miércoles, 16 de abril de 2025

La AI es la inteligencia del hombre unidimensional

La función básica de la AI es la de resolver asuntos.

Para Karl Marx, “resolver asuntos” era satisfacer las necesidades y se llamaba “trabajo”.

Decía que el trabajo surge de la capacidad humana de transformar la naturaleza mediante la creación y uso de herramientas, las cuales son prolongaciones de los órganos del cuerpo

En el primer volumen de El Capital escribe que “los factores simples del proceso de trabajo son la actividad orientada a un fin, o sea, el trabajo mismo, el objeto sobre el que se trabaja y los medios de trabajo. [...] El medio de trabajo es una cosa o un complejo de cosas que el trabajador interpone entre él y el objeto de su trabajo, y que le sirve de conductor de su actividad sobre este objeto.”


Los medios de trabajo son las herramientas, a las que llama “prolongación de los órganos del cuerpo”. 

Marx es siempre tan fecundo. Detenerse en “prolongación de los órganos del cuerpo” puede llevar a que generaciones discutan el tema sin agotarlo. 

A modo ilustrativo, “prolongación de los órganos del cuerpo” son una piedra con filo para cortar la carne, los libros para conservar datos, la ropa para abrigarse, el fuego para hacer comestible plantas y animales, los marcapasos para regularizar el ritmo del corazón, el lenguaje para acordar temas, los lentes para ver, los bueyes domesticados para que aren.

Si queremos sintetizar, diremos: la cultura.

Aquello que está fuera del cuerpo, más o menos adosado al cuerpo, y que es producto de una sociedad.

Marx observa, además, que el trabajo no solo transforma la naturaleza, sino que también moldea al propio ser humano, ya que el trabajo y las herramientas influyen en su desarrollo físico, intelectual y social.

Bien, la AI es una prolongación de los órganos del cuerpo.

Vino para sumarse a los audífonos, las carretillas, los aire acondicionados y las pastillas para tratar a los psicóticos.

En un sentido no es más que una linterna, una regla o un revólver.



También detenerse en “satisfacer las necesidades” puede llevar a que generaciones discutan el tema sin agotarlo. 

Cómo es satisfacer.

Cuáles son las necesidades —si son universales, si son productos históricos, si un poco de las dos cosas. Qué relación tienen con el deseo.

Leemos un Marx economista, materialista, mecanicista, pragmático. Piensa en un hombre primero como un animal que necesita comer, y entonces corre detrás de una presa, pero luego agarra una piedra y se la arroja. La piedra es una extensión de su cuerpo.

Leemos a un Marx concentrado en lo pragmático, planteando un trabajo que tiene sólo una dimensión, la de conseguir un resultado.

Posiblemente una lectura más profunda y desde otras perspectivas nos permita hallar en Marx otras dimensiones.

Por ejemplo, el placer. Trabajar sólo por el placer de hacer algo, independientemente del resultado.

O la experiencia. Percibir en el trabajo el modo en que la experiencia de una sociedad es tramada, puesta en juego, enriquecida, transformada.

Puede enfocarse la estética del trabajo. El mismo resultado puede obtenerse de infinitas formas y cada una tiene un valor estético, que podríamos considerar en sí.

Podemos volver sobre el tema de las motivaciones, que pueden ser buscar el resultado, o quizás no. Muchas cosas se hacen por un impulso, sin buscar un resultado. Marx plantea que el trabajo sirve a la satisfacción de las necesidades, pero en muchos casos las necesidades están satisfechas y aún así las personas siguen trabajando. 


La AI fue diseñada para obtener un resultado. Es decir, su realización es, básicamente, la eficacia —tiene otros aspectos, pero son derivados y contingentes.

De modo que la resolución de temas con la AI carece del placer de hacer por hacer, no involucra la experiencia de quien la usa, ni una dimensión estética, ni tiene como requisito conocer cuál es la motivación del usuario para requerirle que haga algo.






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