Cuando se le dice a alguien: “tenés que disfrutar”, “pasala
bien”, “sé feliz”, “relájate”, entonces ya está todo echado a perder.
Si tienen que decírselo, si tiene que esforzarse para
disfrutar, si tiene que hacer algo para pasarla bien, si la felicidad no se lo
llevó puesto y lo mandó hasta la gloria, de donde no se puede bajar, donde
siente que está vivo, donde no escucha nada ni le importa nada, sólo está
bailando en pelotas bajo la lluvia, corriendo enajenado colina abajo, trepado a
una torre haciendo tronar una campana enloqueciendo a toda la aldea, tragándose
las moras como un mono muerto de hambre, riéndose como un demonio, drogado con
el universo; si no está en ese estado, entonces debería simplemente tirarse a
dormir.
La dicha obligatoria es lo más triste que le puede pasar a
una persona.
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