miércoles, 28 de diciembre de 2022

2022, el año en que China se propuso ser moderna

China se propone ser moderna.

Un occidental lee esa declamación de propósito con cierto azoramiento. En el propósito encuentra un despropósito, desde que Occidente ha comenzado el intento de superar la Modernidad hace más de un siglo.

¿China, adelantada en tanto campos, atrasa tanto en otros?

¿O es que es necesario un trabajo más cabal en la traducción del término "moderno"?

La traducción al español del informe del Comité Central, que es el corazón del XX Congreso del Partido Comunista celebrado en octubre de este año, tiene en su primer párrafo la palabra “expedición”.

Dice: “el pueblo de todas las etnias del país han emprendido una nueva expedición de construcción integral de un país socialista moderno”. 

La traducción de los términos claves de los eslogan de China a otros idiomas, suele traer complicaciones. Sucede, sin ir más lejos, con ese término clave que es la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Apenas se dio a conocer, en Occidente un académico la llamó "Nueva Ruta de la Seda", nombre que es de captación automática y perfecta para el público occidental. Sin embargo, por ser acuñado por un extranjero, el Departamento de Publicidad del Partido Comunista Chino (中宣部) lo censuró y mandó que el nombre oficial fuera "Un Cinturón, Un Camino" (一带一路), traducido al inglés como "OBOR" por "One Belt, One Road". Este nombre resultó, resulta aún, una confusión muy incómoda para el público occidental, primero, porque no se entiende por qué tomó el lugar de "Nueva Ruta de la Seda", que era tan accesible, y segundo porque no hay ningún contexto que permita adivinar por qué antes era una cosa (ruta) y ahora son dos (ruta y cinturón), o a qué se refiere el "cinturón" y a qué el "camino". Para empeorar las cosas, al tiempo el Departamento de Publicidad volvió a cambiar el nombre por "Iniciativa de la Franja y la Ruta" ("Belt and Road Initiative"), sin explicar por qué.

En el caso de “expedición”, ha sido también traducida como “travesía” y otros sinónimos que no terminan de convencer. Los dos conceptos remiten a un viaje que tiene algo de intrascendente y de ninguna manera puede modificar el rumbo del todo, sino que es una acción marginal.

En chino, el término es 征程, que para el caso de un país gigante que emprende todo entero un camino de un siglo, es menos “expedición” que “marcha”, incluyendo las reminiscencias a la “larga marcha” de Mao Zedong. 

Marcha, emprendimiento, misión, conquista de la “construcción integral de un poderoso país socialista moderno”, según dice el informe en el capítulo III.

La pujanza china, su espíritu revolucionario, se pone en movimiento hacia la “revitalización”, el “rejuvenecimiento”, sobre la plataforma de un marxismo adaptado a China y a los tiempos actuales.

El XX Congreso determinó que los principios ordenadores de este movimiento son la supremacía del pueblo, la combinación de principios fundamentales con la innovación, la estrategia de avanzar resolviendo problemas, una visión holística y la atención a las condiciones que impone el resto del mundo.

La marcha es concebida como una causa que le dé sentido a la vida de la gente. Se apela al “espíritu de lucha”, que traerá un “futuro brillante” enfrentando amenazas. Los peligros se superarán garantizando la “seguridad nacional”, que es militar, económica, política, social, cultural, y también alimentaria, de las cadenas de suministro, de la energía, de la ciencia y la tecnología.

En fin, si resulta llamativo que cuando Occidente décadas asumiendo las falencias de la Modernidad, aceptando la Posmodernidad, China ponga la Modernidad en su futuro, debe comprenderse que el Partido Comunista Chino (PCCh) habla de otra Modernidad, una Modernidad socialista y china.

Se trata de una Modernidad dirigida por el PCCh, considerando las condiciones del país, que incluyen una enorme magnitud poblacional, el mandato de la prosperidad de toda la sociedad, el objetivo de una Comunidad de Destino Compartido como propuesta para el mundo (el informe llega a mencionar que China propondrá “nuevas formas de civilización humana”), una “democracia de proceso integral” y las armonías, por un lado entre el orden material y el espiritual, y por otro, entre el hombre y la naturaleza.

La Modernidad china también se plantea en el plano de una “democracia el proceso integral”. El PCCh se propone el objetivo del “perfeccionamiento del sistema político” a través de la ampliación de los cauces de participación: una mejor estructuración de los sindicatos, mayor protagonismo de la Liga Juvenil Comunista, las federaciones de mujeres, otras organizaciones sociales y, sobre todo, las asambleas populares, consideradas emblemas de la una democracia consultiva, de base y directa —aunque supervisada por el PCCh.

El desarrollo económico se armonizaría con las “fuerzas espirituales” a través del aumento de “la convicción en nuestra cultura”: “una cultura socialista, científica y popular, orientada a la modernización, al mundo y el futuro”.

Los elementos de esta base simbólica planteados por el congreso son el patriotismo, el marxismo, el colectivismo, la voluntad popular, la moralidad cívica, el despliegue de la imagen de China, y la cultura revolucionaria, la cultura tradicional, una concepción “omnimediática” que incluye el ecosistema cibernético y también “aumentar la influencia de la cultura china en el mundo”.

La armonía entre el hombre y la naturaleza será una característica de una China moderna si se consigue la aceleración de los modos ecológicos en el desarrollo. Para eso, el país debería buscar una industria y un consumo más ecológico, bajar la contaminación ambiental, lograr ecosistemas diversos, sostenibles y estables, y continuar con la revolución energética hacia fuentes limpias.

Una China socialista moderna sofistica el desarrollo hacia una “alta calidad”, lo que requiere una base sólida en lo material y lo tecnológico. Esto implica el mantenimiento del mercado socialista y de la “doble circulación”, o sea, de la articulación entre la economía interna y la externa; una mayor demanda interna, una mejora en el comercio exterior, en la productividad, en la coordinación tanto entre ciudades y zona rurales como entre regiones; el desarrollo del capital público tanto como el privado, la modernización del sistema industrial, y un país fuerte y autosuficiente en agricultura.

La base material tendría como motor a la ciencia y la tecnología, lo que requiere una mayor educación y otorga protagonismo a las nuevas generaciones. El XX Congreso ordenó buscar la autosuficiencia científico-tecnológica y también ganar espacios y tomar la delantera mundial en determinadas áreas.

También se reconoce como cimiento el “imperio de la ley” como condición estabilizadora de expectativas”. 

Finalmente, el XX Congreso consideró que será condición decisiva para la construcción de un país socialista moderno el bienestar social. Esto demanda mejoras en la distribución de las riquezas, a través de mejores ingresos y “priorización del empleo”, avances en la igualdad de género, en la atención a los discapacitados y un sistema de seguridad social que llegue a toda la población, lo que incluye la cobertura de salud, con una mejor prevención de pandemias. 

En un planeta que tiene a la mayor parte de su población padeciendo una distopía en la que se hunde la Era de los Imperios Coloniales que comenzó hace seis siglos, China aparece como una isla gigantesca y floreciente. Sus gobernantes quieren que los habitantes de esa isla vivan en un estado de Modernidad, para lo cual retuercen el sentido que le dio Occidente.




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