sábado, 29 de noviembre de 2025

Prótesis

En un rato empieza el partido de Boca, no tengo tiempo de desarrollar lo que voy a decir, le pediré a alguna IA que desarrolle.

Mientras, les dejo estas anotaciones a mano.


Una clave humana es la prótesis.

Cuando empezó la palabra “prótesis”, significaba “poner adelante”. Luego se transformó en “adición”, en el Medioevo fue adoptada por la Medicina; en el siglo XVI las adiciones fueron partes del cuerpo (piezas dentales, narices de cera, metales para mutilados de guerra). En el siglo XIX se empezó a usar en español, con la RAE dándole en 1869 el significado que aún usa, “Pieza o aparato empleados para sustituir un órgano o un miembro del cuerpo.” Durante el siglo XX se generalizó como parte de la industria de la medicina médica hegemónica —prótesis de cadera, dental, auditiva, etc.—, y se comenzó a darle al concepto un sentido técnico más amplio: cualquier suplemento, por ejemplo, prótesis capilar, prótesis de pene, y un uso metafórico y cultural. Desde la ciencia ficción comenzó ser llamada “prótesis” a una extensión artificial del cuerpo y se pasó de la sustitución de una parte perdida a la mejora o la extensión de capacidades humanas, con prótesis biónicas, implantes neuronales, exoesqueletos y demás, camino al cyborg.

Ahora bien, ya Marx, al hablar del trabajo, había definido las herramientas como la extensión del cuerpo humano. Esto nos obliga a detenernos en el “trabajo” y en la “extensión”. El “trabajo” es un proceso entre el hombre y la naturaleza, “proceso en que el hombre, por su propia acción, media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza” , mientras que la “extensión” es todo lo que no sea cuerpo.

Todo lo que hace el hombre, la acción de existir, es un proceso en la naturaleza, de modo que trabajo es toda acción humana.

Por otra parte, el hombre se define tanto por su cuerpo, como por ser término de una sociedad. Los cuerpos están tramados y lo que aglutina la trama son extensiones del cuerpo. La forma del entramado de cuerpos humanos es la cultura. Podría decirse, llevando las cosas a una arbitrariedad acaso extrema, que la cultura es la extensión de los hombres, su herramienta para trabajar el proceso de su relación con la naturaleza, es decir, con el mundo, con la realidad.

Basados en Marx, podríamos tender un arco entre prótesis y herramienta, que es lo que vienen haciendo futurólogos y autores de ciencia ficción. Michel Houellebecq habla de un hombre final, un neohumano o un posthumano, que es una persona reducida a una pura memoria digitalizada y almacenada en una máquina. Es decir, llegamos a un momento en que se disuelven los límites entre persona y extensión.

Antes de esa instancia, se podría pensar cómo el trabajo hecho con extensiones modifica los cuerpos y la sociedad. Volvamos a Marx: “El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Las fuerzas corporales de que dispone su organismo, brazos y piernas, cabeza y manos, las pone en movimiento para apropiarse de la materia natural bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza externa y transformarla, transforma al mismo tiempo su propia naturaleza” (El Capital, libro I, cap. 5).

Muchos se asombran ante el hecho de que un niño, si no fuera criado por humanos que le enseñan a caminar parado sobre sus dos piernas, posiblemente se trasladaría de otra manera. La cultura desde que somos homínidos ha ido transformando nuestros cuerpos de muchas formas. El hecho de que no caminaríamos erguidos si no lo aprendiéramos no es diferente al hecho de que nuestros cuerpos están hechos para depender como pedúnculos de la madre mucho tiempo, de la ropa para no morirnos de frío, de las casas, de las pastillas, de los audífonos, etc. En suma, ya no tenemos cuerpos naturales, como los tiene un murciélago, un sábalo o incluso un gato doméstico. Sin la cultura, no sobreviviríamos.

En un sentido —insisto, forzado quizás hasta la exageración o el bolazo—, la cultura es una prótesis. La prótesis por excelencia. La prótesis total. La prótesis que es la realidad de los humanos y que los determina. Los hombres inventan a las herramientas y esas herramientas inventan al hombre, como expresa Stanley Kubrick con los monos al inicio de “2001: odisea del espacio”.

En estos tiempos de inicio de la inteligencia artificial generativa, encuentro un experto tras otro diciendo que la IA es una herramienta. Lo dicen como si fuera aleatoria. El hombre sería el mismo si un día la IA se apagara, sólo que con menos recursos técnicos. Aún no han empezado a asomarse a la consciencia de que la inteligencia artificial generativa está inventando a un nuevo hombre. Nos estamos recreando con el invento de la inteligencia artificial generativa.

Igual que lo hicimos con la palabra.

Con el fuego.

Con el arte.

Con la cocina.

Con la ley.

Con el espíritu.




3 comentarios:

  1. Estas breves e intensas notas tuyas se me están convirtiendo en costumbre necesaria. Escuchando y viendo la lluvia en el jardín, ya me pusiste en modo reflexión.

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