sábado, 11 de junio de 2022

Un periodismo sin fundamento

 Los países poderosos de Occidente hacen guerras por todas partes para defender la democracia y sus derechos, como el derecho a la libertad de prensa.

Ese mundo, en bloque, castiga de manera inhumana al periodista australiano Julian Assange porque reveló información que comprometía a personas poderosas.

El silenciamiento y escarnio a Assange es ejemplar, es una lección y es una advertencia a todos los periodistas del mundo. 

Es parte de una época en que la comunicación periodística está prácticamente entera derramada en el mar de las comunicaciones virtuales, donde todo lo que se afirma, se afirma sin prueba.

El anonimato que otorga el tamaño descomunal de los mensajes emitidos y la velocidad con que las noticias se desvanecen, exime de la responsabilidad de respaldar lo que se dice.

Cualquiera dice cualquier cosa.

También exime de pruebas el fanatismo. Muchos leen sólo las noticias que coinciden con sus ideas, y porque les dan la razón, no quieren pruebas.

Tal vez los periodistas nuevos nacen a ese mar y les cueste comprender que una información no tiene valor si no tiene respaldo.

Todos los periodistas deberíamos decir sólo aquello que podemos probar.

Y mi recomendación a los lectores y público es que no escuchen lo que no es fundamentado.






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