miércoles, 5 de febrero de 2020

Una oportunidad de elegir la dignidad



Mi apellido es Ng y proviene de China.
Una mitad mía es china, la otra mitad se reparte en vasca, gallega e italiana y todo entero soy argentino.
Muchas veces me preguntan si soy víctima del racismo contra los chinos.
La verdad es que pocas veces me discriminaron por chino. Mucho más me han discriminado por pobre y por “negro”.
Esta tarde compruebo que ha aparecido el racismo contra los chinos en los medios de comunicación de Argentina.

Igual que se ha ejercido el racismo contra los bolivianos, los chilenos, los paraguayos, los africanos y otros.

Siento pena, bronca y una tristeza muy grande.

El racismo ha sido en muchas sociedades instrumento del odio con que la Humanidad se condena del modo más brutal.
Judíos y gitanos masacrados en la Segunda Guerra Mundial.
Onas cazados y asesinados en la Patagonia.

El racismo es algo violento e inmundo, que hace de nuestra sociedad una sociedad indigna y a las personas que lo ejercen, seres de una bajeza nauseabunda.

Hay racismo en los franceses, en los alemanes, en los norteamericanos, en los chinos, en los argentinos.
Hay una dosis de racismo en todas las personas que forman una sociedad habitada por el racismo.
Algunas son capaces de cuestionarlo, rechazarlo, criticarlo en sí.
Antes que racistas hay racismo.
Un racista es un miserable que ejerce con consciencia el racismo.
Si un chico ve a su padre ejerciendo el racismo, ese chico está siendo condenado por su padre.

El racismo es utilizar la diferencia para dañar a otros.
Y así como hay racismo, también hay solidaridad y amor.

Argentina también está habitada por la solidaridad. Somos una sociedad de personas que descienden de gente que ya estaba en este territorio y de gente llegada de todas partes. Incluso los que estaban primero y fueron atacados ferozmente supieron recibir con amabilidad a los recién llegados.
Nos emociona esa parte del Preámbulo de la Constitución que dice “para todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino”.

Tengo una bronca inexpresable contra los hijos de puta que hoy han generado y regenerado el dato de que alguien puede estar infectado por el nuevo virus porque estuvo en contacto con chinos.
Sabemos la mala fe, la repulsiva mala fe, el racismo que hay dentro de ese dato.

Sólo esperamos que el resto de los argentinos elija la solidaridad que tiene adentro, la sensatez, lo que tiene de buena persona, que elija su corazón e ignore este gesto tan indigno.




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