La novela Maniac, bestseller en algunos ambientes, plantea esto: si los hombres llegan demasiado lejos en algo, serán castigados.
O quizás es un poco más complicado: abren la puerta del infierno.
Dejan entrar al Diablo a este mundo.
No encuentro un solo mito que cuente esta historia, pero si muchísimos que son facetas de ese mito: Adán y Eva y el Árbol de la Sabiduría, la caja de Pandora, la Torre de Babel. Lo más elemental: los pecados.
Después de la dictadura militar en Argentina, muchas personas, creo que la gran mayoría, se ha quedado con este relato: “nunca más la violencia. Ya sabemos lo que pasa”. Muchos jóvenes habían luchado intensamente por tomar el poder para hacer que el país le diera una vida más digna a todos. Para acabar con esa tendencia, los poderes de Estados Unidos y locales instauraron una dictadura militar cuya pedagogía fue aterrorizar a toda la sociedad torturando cuerpos, desapareciendo a personas, asesinándolas, robándoles sus bebés, robándoles sus propiedades
Por este motivo, el miedo a tomar el poder ha castrado a los dirigentes del campo popular, que hoy se arrastran impotentes, tratando de cuidar cada uno su pequeña fortuna.
Ir “demasiado” lejos, es ir más allá de la frontera que establece Dios.
En Maniac, el Demonio desatado es Hiroshima, y ahora lo estamos despertando con la inteligencia artificial.
Lo despertamos con nuestra impotencia y nuestra entrega a la indolencia más criminal.

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