Resulta que escribí una obrita de teatro para la Asociación Cultural
China Argentina. La trama enreda a chinos y argentinos en un conflicto
costumbrista. En el primer ensayo encontré, entre los chinos, un colorado que
se postulaba para el papel de un argentino casado con una china. Le vi pero
mucha cara de conocido. Yo no estaba en un estado muy normal. Escuché que le dije
"qué hacés, Tweety", y que él me contestó, como si me conociera,
"qué hacés, loco". Yo venía apurado, pedí permiso y recorrí un largo
camino que había hasta el baño. Una vez allí, en ese momentito de meditación en
que se acomodan las pelotitas de naftalina, me dije "que hijo de puta, es
el clon del Tweety Carrario". Recordé que estuvo unos pocos partidos en
Boca. Me pregunté si lo había llevado Bilardo, estuve seguro de que formó parte
de aquel equipo abigarrado de delanteros, me vino a la memoria un gol contra un
equipo de Chile, la U… También fui repasando los clubes en que jugó —fue famoso
por el gran recorrido de clubes que hizo, desde Córdoba, creo.
En mi regreso, desde lejos por el largo pasillo vi al tipo,
sentado en una banqueta alta. ¿Sería el Tweety? Más me acercaba, más se
parecía. Estaba más grande, menos rubio… eso debía ser justamente así. En Boca
debió jugar hacía 15 ó 16 años. Me acerqué por segunda vez, me paré a mirarlo y
le dije “pero ¿vos en serio sos Carrario?” Tuvo que insistirme, “sí, sí”. Me
alegré mucho. Estaban todos mis nuevos amigos y amigas chinos y el Tweety y yo.
Los demás tenían todos menos de 30 años; no estoy seguro de que para ellos significara
lo mismo que para mí, que lo seguí de grande.
Desde entonces nos encontramos en los ensayos. Él dice las
dos líneas que le puse a su personaje. Me contó que hizo teatro con Julio
Chávez. Que está allí porque se le dio por estudiar chino en la Asociación. Me
cuenta muchas cosas, y yo a él también. Es medio jodón. No se porta muy bien.
Ante la mirada de los demás yo me siento medio obligado a que sea juicioso,
pero me hace cagar de risa.
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