martes, 29 de abril de 2025

El cachorro

Es un morocho magro, de líneas rectas. Es recio y orgulloso y tiene un atractivo que hace que uno no pueda dejar de mirarlo.

Está sucio. Ha andado, ha trabajado, han pasado varios días y no se ha lavado, ni cambiado de ropa. No tiene dónde. Hace mucho tiempo que vive en cualquier lugar. A veces vende medias, o pañuelos descartables, o alfajores. A veces consigue una changa de un rato, lava un auto, limpia un jardín, ayuda a descargar un camión. Alguien de una pizzería le da una porción de pizza que dejó un cliente o va a la noche adonde los de la iglesia reparten comida. No tiene más de 40 años.

Está sentado en una vereda. Tal vez termine durmiendo allí. Tiene un perrito sobre el regazo. Un cachorro. Me advierte que es inteligente. Le digo que va a ser guardián y él lo observa. Le digo “mirá cómo me mira, me vigila”. No sonríe mostrando ternura por el cachorrito. Le digo que parece cómodo: “este sí que la pasa bien, no tiene que trabajar, le dan de comer, lo tratan bien, duerme”, y me responde que no está siempre encima de él, que sabe caminar. Que camina mucho. Que no es ningún vago. Que siempre está al lado de él, y que no necesita correa. Me habla con seriedad.

En ningún momento me pide nada, ni me mira a los ojos. Con los dedos ennegrecidos le agarra al cachorro la patita con mucha delicadeza y hace silencio. No quiere hablar más.





 

 

 

lunes, 21 de abril de 2025

Jesús es clavado sobre la cruz en cada mujer golpeada y vulnerada

Ayer fui a misa. Misa de Resurrección.

Una amiga me dijo que desde chiquita quería ir a una misa, y que un par de veces fue sola y hasta tomó la hostia, porque quería saber todo, pero nunca había encontrado a nadie que la llevara.

Le conté lo que supe, hablamos con unas monjas, con una madre y una hija que iban a pedirle a una santa y con el cura

Yo creo saber bastante del catolicismo. En el servicio militar fui catequista, en la adolescencia los evangelios me habían obsesionado, en mi primera juventud tuve un guía espiritual, pensé seriamente en hacerme cura.

Todavía siento el llamado de la religión, pero he aborrecido mucho a la Madre Iglesia como esquema de poder corrupto en el mundo y terminé viviendo mi religiosidad —hacer contacto con un orden trascendente— de muchas otras formas, básicamente la literatura.

La misa de ayer me recordó intensamente por qué sólo voy a las iglesias a pensar o escribir. Era algo tan vacío y oprimente. Creo que las personas van para conservar la tradición de relación con la Iglesia, la pertenencia, y que de ninguna manera van a hacer contacto con Dios.

Vi a toda esa gente, además, agachando la cabeza. En silencio aterrorizado, con un terror muy gozoso. Me disparaban miradas asesinas cada vez que le explicaba algo a mi amiga y cada vez que me reía.

En la casa de Dios se le teme al cura como a un dictador.

En la casa de Dios la risa está prohibida.

Se canta para adentro, bajito, con vergüenza. Se está a universos de distancia de los evangelistas que expresan todo a los gritos y de los negros con su gospel.

La Inquisición está vivita y coloreando.

Entre la gente, unas 80 personas, no había más que cuatro jóvenes de menos de 30 años.

Eso era natural, ¿qué tenía aquello de atractivo para los jóvenes, aún para los que tengan una potente vocación por hacer contacto con Dios o con un mundo más allá de este mundo?

Todo los haría huir.

Mientras el cura me hacía dormitar con el sermón, soñé con una misa en que un grupo de jóvenes con un líder que era un cura, se juntaba una vez cada tanto para hablar de los temas que les resultaba significativos de la vida, no en una reunión cualquiera, sino que los unía el rito que hacía al principio el líder, consagrando un pan como el cuerpo de Cristo y el vino como su sangre, y todos comían un pedazo y bebían un sorbo, y con el mismo pan y el mismo vino en sus cuerpos, se ponían a hablar. 

Pienso que algo así podría atraer a los jóvenes. Después de todo, la misa es esencialmente eso, derivada de lo que Jesús dijo en la Última Cena y en la frase “cuando dos de ustedes se encuentren, yo estaré allí”. 

¿Por qué no se hace algo así?

Porque la Madre Iglesia manda que la misa tenga el rito actual. Pero ¿quién le dio forma?

La misa de ayer tenía muchas cosas diferentes a las que yo conocía.

¿Cuánto se pueden modificar la liturgia?

¿Quién evalúa los cambios?

Una de las innovaciones que me parecieron interesantes era que habían puesto carteles muy jugados en las paredes, debajo de los del Vía Crucis. Algunos decían: “Jesús cae en cada mujer atrapada por las redes de trata y explotación”, o “Jesús despojado de sus vestiduras en cada mujer humillada y discriminada”, “Jesús expira en la cruz en cada feminicidio”, “Jesús es clavado sobre la cruz en cada mujer golpeada y vulnerada”.

Hoy murió el Papa Francisco. Me resulta una bomba que explota no sé en qué lugar adentro mío. 

Un desastre, un presagio de algo muy oscuro que vendrá.

La mitad de los argentinos odió con toda su fuerza al Papa. Me llena de vergüenza ese odio. 

Especialistas, los argentinos, en pisotear los mejores frutos que damos.

Le pregunté al cura por qué estaban esos carteles y me dijo que estábamos en “la iglesia que es mucho de las mujeres, Por la historia de Santa Rita”. Estábamos en la parroquia de Santa Rita, una mujer que se hizo legendaria por soportar primero a un marido que la maltrataba sin piedad y luego a Dios, que le hizo una herida crónica que olía a podrido. 

Pensé que los jóvenes no van a la iglesia como un acto voluntarista, igual que no militan en un partido político o en un sindicato. 

Hace 40, 60 años, los jóvenes fueron religiosos o militantes aunque no quisieran, simplemente porque estaban en un ámbito en el que no podían hacer otra cosa. Eran católicos o peronistas sin saberlo, de la misma manera en que pertenecían a sus familias. Uno se aprendía la marcha peronista en el barrio, se aprendía las canciones de la misa porque lo llevaban de chico, y cuando crecía iba a las reuniones porque allí estaban los amigos, el chico que le gustaba, iba caminando a Luján, o le daban el bombo para que le pegara, se divertía pintando paredes. No necesitaba leer los libros de Perón, Perón se le aparecía porque lo tenía adentro, y no necesitaba pensar nada ni comprender al cura, ni que nada tuviera sentido, para que apareciera Dios, sino que ya tenía a Dios en los crucifijos en la casa y tantas Vírgenes por todos lados.

Hoy la Iglesia no está ofreciendo ese ámbito natural, esa familia, igual que no lo ofrece el peronismo, ni ningún partido político, ni ningún sindicato.







sábado, 19 de abril de 2025

Una carrera prehistórica

Hace unas horas se corrió en China la primera carrera, una media maratón de 21 kilómetros, entre humanos y robots. 

El pistoletazo de salida fue a las 7:30 de la mañana y los atletas robots y humanos comenzaron a correr simultáneamente.

Los humanos ganaron por paliza. El ganador humano varón registró un tiempo de una hora y dos minutos, mientras el ganador robot llegó en dos horas y cuarenta minutos. 

Entre los robots, el que ganó fue un robot negro. Los chinos tienen ese semihumor que no hace que te tires al piso a revolcarte de la risa, pero te saca una sonrisa deliciosa.

Los robots eran humanoides. Todos bípedos. Ni siquiera trípedos o cuadrúpedos ni mucho menos andaban sobre ruedas. 

No eran todos iguales. Eran todos diferentes. La variedad resultó muy interesante. Algunos eran un tubo con patas y caritas, como un R2D2 con sólo dos patas, o piernas, y otros simulaban atletas de la Antigua Grecia. Algunos medían menos de un metro-veinte y otros hasta un metro-ochenta. Una empresa presumía de que su robot parecía casi humano (una hermosa señorita), con la capacidad de guiñar el ojo y sonreír. Algunos robots llevaban zapatillas deportivas, uno llevaba guantes de boxeo y otro iba con una diadema roja con la inscripción en chino que decía “Destinado al Triunfo” —pero no ganó.

Eran autómatas, pero no corrían de manera autónoma, sino asistidos por humanos que los manejaban con control remoto, les iban cambiando las baterías, les iban ajustando los tornillos y otras piezas, y a muchos los llevaban de una correa como a un perro, o incluso los hacían correr dentro de un arnés, o los sostenían cuando se estaban por caer. Se instalaron puestos de asistencia técnica a lo largo de la pista, como para los humanos había puestos con vasitos con bebida energizante.

Según la segunda Conferencia de la Industria de Robots Humanoides y la Cumbre de IA Incorporada de Chin, el mercado chino de inteligencia incorporada invertirá 730 millones de dólares en 2025, lo que representa el 27 % del mercado mundial, mientras el mercado de robots humanoides alcanzará el 50 % de la cuota mundial. Sin embargo, el mayor efecto de realidad lo dieron los robots que fallaron, no sólo porque no ganaron, no sólo porque llegaron después de que los últimos humanos cruzaran la meta, sino que algunos tuvieron desperfectos elementales. Uno se cayó en la línea de salida y permaneció tendido en el suelo durante varios minutos antes de que lo levantarse y pudiera andar. Otro se estrelló contra una baranda tras correr unos pocos metros e hizo caer a su operador humano. Errar es robótico.

El ganador entre los robots fue el negro Tiāngōng Chāojí (天弓超級 —天弓, Tiāngōng es “Arco Celestial” y 超級, chāojí es ultra o súper). Hizo un tiempo de dos horas, 40 minutos y 42 segundos. Fue fabricado por el Centro de Innovación de Robótica Humana de Beijing

Humanos y robots corrieron en dos andariveles paralelos, separados por barreras para garantizar la seguridad. 

Uno se queda con la sensación de que está ante la prehistoria de algo que aguarda a la vuelta de la esquina.























jueves, 17 de abril de 2025

Una revolución instrumental

Cada técnica inventada por una sociedad humana acabó por modificarla.

La pólvora, por ejemplo.

La AI es una técnica revolucionaria.

Nos encandila con la ilusión de una refundación de lo humano.

Y posiblemente sea así, como lo fueron la escritura, el fuego y el bipedismo.

Pero la escritura no hizo desaparecer la conversación, el fuego no hizo desaparecer la conexión con el mundo crudo y el bipedismo no disolvió la sociabilidad primate.

La AI va a transformar a las personas no sabemos bien cómo ni cuánto, pero usarla no reemplaza la experiencia que sólo se obtiene viviendo los procesos con el cuerpo, ni reemplaza la creación de belleza profunda (epifanía), ni, sobre todo, atiende a la motivación, incluso de usarla, es decir, el deseo.





miércoles, 16 de abril de 2025

La AI es la inteligencia del hombre unidimensional

La función básica de la AI es la de resolver asuntos.

Para Karl Marx, “resolver asuntos” era satisfacer las necesidades y se llamaba “trabajo”.

Decía que el trabajo surge de la capacidad humana de transformar la naturaleza mediante la creación y uso de herramientas, las cuales son prolongaciones de los órganos del cuerpo

En el primer volumen de El Capital escribe que “los factores simples del proceso de trabajo son la actividad orientada a un fin, o sea, el trabajo mismo, el objeto sobre el que se trabaja y los medios de trabajo. [...] El medio de trabajo es una cosa o un complejo de cosas que el trabajador interpone entre él y el objeto de su trabajo, y que le sirve de conductor de su actividad sobre este objeto.”


Los medios de trabajo son las herramientas, a las que llama “prolongación de los órganos del cuerpo”. 

Marx es siempre tan fecundo. Detenerse en “prolongación de los órganos del cuerpo” puede llevar a que generaciones discutan el tema sin agotarlo. 

A modo ilustrativo, “prolongación de los órganos del cuerpo” son una piedra con filo para cortar la carne, los libros para conservar datos, la ropa para abrigarse, el fuego para hacer comestible plantas y animales, los marcapasos para regularizar el ritmo del corazón, el lenguaje para acordar temas, los lentes para ver, los bueyes domesticados para que aren.

Si queremos sintetizar, diremos: la cultura.

Aquello que está fuera del cuerpo, más o menos adosado al cuerpo, y que es producto de una sociedad.

Marx observa, además, que el trabajo no solo transforma la naturaleza, sino que también moldea al propio ser humano, ya que el trabajo y las herramientas influyen en su desarrollo físico, intelectual y social.

Bien, la AI es una prolongación de los órganos del cuerpo.

Vino para sumarse a los audífonos, las carretillas, los aire acondicionados y las pastillas para tratar a los psicóticos.

En un sentido no es más que una linterna, una regla o un revólver.



También detenerse en “satisfacer las necesidades” puede llevar a que generaciones discutan el tema sin agotarlo. 

Cómo es satisfacer.

Cuáles son las necesidades —si son universales, si son productos históricos, si un poco de las dos cosas. Qué relación tienen con el deseo.

Leemos un Marx economista, materialista, mecanicista, pragmático. Piensa en un hombre primero como un animal que necesita comer, y entonces corre detrás de una presa, pero luego agarra una piedra y se la arroja. La piedra es una extensión de su cuerpo.

Leemos a un Marx concentrado en lo pragmático, planteando un trabajo que tiene sólo una dimensión, la de conseguir un resultado.

Posiblemente una lectura más profunda y desde otras perspectivas nos permita hallar en Marx otras dimensiones.

Por ejemplo, el placer. Trabajar sólo por el placer de hacer algo, independientemente del resultado.

O la experiencia. Percibir en el trabajo el modo en que la experiencia de una sociedad es tramada, puesta en juego, enriquecida, transformada.

Puede enfocarse la estética del trabajo. El mismo resultado puede obtenerse de infinitas formas y cada una tiene un valor estético, que podríamos considerar en sí.

Podemos volver sobre el tema de las motivaciones, que pueden ser buscar el resultado, o quizás no. Muchas cosas se hacen por un impulso, sin buscar un resultado. Marx plantea que el trabajo sirve a la satisfacción de las necesidades, pero en muchos casos las necesidades están satisfechas y aún así las personas siguen trabajando. 


La AI fue diseñada para obtener un resultado. Es decir, su realización es, básicamente, la eficacia —tiene otros aspectos, pero son derivados y contingentes.

De modo que la resolución de temas con la AI carece del placer de hacer por hacer, no involucra la experiencia de quien la usa, ni una dimensión estética, ni tiene como requisito conocer cuál es la motivación del usuario para requerirle que haga algo.






Niveles del uso de la AI

 En este momento, que podría no durar mucho, la AI se está usando en estos niveles:

 

Nivel 0: Hacer consultas simples

Nivel 1: Resolver problemas estructurados (aplicaciones específicas, como cálculos).

Nivel 2: Análisis crítico, inferencias y razonamiento más avanzado

Nivel 3: Creatividad (generación de contenido original).

Nivel 4: Toma de decisiones

Nivel 5: Conversación fluida, en la que la AI emula a un humano

 

A esta altura, se cree que la AI tiene consciencia, y se proyecta esa consciencia sobre todos los niveles.




domingo, 13 de abril de 2025

Domingo de Ramos

 Hoy es el Domingo de Ramos.

Para los católicos y los que no lo son.

El catolicismo es una cultura, igual que el judaísmo, igual que las culturas que los europeos destruyeron. Todas las culturas que están en la tierra y bajo la tierra nos determinan. Todos los argentinos somos en parte católicos, judíos, querandíes, quechuas, musulmanes, protestantes y más.

 

En la familia de mi madre ha habido católicos renegados.

Especialmente los que estaban más cerca de España, donde los curas se ensañaban con la gente.

Los católicos renegados de mi familia gallega puteamos a la iglesia, cuando vemos un cura hacemos los cuernos con una mano, decimos me cago en la hostia consagrada, decimos me cago en el cuerpo de Cristo, decimos me cago en la reputa Virgen.


 



Hoy se recuerda el día en que Jesús entró en Jerusalén. Como no era un rey poderoso, sino una especie de loco, uno de esos profetas delirantes que por entonces abundaban, en vez de entrar sobre la grupa de un corcel magnífico, entró montado en un burro.

Pero una multitud de pobres, enfermos, traidores, putas, tuertos, mendigos, leprosos, desahuciados, pecadores, alcahuetes y serviles de los romanos opresores, lo recibió. Sembraron de palmas el piso como una alfombra.

Fue un momento muy feliz y muy trágico.

Era el rey de los pobres, como en Pixote un chico de la calle, que se drogaba a los 11 años, cantaba y decía “yo soy el Roberto Carlos de los pobres”, y permitía aquella farsa sabiendo que entraba en un lugar donde pocos días después lo torturarían hasta matarlo y dejar su cadáver colgando de una cruz de madera.

También sabía que habría de resucitar y darle la posibilidad a los pobres de ser sometidos en su nombre o de liberarse.

Sentiría tantas cosas el Cristo, arriba del burro.

viernes, 11 de abril de 2025

Ladislao estás ahí?

Siempre le agradezco a las personas que tienen pasiones porque me facilitan comprarle un regalo de cumpleaños. 

Mi hermana, por ejemplo, que es fanática de las mariposas, de Camila y Ladislao, de Rolando Rivas taxista y de Leopoldo Jacinto Luque. 
Cualquier cosa que le regale relacionado con esos asuntos la hace feliz. 

Luego pienso en la gente que tiene pasiones y las que no. 

Gente que se atreve a tener pasiones y gente que se reprime.







Misión

Sólo voy a la playa si tengo una misión

Sólo voy al lago si tengo una misión

Sólo voy a la montaña con una misión

Sólo voy al parque con una misión

Sólo ando en bicicleta con una misión

Sólo compro con una misión

 

Sólo viajo con una misión

Sólo hago algo con una misión

Sé que a muchos les parezco un estúpido por esto

 

Pero sin una misión, el mundo me mata de aburrimiento

Sin una misión, me pierdo

Sin una misión, las cosas no tienen sabor

 

Una misión, claro, es una aventura

Se gana o se pierde

No se sabe qué pasará
Se pone en juego lo que uno tiene

 

Sin una misión estoy frito




martes, 8 de abril de 2025

COYUNTURA - Cuál inteligencia

 Es inteligente no tomar las cosas “como dadas”.

Es inteligente desarmar lo que se nos dice.


Si nos ordenan “este es el límite”, podemos pensar:

¿Por qué acá y no más allá o más acá? 

¿Por qué el límite? 

¿Durante cuánto tiempo? 

¿Quién lo pone?

¿Es para todos o para algunos?


Si nos ordenan: “esto es la democracia”, podemos pensar:

¿No puede ser de otra manera?

¿Si es el gobierno de todos, por qué hay tantos que están mal? ¿Deciden estar mal?

¿Es sólo una cuestión política? ¿No involucra la economía?


Quienes aceptan los límites como naturales

Quienes aceptan las ideas cerradas como incuestionables

Se someten a ellas


Están adentro de la Matrix


Si no nos atrevemos a pensar de modo crítico, aceptamos que nos esclavicen.


En este momento la idea de AI, Inteligencia Artificial, es como el cielo.

Está sobre todos.

No somos conscientes de hasta qué punta nos domina, no el jueguito o la herramienta que responde preguntas y dibuja a Milei con un león, sino la que maneja los turnos de la obra social, la distribución de agua, el sistema financiero entero.


Con esto, aceptamos una particular idea de qué es la inteligencia.


Nos convendría pensar un poco en eso.


De qué inteligencia estamos hablando.


¿Nos están sometiendo con la Inteligencia Artificial?

Si no somos capaces de pensar en cuál es la inteligencia que nos dictan, ¿no estaríamos teniendo en la AI la misma superstición que teníamos cuando pensábamos que la Iglesia nos decía la verdad (cuando la Inquisición destrozaba cuerpos en sótanos) o que la Ciencia nos decía la verdad (cuando su objetivo era enriquecer a los más poderosos y fabricar bombas que tiraba en Hiroshima)?

¿No nos están sometiendo con una particular, quizás sesgada, quizás maniquea, quizás bastante estúpida, idea de inteligencia?

¿No podemos cuestionar esta inteligencia?

¿No podemos salir del campo de esta inteligencia?

¿No podemos liberarnos de la inteligencia?





martes, 1 de abril de 2025

Por qué mi tía aún ama a Evita

Hoy cumple años mi tía muy querida, mi tía Rosita. 

Pienso por qué quiere tanto a Evita.


Evita recibía a la gente que iba a pedirle cosas o plantearle sus problemas.

Todos los días recibía gente.

Desde que Perón fue presidente en el 46 hasta que ella murió, a los 32 años, en el 52.

Se pasaba 15, 20 horas recibiendo gente, aún cuando ya estaba con cáncer. 

Atendía en la Secretaría de Trabajo y Previsión (en el edificio de la CGT) y, más tarde, en la Quinta de Olivos, o en la Fundación Eva Perón. Cuando viajaba al interior, también recibía gente, 

Empezaba a recibir temprano en la mañana y a veces se quedaba hasta la medianoche atendiendo.

Se presentaba cualquiera, no había que sacar turno ni pedir audiencia, La gente hacía filas que daban vuelta a la manzana. Algunos viajaban desde las provincias y dormían en la calle esperando que se hiciera la hora para ser atendidos por Evita.

Evita recibía a todos en persona, a alguien que iba solo o a una familia.

Despreciaba la burocracia. Si alguien pedía algo, ella decidía en el momento lo que se le daría y mandaba a los que estaban con ella, que eran de la Fundación (Eva Perón), que consiguieran lo que ella mandaba, un puesto de trabajo, dinero, atención en un hospital, ropa, una pensión graciable, comida, una máquina de coser, una carretilla, una casa, una camioneta, lo que fuera.

En la Fundación había ropa, alimentos, muebles, herramientas, las cosas que la gente le pedía. La Fundación recibía donaciones y coordinaba las entregas. Trabajaban cientos de personas para que las decisiones de Evita se cumplieran rápido, desde choferes que llevaban ayuda hasta obreros que construían casas.

En las audiencias la gente lloraba, le agradecía a Evita, le besaba las manos. Le llevaban regalos humildes, gallinas, dulce, tejidos, una torta, leche. 

Con cada uno hablaba. Preguntaba “¿cuántos hijos tenés?”, “¿qué te pasó?”, “¿cómo lo vas a solucionar?”





El pintor Daniel Santoro dice que Evita no hacía caridad.

Evita quería solucionar el problema de fondo de la gente, que era la pobreza.

Una vez mandó sacar de la Residencia Presidencial, donde atendía, un colchón para un hombre que dormía en el piso, porque no había colchones en el depósito, y esos gestos inducían la sensación de que Evita sólo sacaba del apuro a la gente.

Pero no era así.

Evita quería que dejaran de ser pobres.

Las audiencias eran para solucionar los problemas inmediatos, que era indispensable solucionar, pero ella quería que los chicos pobres se educaran para que no fueran más pobres, quería que la gente viviera en casas dignas, como las casas que la gente veía en las películas, como las que quería tener la gente de la clase media.

¿Por qué alguien de clase media podía tener un chalet y un pobre no?

Evita mandó hacer un barrio. Los arquitectos le trajeron un proyecto de casas muy humildes, porque así se podían hacer muchas. Ella les dijo “ustedes diseñaron casas para pobres. Yo quiero que la gente no sea más pobre”, y los mandó a que diseñaran barrios de chalets, barrios hermosos, y así se hicieron Ciudad Evita y Los Perales.

Las casas tenían que tener las comodidades que quería la clase media, agua corriente, electricidad, muebles lindos, cortinas, pisos de parquet. Entregaba las casas con camas, mesas, sillas, vajilla. Y la ropa que repartía la Fundación no eran harapos usados, sino prendas nuevas o de calidad. 

Pensaba que las personas que llegaban a verla en alpargatas y mal comidas merecía vivir como ciudadanos plenos, no como pobres.

Creía que la gente podía progresar si se le daban los medios. Por eso le importaba mucho que los chicos pobres estuvieran bien. Hizo ciudades infantiles, no sólo la República de los Niños, donde los chicos pobres jugaban a ser choferes, pero también banqueros, policías, médicos. 

Para ella en el bienestar de los niños estaba el futuro de una Argentina sin pobres. Por eso empezó las colonias de vacaciones para los chicos pobres, con pileta, deportes y actividades culturales. Hasta ese momento, sólo los chicos de familias ricas disfrutaban de eso.

A una de las audiencias llegó una madre con su hijo. Le pidió a Evita que le consiguiera clases de piano. Evita habló con el chico y se quedó impresionada por su inteligencia. Entonces mandó conseguirle una beca en una escuela privada inglesa, que era carísima y tenía mucho prestigio. Sólo la clase alta podía mandar los chicos allí. Y allí fue ese chico. (Por eso la odiaban los ricos, también).

Daniel Santoro lo sintetizó así: “no quería que ni un solo chico pobre tuviera que envidiar a un chico rico”. 

Ella iba más allá de la necesidad, prestaba atención al deseo de la gente. Era revolucionaria porque no quería pan para los pobres, sino pan dulce.