que se consigue con guerras y conquistas.

Sin embargo, hemos tenido representantes que le dieron la espalda a nuestras modestas aspiraciones, y así en la última década la derecha se adueñó del futuro. 


Sin embargo, con Milei está demostrando que no sabe qué proponer para ese futuro, salvo rabia.


Es evidente cuánto le debe el triunfo de Milei a la necesidad de terminar con un statu quo miserable, con un esquema de poder mezquino, inútil a la hora de representar los intereses de toda la sociedad. Pero ¿cuál es la utopía de Milei?


Se habla de la aspiración individualista, la ilusión de los veinteañeros de hacerse millonarios con bitcoins y desarrollando videojuegos. El individualismo es una fuerza poderosa, pero no es un sueño para toda la sociedad.


Sí ha sido un sueño liberarse de los inútiles, de los parásitos, de la manera en que fuera —aún sabiendo que convocaríamos parásitos mayores, más voraces, más criminales.


Había que cambiar. Pero ¿y ahora?


Necesitamos tener fe en que surgirá un sueño y en que tomen forma las maneras de proponerlo.


Necesitamos pensar qué será bueno para nuestros hijos y, contra el viento y marea de estos monstruos, empezar a construirlo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario