Una vez le dije “Paula” a mi novia.
Bueno, se llamaba Paula.
Pero lo que pasaba era que mi novia anterior también se
llamaba Paula.
Y ella lo sabía.
Entonces me dijo:
— Me dijiste Paula como le decías Paula a esa.
— Te llamás Paula, ¿cómo querés que te diga?
— Decime Paula, pero a mí. No te confundas, no me
confundas con ella.
— ¡Pero cómo me voy a confundir!
— Estabas distraído y dijiste “Paula” distinto.
Quizás tenía razón.
El varón, muy domado, les digo.
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