martes, 15 de febrero de 2022

Casi genético

Tengo 60 años. Viví mucho. Vi muchas cosas.

Vi personas que han querido a un amigo, un par, alguien con quien han vivido algo intenso que los hermanó.

Vi esta escena: alguien quiere a un amigo en un momento. Un amor repentino, no procurado, totalmente desinteresado, no en la situación correcta.

Alguien siente un amor salido de la nada, un rapto de amor intempestivo, ante el cual no puede refrenarse. Los ojos se le llenan de lágrimas, no puede parar el abrazo inexplicable, fuerte, de cuerpo entero entregado.

El otro se sorprende al principio, por supuesto, pero luego se deja abrazar mansamente y abraza también, porque conoce el sentimiento. A él también le pasó alguna vez.

Por viejo he visto esto.

Y también he comprobado que ese “te quiero” sin ton ni son no se da en todos los sectores sociales.

Nunca he visto que le ocurriera a personas que hacen lo que les viene bien y entonces se cagan en los demás, ni en personas hipócritas, ni en personas que se derriten por los poderosos, ni en personas que aman pertenecer a clubes exclusivos y desprecian a los que se quedan afuera, ni en personas que se dicen “apolíticos”.

Es casi algo genético.




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