Conocimos a un viejo que vivía solo, o más bien, vivía con un millón de gallinas a la orilla del río, y sobre todo con una chancha, que se llamaba Lourdes.
Decíamos chanchadas, de la chancha y él.
Las gallinas vivían todas arriba de un árbol. La gente les transmite a los animales las cosas que tiene en la cabeza.
Vivía en un rancho chiquito, hecho de adobe y chapas. Le daban unos pesos por cuidar que nadie se robara tres canoas.
Arriba de una fogata tenía una olla gigante con agua hirviendo todo el día. Tiraba de todo ahí adentro: verduras, los pescados que pescaba, fideos, huesos, carne, pan con moho verde, gallinas con las plumas. Una vez tiró viva una tortuga que sacó de la red y otra vez un chanchito que había parido la Lourdes y lo aplastó cuando dormía.
Tomaba mate con agua que sacaba de esa olla. Otras veces tomaba mate con ginebra.
Se llamaba Nikola, pero no le entendíamos cuando nos decía de qué país era.
Cuando le preguntábamos la edad, decía que tenía como 200 años.
Lo conocimos unos amigos que nos hicimos la rata y nos fuimos de camping cerca de él. Teníamos 14 años.
Nos convidaba mate.
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