domingo, 23 de septiembre de 2018

Todo está bien



Paso caminando por una plaza de Palermo.
Me quedo charlando con un muchacho que vino de Salta para buscar trabajo.
“Aún no he conseguido. Hasta que consiga duermo acá”. Es decir, en la plaza. De noche, en la vereda, porque cierran la plaza.
“Algo conseguiré“, dice.





En la misma plaza el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha dispuesto un moderno camión para atender a las mascotas de los vecinos.






Un partido político anuncia un acto para “derrotar al FMI”.
Una organización ha puesto banderas y mesas para “Separar la Iglesia del Estado”.
El Gobierno también tiene un puesto con trabajadores municipales para promover la separación de residuos.



El salteño dice que está bien. Le señalo las actividades de la plaza, no tiene nada para decir. “Está bien”, dice, por decir algo.
Todo está bien. Podemos seguir así. 
Todo está bien, piensan los que llevan el perrito a la “Unidad Móvil Veterinaria”.
Todo está bien, piensa este muchacho, que confía que algo conseguirá.
Todo está bien, piensan los chicos del puesto de promoción ambiental, porque se hace algo por el medio ambiente.
Todo está bien, piensan los militantes, porque están dedicando su domingo a causas revolucionarias.

Le tengo miedo a quienes aceptan estar debajo de otros porque buscan que haya algunos debajo de ellos.
Le tengo miedo a quienes se someten porque después buscan someter.
Le tengo miedo a quienes obedecen ciegamente porque creo que asumen que los que están abajo de ellos deben obedecerle ciegamente.
Le tengo miedo a quienes se dejan ultrajar porque buscarán a quien ultrajar a su vez.







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