domingo, 24 de agosto de 2025

Leyendo los nombres

Junto a otros, el cardenal Matteo Zuppi, para rogar que se detengan las matanzas en Gaza, leyó en voz alta cada uno de los nombres de los 16 niños israelíes y los más de 12.000 niños palestinos asesinados desde el 7 de octubre de 2023. 

Leyeron frente a la iglesia de Casaglia, en la localidad de Monte Sole, donde en 1944 los nazis asesinaron a 770 civiles, 216 de ellos niños.

Zuppi comenzó así: “Hind, de cuatro años; Kfir, de unos meses; Jumaa, de siete años; Nur, de un año; Ibrahim, de doce años; Jamal, de seis años, Mohammed, de dos años”…

Estuvieron leyendo durante siete horas.



martes, 19 de agosto de 2025

La clase sobre China

Esta semana viajé a Rosario para contarles de China a una banda de adolescentes del Colegio Boneo.

Fui invitado por la profesora Savina Piccinelli, que tuvo la idea de que los estudiantes supieran algo de China.

Savina es amiga de mi ahijada Elena, la hija de mis amigos Mariela y Pablo, que nació en el mismo año que mi hija Irina.

A propósito, mi hija trabaja como profesora en un colegio de la Orden de Don Orione, a la misma que pertenece el Colegio Boneo.

La Orden de Don Orione se llama oficialmente “Pequeña Obra de la Divina Providencia”, y es una congregación católica fundada por San Luis Orione en 1903. La creó en la ciudad de Tortona, ubicada en la región de Piamonte, a 120 kilómetros de Savigliano, donde nació mi bisabuelo. Irina me ha hecho notar que el origen italiano es el más pequeño de sus muchos orígenes (ella es 6,25% italiana), y sin embargo, además de español, ella sólo habla italiano.

 

Los estudiantes del Colegio Boneo me escucharon durante una hora.

Estuvieron toda la hora muy atentos.

Algunos estuvieron atentos a pegarle en la cabeza a uno que estaba adelante y cuando se daba vuelta se hacían los que me escuchaban.

Otras, atentas a un bonito que parecía salido de una peli de Harry Potter.

Algunos, atentos a que se dormían o se quedaban despiertos.

Varios atentos a la profe Savina.

Otros atentos a cuándo sonara el timbre para liberarse.

Un grupo estaban todos atentos a pellizcarse entre sí.

No puedo entender cómo pudieron, tan atentos como estaban a tantas cosas, hacerme preguntas que me exigieron mucho más que cuando he tenido que exponer ante la Academia China de Ciencias Sociales, el CONICET o la Universidad de Tsinghua.
No estoy bromeando.

Uno de los que se iba derritiendo mirando a la profe me preguntó por qué sabemos tanto de Estados Unidos y tan poco de China.
Otro que cabeceaba y parecía que se quedaría dormido hasta el otro día, me preguntó cuánto y cómo se dirige la vida de cada persona en China.
Una que suspiraba por el alumno de Hogwarts me preguntó por qué nos enseñan lo que dijeron Platón y Aristóteles y no lo que dijo Confucio.
Una que miraba fijo el timbre a ver cuándo sonaba, me preguntó por qué nunca China tuvo una presidenta.

Uno de los que se andaba pellizcando con los otros en el fondo, me preguntó si China va a dominar el mundo.

¿Cómo pueden los adolescentes estar tan atentos a cualquier cosa y saber lo que uno está diciendo mucho mejor de lo que uno mismo sabe?

Creo que nuestros hijos ya saben demasiado todo lo que les decimos especialmente a ellos, lo que les enseñamos, lo que les explicamos, escuchá bien, te voy a decir bien cómo son las cosas, ¿entendés?
Ya saben todo eso.
Lo recontrasaben.
Por eso miran para otro lado cuando les soltamos nuestras conferencias magistrales de posdoctores ilustrísimos.
Lo que sí escuchan es lo que les decimos a otros. Lo que nos decimos entre los adultos.
Lo que creemos que ellos no escuchan porque no entienden.

Quiero contarle esto a los adultos viejos chotos como yo: los pibes vienen mucho mejores que nosotros.

MUCHO.

Había un minifilósofo de 15 años. Se quedó cuando todos se habían ido, atropellándose. Lo miré preguntarme. Tenía una melena y unos ojos negros que no pestañeaban. Pensé que Hölderlin una vez tuvo 15 años.


 

jueves, 14 de agosto de 2025

El respeto por la obra

Nadie merece ser celebrado, festejado, ni siquiera aprobado, presuntamente.

Es una falta de respeto insultante decirle a alguien que hizo algo bien, sin haberse tomado todo el tiempo necesario para valorar críticamente y hacer contacto con lo que ha hecho.

Se le puede decir a cualquier persona que ha creado algo: “valoro que lo hayas hecho”.

Pero es un desprecio felicitar por una escultura, un traje, un poema, una obra de teatro, una interpretación musical, una novela, un edificio, una película, lo que sea, si esa obra no nos conmueve, no nos afecta existencialmente y no nos causa fascinación, por mucho que la resistamos.