sábado, 23 de marzo de 2019

No son soviets


Una amiga relataba con espanto una reunión de vecinos en CGP. Todas las reuniones de vecinos, de consorcio, resultan así. Uno espera un soviet, la revolución, y se topa con un amuchado de egoístas que van dispuestos a matar por su propiedad privada y que se pasan horas discutiendo temas intrascendentes —que los basureros pasan antes, que el perro de la del 8ºC, que el portero gana más que yo.
El espanto de esta amiga era, además, por la forma en que se había conducido la reunión, supuestamente para decidir, Gobierno y vecinos, qué hacer con una plaza.
“Un pibe, soberbio, frío, con ese tonito concheto que es uniforme del Gobierno de la Ciudad, planteó un tema y dijo que levantáramos la mano. Cuando alguien dijo una idiotez, yo levanté la mano para responderle. Cuando me tocó el turno y le respondí, le respondí preguntándole algo, a él, a todos, a los del Gobierno. El pibe del Gobierno me dice ‘bien, anotado, vos’ y señaló a otra que había levantado la mano, que en vez de seguir con lo que yo había planteado, se puso a hablar de los juegos para sus chicos. Todo el tiempo pasaba algo así. Yo me quedé azorada. Eso no era discutir, parecía una encuesta o un trámite. ¡Y la gente, chocha!”
Otro amigo fue a una capacitación que brindó el Ministerio de Modernización, del mismo Gobierno. Capacitaban para presentarse a un concurso. Mi amigo preguntó “¿Quién es el jurado?” La capacitadora, otra chica, le leyó la disposición que incluía el jurado. Mi amigo preguntó cómo se componía el jurado, y la chica volvió a leer, ante lo cual él objetó: “pero eso es una barbaridad, ¡si uno de los jurados fue mi jefe o mi compañero, lo que sea, y me tiene bronca, jamás voy a ganar el concurso!” Ante el fastidio de la chica porque “yo no puedo hacer nada, ¿me entendés?”, mi amigo empezó a los gritos. Y entonces todos los compañeros lo censuraron, incluso lo insultaron.
Se llama participación ciudadana. Lejos de la asamblea. Lejos del soviet.
La imagen del vecino no es alguien que discute con otros, y así genera el trabajo sobre un tema que deviene un producto democrático.
El vecino es alguien individual, que aporta su opinión desde su celular, sonriente y con una imagen en la que tiene naricita de perro y florcitas alrededor.



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