jueves, 27 de junio de 2019

El poder dentro de cualquier agua

En una librería de San Marco Sierra, una librería que es un tesoro escondido dentro de un laberinto de caminos como pasadizos en la vegetación, encontré un libro del que saltó algo que penetró en mí.

Era una ridícula guía práctica del siglo XIX, que decía cómo darse enemas y cómo ducharse al estilo escocés.
No ofrecía fundamento para recomendar esto o aquello, salvo una idea que el autor había aprendido de un indio: el agua que corre tiene prana, algo que decía poder traducirse aproximadamente como energía vital.
Incluso hacía la correcta salvedad de que para comprender el concepto de prana era necesario abordarlo desde el interior de la cultura que lo generaba.

Acostado en un arroyito con el agua muy fresca corriendo a gran velocidad, creando remolinos todo alrededor mío, cantando contra las piedras, generando cascaditas y nubes de pequeñas burbujas, pensé en el tema del prana.
Se me ocurrió que el agua tiene poder.
Todo el agua.
Un océano.
El planeta de agua.
El olor a agua en el campo.
Un bloque de hielo como una montaña.
Una masa de nubes negras.
El vapor hirviente.
Una pileta de agua caliente en que se sumerge un cuerpo atormentado por el dolor.
Un vaso de agua que se le sirve a quien lo pida.
Un tsunami exterminador.
La lluvia bendita sobre las plantas desfallecientes tras la sequía.
El agua que salta desde cien metros en el corazón de la selva.
El agua que se lleva todo lo que está demás.
Las corrientes dentro del mar que usaban los navegantes expertos del Pacífico perdido.
El agua que es el cuerpo de la sangre.
El agua que mueve las turbinas de las centrales eléctricas.

Pensé que el poder está en el agua, no en lo que hace.
El poder de lo que hace el agua procede de su poder interior.
Ese poder está en todo el mar vasto, pero también está en una gota.

Es un poder que existe, pero a la vez es un poder en el que se puede creer.
Si se cree, es posible usar ese poder.
El agua tiene más sentido, entonces.

Así es con el mundo.




Esto es una versión del capítulo 8 del Tao Te King, Dàodé jīng, 道德经

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