martes, 28 de septiembre de 2021

Un poco de fe

El peronismo, el movimiento político más representativo del Pueblo Argentino, derrapó feísimo en los 90.

En aquel pisar mierda en patas, el progresismo estuvo muy lejos del peronismo.

Pero cuando Néstor Kirchner empezó a devolverle la dignidad y a demostrar que el peronismo, sea lo que sea, es el movimiento que mejor puede realizar los deseos de todos los argentinos, el progresismo —clase media urbana, convicciones de izquierda, valores burgueses, influyente— se hizo peronista. Incluso por conveniencia. Y, como siempre, una vez más el peronismo le abrió los brazos. 

Ahora el progresismo está rechinchinando. De nuevo está diciendo “los peronistas” como “otra gente. Está despegándose.

Ante el Gobierno timorato, que le dice que sí al obrero y le dice que sí al patrón, que no avanza porque no decide, no corta el bacalao, que tiene el poder pero no tiene ambición, en este momento tibio y chirle, de perspectivas funestas, varios amigos progresistas dicen que es mejor no salir a la calle.


Los progresistas salen a la calle cuando la batalla está ganada.

Especula con todas las maniobras, estratagemas y trucos políticos de alianzas, celadas, jugarretas palaciegas, que deben hacer Cristina, Fernández, este, aquel, para ganar las elecciones y posicionarse y esto y lo otro.

Lo cierto es que los cambios grandes, los cambios de Destino que ha tenido Argentina —como cualquier otro país— han sido forjados por la gente en las plazas y en las calles. 

No en manifestaciones testimoniales y seguras, con niños sobre los hombros y en bicicleta, sino luchando. 

El progresismo no tiene fe en la gente y le teme a la negrada.

Sin embargo, es la negrada poniendo el cuerpo la que ha producido los cambios que luego son usufructuados por el progresismo. 




viernes, 24 de septiembre de 2021

Al final de qué, se dice la verdad



Muchas veces al final, de una u otra manera, la verdad sale a la luz y se descubre que todo fue mentira.

Pero ¿al final de qué?

¿Cuánto se tardó?

Nuestra vida en la Tierra dura un pestañazo, es bastante tonto sostener una mentira creyendo que hay tiempo para aclarar y confesar la verdad.

Aún si hubiera una eternidad, ese espacio de tiempo en que se sostiene una mentira hace de quien miente, un miserable.

Digan, díganse, la verdad en este momento.



sábado, 18 de septiembre de 2021

Un poco de mística de mi tía Clara

Esta mañana llamé por teléfono a mi tía Clara.

Fue militante en los 60 y los 70.

La adoro.

Hablamos de lo que pasó en la semana. Esto es lo que me dijo:


Lo que me gustaría ver es un poco de inspiración política.

Toda la clase política están como en otra cosa. 

Parece el equipo de Boca del pobre profesor Russo, que no se le aparecía ninguna idea. Los muchachos llevaban la pelota, la perdían, pasaban los minutos, los partidos, y no sabían qué hacer.

A los políticos de este gobierno no se les ocurren ideas simples, la ministra de Mujeres y Diversidad podría hacer un festejo del Día de la Primavera con L Gante y toda esa nueva onda, que surgió de las netbooks que dio el Gobierno, hablando que los chicos tienen que ser más respetuosos con las chicas y se tienen que cuidar del SIDA; o el ministro de Turismo podría anunciar que crea un sector en las canchas, cuando se pueda, para los trabajadores de la Salud; o el presidente podría jugarse a poner en juego el resto de su gobierno y su propio futuro, para hacer que todos los chicos de Argentina puedan tener contención, a través de las escuelas, los planes sociales, los hospitales, las viviendas, la policía, los precios de la comida, todo, todo en función de que los chicos estén mejor, y que si no logra avanzar unos pasos, renunciará a la política.

Decir “acá empieza el Plan Qunita”.

No digo prometer como mentir, sino ponerse los pantalones, prometer y dejar el cuero en cumplir. ¿Qué es, si no, un político?

Sé que soy una vieja chota. Mi generación fracasó, ¿con qué autoridad te hablo?

Te estoy diciendo pavadas, ideas irrealizables, podés demostrarme con tres palabras que estoy proponiendo disparates, pero ¿no te parece que falta mística, corazón, esperanza, amor por el Pueblo?




jueves, 16 de septiembre de 2021

Una canción anónima

Un poeta contó que andaba por un pueblo lejano y oyó a un hombre que canturreaba, mientras recolectaba basura, unas palabras que le resultaron familiares.

Haciéndose un poco el distraído, se acercó al hombre y prestó atención a la canción.

Grande fue su sorpresa al descubrir que la letra era una parte de un poema que él había escrito hacía muchos años.

Entonces recordó que en algún momento alguien le pidió el poema para ponerle música.

Sonrió contento y cantó con el basurero.

Al fin le preguntó:

— Buenas tardes, buen hombre. ¿Quién compuso esa canción que usted entona tan bien?

— No se burle de mí, no sé cantar. Y en cuanto a quién compuso la canción, ¡vaya usted a saber!

El poeta sonrió con una sonrisa aún más amplia.

Que la gente común cantara lo que él había escrito, le hizo sentir que su vida había tenido sentido.

Nada podía justificarlo más que su poema ya no fuera suyo, sino del Pueblo.





La memoria de la orgía de primavera

De un etnógrafo escuché una historia que me suena a fábula.

Una etnia del Chaco salteño tenía el rito del Juego del Sapo al final del invierno.

El invierno era para ellos fatal. Frío y sin comida. Muchos morían de hambre. 

Entonces, festejaban la explosión de la primavera en el Chaco emborrachándose con una bebida alcohólica que hacían con el fruto de la algarroba que también comían (era la comida abundante que determinaba el fin del sufrimiento). 

En el Juego del Sapo se emborrachaban masivamente y durante tres días se perdían en una orgía desaforada. 

Cuando llegaron los misioneros anglicanos a evangelizarlos a principios del siglo XX, lo primero que hicieron fue erradicar la orgía. 

Se entiende.

Nunca más se hizo.

Sin embargo, en 1982 Argentina entró en guerra con Inglaterra por las islas Malvinas y los misioneros , que eran ingleses, fueron expulsados del país por el Gobierno nacional.

Eso fue entre abril y junio.

Pues en la primavera de 1982, la primera sin los misioneros, los bisnietos y tataranietos de aquellas personas libres, ¿qué rito hicieron? 

A veces la memoria no está en la consciencia. 

Vaya a saber dónde está.





Sin palabras

 Mi madre, que no tenía inhibiciones ni prejuicios para observar la realidad, me habló de un zapatero italiano que conoció en Nueva York.

"No tenía muchas luces", me dijo. "Se había olvidado el italiano por no tener con quien hablarlo, pero no llegó a aprender el inglés. El pobre hombre se quedó sin lenguaje".








martes, 14 de septiembre de 2021

Mensaje en un sobre

El periodista Alejandro Bercovich habló mucho de "voto bronca" en su interpretación del resultado de las PASO.

O sea, un voto que no tiene tanto el objetivo de elegir representantes del pueblo, sino de expresar una posición.

Todo acto es un acto de comunicación, dicen los profesionales de la comunicación. Este principio se aplicaría de modo pleno al voto de las PASO.


Cuando asumió, el presidente Alberto Fernández dijo algo así como que si no hacía lo que prometía, se lo hiciéramos saber.

Fue una frase impactante. Un fuerte desafío de una carga democrática rotunda.

Ahora, ¿cómo le haríamos saber?

¿Cómo hará mi vecina del 8º J para advertirle al presidente que no hace bien al permitirle a unos pocos poderosos decidir a su antojo los precios que debemos pagar todos?

¿Planteándolo en una unidad básica o en un comité político, pensando que quizás, vaya a saber cómo, le llegará al presidente?

¿Planteándolo en un centro de jubilados (mi vecina tiene sus años), en un CGPC?

¿Por redes sociales?

¿Mandándole una carta de lector a un medio de comunicación?

¿Un pasacalles, una pintada, un cartel para mostrarle al presidente cuando pase en auto, un graffiti de un avión?


Acabo de googlear las palabras del presidente Alberto Fernández. 

Dijo: “quiero que si alguna vez me desvío salgan a la calle y me lo digan”.

Ahora sí. El Pueblo se expresa en la calle, organizado, con bombos, banderas y cánticos.

Pero vino la pandemia.

Nada más podemos aplaudir por la ventana.


Y entonces llegaron las elecciones, y ahí está, la vecina usó el voto para decirle al presidente el asunto de los precios votando lo que más le duele al Gobierno.

Claro que meter en la urna un voto por Heidi, hay que ver si el presidente lo comprendió como mensaje de “usted no hace bien al permitirle a unos pocos poderosos decidir a su antojo los precios que debemos pagar todos”.


El mensaje del presidente Alberto Fernández, conocido el resultado de las PASO, fue que va a escuchar al Pueblo.

Como cuando pidió que le avisaran si no hacía las cosas bien, el consenso fue grande.

Y nuevamente aparece la pregunta sobre los mecanismos que tiene nuestra democracia para que la gente se haga oír. 

O sea, la pregunta sobre la democracia.




lunes, 13 de septiembre de 2021

Elecciones PASO 2021, un enredo de contradicciones

Cosas que me pasaron en las elecciones de ayer:


1. Un hombre y una mujer se encontraron en la puerta del colegio donde votábamos. “¿Qué hacés, tanto tiempo?” Luego: “tus chicos”, y “cómo anda José”, y “te fuiste a España”, y así. Cuando se despiden: beso en la boca. 


2. En el cuarto oscuro miro las boletas. Pienso que los amarillos se presentan y a la vez están preparados para dar un golpe de Estado.


3. Una chica entra con un perro al salón-cuarto oscuro. Mientras la chica vota, el perro se pone a cagar.




Los diarios deben decir algo porque salen todos los días, igual que los periodistas deportivos tienen que decir algo porque necesitan llenar cientos de horas de radio y televisión.

Hay que decir algo, y como no se tiene algo para decir, se atrapa una idea, tal vez propia, más probablemente ajena, y se la machaca en la cabeza del público hasta que esa cabeza tiene la forma monstruosa de esa sola idea, que en muchos casos es tonta.


“El Pueblo nunca se equivoca”, “la gente es idiota, vota a los que endeudaron al país: a sus explotadores”: entelequias de politiqueros. 

Hay tendencias, y es complicadísimo comprender el juego que arman y su resultado en las elecciones.

Hay “Gato, Reposera, nos cagaste” y hay “Alberto no hacés nada, el kilo de carne cuesta igual que un kilo de auto”, y “Milei es diferente, basta con peronistas, todos viejos”, “los peronistas son corruptos”, “basta de planeros, que trabajen”, “nosotros también queremos ser conchetos”, “con el Gato veníamos mal, le votamos en contra; con Alberto, las cosas siguen mal, tomá, le votamos en contra también”, etc.


Tenemos varios enredos de contradicciones. Pareciere difícil que propios e indecisos voten con entusiasmo por un gobierno cuyo objetivo prioritario y mayor en los primeros 100 días (los que todo gobierno tiene de changüí) fue hacerse cargo del cagadón gigante que hizo Macri, y que por haberlo hecho perdió.

Un gobierno que puso su épica al servicio del factor de fracaso de aquel al que derrotó.

El gobierno entero se armó como un negociador de la deuda que armaron Macri, el FMI y los poderes financieros de Occidente. Toda la economía quedó en suspenso hasta que se consiga ese objetivo. El único plan económico es pagar la deuda.

La mística es volver a poner las cuentas con el exterior al derecho y entonces garantizar la estabilidad económica.


En política, la mística es garantizar el Estado de Derecho ante el embate general en Occidente de la ola neonazi que en la región golpeó en Brasil, Bolivia, Ecuador.

Garantizar la estabilidad económica e institucional son ineludibles, pero es difícil ganar el apoyo mayoritario en unas elecciones si no se planta algo en el futuro, si no anuncia que se pondrá en juego todo lo que se tiene para que nuestros hijos tengan una vida mejor que nosotros, para que comamos asado todos los domingos, para que los recién casados se puedan comprar una casa, para que el día que nos jubilemos no tengamos que preocuparnos por la plata, para que los trabajadores de la salud sean reconocidos y honrados por todos, para que, en fin, los argentinos tengamos algunas alegrías.


Quizás los votantes sintieron que este simple asunto, “que tengamos algunas alegrías”, no le llegaba a los oídos del Gobierno.

Un Gobierno que le paga millones a Clarín para que Clarín le haga llegar cosas espantosas del mismo Gobierno a los oídos de la gente.

En vez de escuchar, el Gobierno parece decir “sabemos qué les pasa a ustedes, no necesitamos que nos cuenten. Sabemos que están hartos de la grieta”, y entonces se ilusionó con que estaba por encima de la grieta. Como la grieta se siente cuando los poderosos braman, el Gobierno le concede a los poderosos todo lo que piden. No braman, no hay grieta. Pero lo que le concede es la plata de la gente. Suben los salarios 27%, pero al otro día los poderosos que ponen los precios, suben los precios 40%, y el Gobierno, para garantizar la estabilidad institucional y para superar la grieta, deja hacer.


También es enredo de contradicciones la derrota de 38% a 34% en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna Kicillof, para muchos el as en la manga para el futuro. 

Se argumenta que no hubo votos contra Kicillof, sino contra la política económica nacional, en la que el gobierno de la provincia no tiene mayor incidencia.

Además de que quizás sí podría tener más incidencia, contradice el razonamiento la victoria contundente en el partido de La Matanza (provincia dentro de la provincia) de 44% contra 25%. La Matanza sufre tanto o más que la provincia en general los problemas económicos nacionales.

Podría ser que un elitismo político en el armado de las listas haya pateado en contra.


Tercer enredo de contradicciones: hablando de elitismo, quizás también contribuyó a la incapacidad de escuchar a todos los argentinos el hecho de que el gobierno está armado con una fuerte carga porteña. 

Un gobierno de peronistas de la ciudad donde el peronismo es no sólo derrotado siempre, sino además aborrecido.