Fulana me cuenta que fulano (¿sabían que Fulano, Mengano y Zutano son apellidos que existen? Me contó los otros días una amiga. Bueno, qué modo de distraerme. Ahora les revelé este dato que es mucho mejor que lo que voy a contarles, y yo mismo arruiné la atención de mis potenciales lectores).
Bueno, va de nuevo.
Fulana me cuenta que Fulano —somos los tres amigos— le dijo
que le pasaba algo con ella.
— ¡No! —exclamé.
Fulana miró para abajo con expresión seria.
— Esas cosas no se dicen así. No se dicen. Uno se da cuenta.
— Esas cosas, ¿cuáles? —me preguntó ella.
— Eso, que quiere estar con vos.
— Qué quiere estar conmigo, ¿qué?
— Lo que dijiste. No entiendo qué me preguntás.
— Te digo que Fulano me dijo que le pasaba algo conmigo.
— ¡Y bueno!
— ¡Pero dejame hablar!
— Ah. ¿Qué le pasa con vos?
Fulana dijo que sí con un leve movimiento de la cabeza, como
si dijera “ahora sí”.
— Me dijo que quería acostarse conmigo.
— Qué zarpado.
— Sí.
Pensé un momento y dije:
— Y bueno, pero le pasa eso. Uno no es culpable de lo que le
pasa.
— Podría habérselo callado.
— Sí, y también podría habértelo dicho.
— ¿Se puede decir cualquier cosa? ¿Todo vale?
— Todo no, pero somos amigos. ¿No tenemos confianza para
decirnos eso?
— Sí, confianza, sí.
— ¿Y entonces?
— No es un tema de confianza.
— No entiendo.
— No es nada más que un tema de confianza. Si uno está
dispuesto a hacer algo, tiene que responsabilizarse.
— ¿De qué, en este caso? ¡Ah! ¡Le dijiste que sí y arrugó!
— No.
— Hoy estás difícil, Fulana. No entiendo lo que decís.
— No podés tirarle algo así a una persona, a una amiga, y no
responsabilizarte.
— ¿Pero qué sería responsabilizarse? Dijo que se quería
acostar con vos; si vos también querías, se acostaban; si no, no. ¿De qué se
tenía que responsabilizar?
— No se quería comprometer.
— Comprometer ¿a qué?
— Y, ¿a qué va a ser? A una relación.
— Pero ustedes ya tienen una relación.
— ¡Pero no cogemos!
— ¿Y?
— Y, es otra relación.
La miré tratando de entender.
Pensé que los hombres y las mujeres Jamás nos vamos a
entender.
Le pregunté:
— ¿Vos querés acostarte con él?
Hizo cara de asco y dijo:
— No.
— No te gusta.
— ¡Pero no!
— Y entonces ¿por qué tanto lío?
— Porque Fulano no se compromete. Vos tampoco. Los hombres
son así.
No le dije nada, pero pensé que sí, que somos así.

Son adolescentes?
ResponderEliminarNi a eso llegan.
EliminarMe reí para adentro, y un poco para afuera también.
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