sábado, 19 de abril de 2025

Una carrera prehistórica

Hace unas horas se corrió en China la primera carrera, una media maratón de 21 kilómetros, entre humanos y robots. 

El pistoletazo de salida fue a las 7:30 de la mañana y los atletas robots y humanos comenzaron a correr simultáneamente.

Los humanos ganaron por paliza. El ganador humano varón registró un tiempo de una hora y dos minutos, mientras el ganador robot llegó en dos horas y cuarenta minutos. 

Entre los robots, el que ganó fue un robot negro. Los chinos tienen ese semihumor que no hace que te tires al piso a revolcarte de la risa, pero te saca una sonrisa deliciosa.

Los robots eran humanoides. Todos bípedos. Ni siquiera trípedos o cuadrúpedos ni mucho menos andaban sobre ruedas. 

No eran todos iguales. Eran todos diferentes. La variedad resultó muy interesante. Algunos eran un tubo con patas y caritas, como un R2D2 con sólo dos patas, o piernas, y otros simulaban atletas de la Antigua Grecia. Algunos medían menos de un metro-veinte y otros hasta un metro-ochenta. Una empresa presumía de que su robot parecía casi humano (una hermosa señorita), con la capacidad de guiñar el ojo y sonreír. Algunos robots llevaban zapatillas deportivas, uno llevaba guantes de boxeo y otro iba con una diadema roja con la inscripción en chino que decía “Destinado al Triunfo” —pero no ganó.

Eran autómatas, pero no corrían de manera autónoma, sino asistidos por humanos que los manejaban con control remoto, les iban cambiando las baterías, les iban ajustando los tornillos y otras piezas, y a muchos los llevaban de una correa como a un perro, o incluso los hacían correr dentro de un arnés, o los sostenían cuando se estaban por caer. Se instalaron puestos de asistencia técnica a lo largo de la pista, como para los humanos había puestos con vasitos con bebida energizante.

Según la segunda Conferencia de la Industria de Robots Humanoides y la Cumbre de IA Incorporada de Chin, el mercado chino de inteligencia incorporada invertirá 730 millones de dólares en 2025, lo que representa el 27 % del mercado mundial, mientras el mercado de robots humanoides alcanzará el 50 % de la cuota mundial. Sin embargo, el mayor efecto de realidad lo dieron los robots que fallaron, no sólo porque no ganaron, no sólo porque llegaron después de que los últimos humanos cruzaran la meta, sino que algunos tuvieron desperfectos elementales. Uno se cayó en la línea de salida y permaneció tendido en el suelo durante varios minutos antes de que lo levantarse y pudiera andar. Otro se estrelló contra una baranda tras correr unos pocos metros e hizo caer a su operador humano. Errar es robótico.

El ganador entre los robots fue el negro Tiāngōng Chāojí (天弓超級 —天弓, Tiāngōng es “Arco Celestial” y 超級, chāojí es ultra o súper). Hizo un tiempo de dos horas, 40 minutos y 42 segundos. Fue fabricado por el Centro de Innovación de Robótica Humana de Beijing

Humanos y robots corrieron en dos andariveles paralelos, separados por barreras para garantizar la seguridad. 

Uno se queda con la sensación de que está ante la prehistoria de algo que aguarda a la vuelta de la esquina.























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