miércoles, 30 de octubre de 2013

La despedida torpe


Me gustan esas vacaciones en que uno va a un lugar para pasar unos días, en plan muy transitorio, pasajero, raudo o fugaz, tocar el lugar lo menos posible, no contaminarse, casi no mancharse, pero luego hace una vida allí, saliéndose de a poco de la pasarela prevista como un cerco, esterilizada, comiendo lo que comen los del lugar, familiarizándose con la dueña de la posada, haciendo propias las calles de alrededor. Haciendo querencia. Sintiendo en un momento que vive allí, o más aún, que siempre vivió allí. Al fin, saludando con tristeza, incluso cierto desgarro, a aquellos de quienes se ha hecho amigo, no sabiendo muy bien cómo despedirse del lugar, de la vista desde una ventana, del almacén chiquito adonde iba a comprar cualquier cosa, de la cama, sus sábanas, la luz que la iluminaba a la mañana, de un determinado paredón, de la playa, del vendedor de choclos, de las plantas, que son muy de ese lugar; con esa especie de confusión por tener un tonto adentro que no sabe que ya no estará más, y por tener alguien que es conciente, pero que es torpe y no sabe cómo despedirse, cómo saludar, decir hasta siempre, hasta nunca o hasta el verano que viene, ni sabe qué hará con el pedazo de todo aquello de ese lugar que se lleva prendido.







El momento de la Ley de Medios


El domingo pasado hubo unas elecciones legislativas en las que los votantes de los lugares más poblados apoyaron a partidos y fuerzas políticas opositoras, compuestas por estructuras, líderes y las corporaciones mediáticas que tienen la hegemonía de fabricar la realidad.
Quedó una situación en la que el esquema que gobierna con Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta de la Nación, permanece en el centro de la escena, con fuerte poder (conserva el quórum en las Cámaras de Diputados y Senadores) e iniciativa, y varias oposiciones, básicamente regionales.
Inmediatamente se transpoló el orden legislativo al ejecutivo, con algunos de los opositores que hicieron buena elección, ganándole al oficialismo, con el cartelito de candidato a la Presidencia, lo cual es una simplificación bastante torpe. Si las elecciones hubiesen sido por el Poder Ejecutivo, es muy posible que la fragmentada oposición no hubiese tenido en total la misma cantidad de votos que tuvo el domingo. Una cosa es una elección en la que se manifiesta un instinto democraticoide de compensación (“Cristina no puede tener tanto poder, algún límite tiene que tener, si no, es una dictadura”), y otra es la responsabilidad de gobernar. Ninguno de los opositores aparece con los recursos políticos para garantizar siquiera la gobernabilidad del país.

Unas horas después la Corte Suprema le quitó la etiqueta de “inconstitucional” a la Ley de Medios, que había sido objeto del ejemplar ejercicio popular de ser discutida como proyecto en muchos ámbitos y había sido aprobada por una enorme mayoría de legisladores, pero al atentar contra el poder de las corporaciones mediáticas fue congelada en los vericuetos judiciales durante cuatro años.
Saludablemente han abundado analistas de todo tipo que desde todos los medios de comunicación aportan algo sobre el tema. Sin embargo, nadie aún se atreve a pronosticar el escenario que se viene.
Antes bien, predominan las euforias bobas, la de los opositores al gobierno de los Kirchner, que el domingo festejaban el fin del ciclo, y la de los fanáticos del oficialismo, locos de alegría porque la Ley de Medios les vengó el desastre de las elecciones del domingo: íbamos perdiendo 2 a 0 y terminamos ganando 3 a 2.


Poco se modificó el domingo, porque la iniciativa sigue en manos del esquema de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y es absolutamente incierto el panorama si es que el mayor motor de la oposición, la trama de multimedios encabezada por el grupo Clarín, pierde su lugar dominante. 

martes, 29 de octubre de 2013

Los que se quedan hasta el final


Acá están, estos son, los que se quedan hasta el final de las marchas y protestas.
Después de que se fueron los simpatizantes que llegaron primero y se fueron temprano, los que llegan solos en bicicleta, los políticos conocidos, los que podían decir con elocuencia por qué fueron, los que tienen que hacer, los que están siendo esperados, el aparato, los que han llegado con banderas y pancartas y se las llevaron, los que estaban vendiendo publicaciones de izquierda, los que vinieron en los bondis, las cámaras de la televisión, después los fotógrafos, los periodistas objetivos y al fin los adherentes.
Entonces se quedan los que están más felices, los que son menos dueños de la calle y lo han sido hoy.
Los que están más contentos acá que en cualquier otro lugar.
Se quedan dándole al bombo y al redoblante, cuando sólo quedan ellos y el que vende choripan, cantando una y otra vez las mismas canciones.
Se quedan, juntos, ya sin esperar que venga nadie, sólo entre ellos, sin necesitar más.
No pueden dejar de festejar que están juntos.
No paran de bailar.






sábado, 26 de octubre de 2013

Separados


Cena con Roby y Juana. Empiezan a pelearse, como cada vez que los vemos (sospechamos que lo hacen como ante nosotros, indefinidamente, siempre que están juntos). Un poco harto, les pregunto:
— Roby, ¿por qué no se separan, si todo entre ustedes es insoportable?
— Ya nos separamos. Incluso hicimos una reunión con los amigos en común, una especie de rito. Anunciamos nuestra separación como una vez habíamos anunciado nuestra alianza.
— Y desde entonces estamos unidos por nuestra separación —acota Juana.
— Sí, más unidos que antes —acota Roby.

viernes, 25 de octubre de 2013

Presentación del libro Teresa Yuan China, un nuevo comienzo para el Psicoanálisis


Una de las notas del Nº0 de la revista Dang Dai era un tema que Camilo Sánchez tenía en su carpeta: una argentina estaba teniendo un rol muy activo en la difusión del psicoanálisis en China. Era la analista Teresa Yuan, hija de una argentina de origen libanés y un chino.
Camilo la entrevistó, estableciendo una relación que tendríamos con ella desde entonces, para conocer el detalle de sus numerosos viajes a China y para ser amigos.
En mi caso personal, conocer a Teresa tiene un gusto a encuentro de hermanos separados a la edad de la que no se tiene memoria, dado que compartimos la condición de mestizos chinoargentinos. No hay muchos como nosotros, mucho menos de nuestra edad. Hemos compartido nuestra experiencia en espejo —el de ella unos años delante de mí.
Este año Teresa escribió el registro de su trabajo como introductora del psicoanálisis en China, algo que parece una labor estrambótica, destinada a confrontar irresistibles incógnitas como la universalidad del psicoanálisis o algunas formulaciones de Lacan sobre la psique de los chinos, y a poner en evidencia el lugar central de la Argentina en el mapa del psicoanálisis global.
Fui invitado a integrar la mesa que presentó el libro en la mítica APA (Asociación Psicoanalítica Argentina). A continuación, el texto que leí en aquel momento.

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Ricardo Piglia es un gran ocurrente. Todo el tiempo se le están ocurriendo esquemas, máquinas, aparatos, muchos de los cuales son buenos para ver. Son claves. Tienen poder explicativo. Las de Piglia son claves fértiles, siguen descorriendo velos durante mucho tiempo.
Una vez se puso a armar la hipótesis de que en la literatura hay dos tipos de viajes. Uno es el que se da en el despliegue físico sobre el territorio, sobre el mapa. El protagonista sale de su país, atraviesa un río y entra en otro país, que es fundamentalmente otra lógica. Una lógica que él no comprende, y esto es lo que transforma la realidad en una serie infinita de sucesos impredecibles. Por eso, este tipo de viaje se asimila a la aventura. El protagonista anda a los saltos, superando cosas que le salen al paso y él no comprende. Luego atravesará otro río y entrará en otro país, y así.
Piglia sitúa este primer viaje en la literatura norteamericana. En la francesa se desarrolla el otro viaje, que es una suerte de opuesto al anterior. El sujeto no necesita moverse. No se mueve. Porque el viaje es hacia el interior. De algún modo, es una propuesta similar a las novelas de Sherlock Holmes, en las que el detective, sentado en su gabinete chupando la pipa, montado en su razonamiento va trepando por el camino de la verdad hasta descubrirla. Es también el modelo de los antropólogos de fines del siglo XIX, que formulaban ampulosas teorías sobre la Humanidad en su biblioteca de Oxford, donde recibían objetos y cuentos de lugares remotos.
Y es el viaje de Edipo —inevitable de omitir en este ámbito,. Un viaje que empieza con la cándida ilusión del final anunciado, saber quién es uno.
A mí me fascina que Teresa Yuan haya emprendido su viaje, el viaje de su vida. Las dos categorías de Piglia le sirvieron para armar su viaje, como le sirvió la casualidad, la pasión, algún benefactor en Argentina, otro en China. Como le sirvió su profesión. Y como le sirvió la distancia extrema, la mayor en el planeta, entre Argentina y China. Esa distancia máxima, hecha de kilómetros, de idiomas, de idiosincrasias, fue alimento de su viaje.

El coraje de Teresa me fascina y me produce una admiración mayor. Me admira ella y me admira lo que alguien es capaz de construir y legarle a los demás en el empeño absurdo, inexplicable, irracional que es la búsqueda humana del origen.


Dos mitades de chinos entre Abel Fainstein, presidente de la
Federación Latinoamericana de Psicoanálisis, y
Leticia Glocer Fiorini, presidenta de la
Asociación Psicoanalítica Argentina.
 


jueves, 24 de octubre de 2013

Remoción del autor


El proceso de creación es el de la constante remoción en el trabajo del carácter y la individualidad del autor. (T.S. Eliot) 

jueves, 17 de octubre de 2013

Argentino



Soriano pregunta “¿Está prohibido pararse aquí? Desde que llegué a Estados Unidos estoy cometiendo infracciones.”

(En Triste, solitario y final, de Osvaldo Soriano).


lunes, 14 de octubre de 2013

Una vez más


A veces voy hasta donde está ella en la casa haciendo algo o nada, porque me han dado ganas de mirarla. Ya la he visto tantas veces que se me han gastado los ojos de mirarla. Pero es muy bonita, y me digo "una vez más".


viernes, 11 de octubre de 2013

Recuerdo del pequeño hijo

De Clarice Lispector 

¿Y qué sentir del hijo? Si de algún modo me quedo sin ningún sentimiento irreconocible. ¿Qué sentir? Veo su cara quemada por el sol, cara completamente inconsciente de la opresión que tiene, toda concentrada como está como bicho lindo, delicado y feroz –en las lamidas a su helado.

El helado es de chocolate. El hijo lo lame. A veces resulta demasiado lento para su placer, y entonces él lo muerde, y hace una mueca que es totalmente inconsciente porm la felicidad incomoda que da el pedazo helado que llena la boca caliente. Ésta, la boca, es muy linda. Miro al hijo toda compacta, pero él está acostumbrado a la tontería de mi mirada concentrada de amor. No me mira, y no le molesta ser observado en su acto íntimo, vital y delicado: sigue lamiendo el helado con la lengua roja y atenta. No siento nada, salvo que estoy entera, pesada con material de primera, buena madera. Como madre, no tengo delicadeza, soy grosera y silenciosa. Miro con la rudeza de mi silencio, con mi ojo vacío aquella cara que también es ruda, hijo mío. No siento nada porque esto ha de ser un amor pesado e indivisible. Allí estoy, reculando. Reculando ante tanto. Lo impenetrable me deja con una especie de áspera obstinación; impenetrabilidad es mi nombre; estoy allí, endomingada por la naturaleza. Mi cara ha de tener un aire tozudo, con aire de extranjera que no habla la lengua del país. Parece un sopor. No me comunico con nadie. Mi corazón es pesado, obstinado, inexpresivo, cerrado a sugerencias.

Estoy allí, y veo: el rostro del niño se volvió por un instante ávido –es que debe haber encontrado algún pedazo de helado con más chocolate que el resto, y que la lengua avisada captó. Nadie diría que soy delgada: estoy gorda, pesada, grande, con las manos encallecidas no por mí sino por mis ancestros. Soy una desconfiada que está en tregua. El hijo come ahora el cucurucho del helado. Soy una inmigrante que se arraigo en tierra nueva. Mi ojo es vacío, áspero, ve bien. Y ve: un hijo con expresión concentrada que come.


(Gracias Flaca Sandra Vega por avisarnos de este texto).

martes, 8 de octubre de 2013

Red Hot


Una chica, aún no llegaba a los 20, estudiante de Psicología Social, se dejó seducir por un hombre en un tren del suburbano. El hombre llevaba una gorra sucia, de la que escapaban mechas de pelo grasiento, tenía la cara hinchada, pantalón y campera muy gastados, como si hubiese vivido, sentado y revolcado, en la calle los días anteriores, o quizás hacía mucho tiempo; las uñas largas y sucias, el aliento pesado, el andar defectuoso. Se presentó a la chica como un shamán. Le dijo que sabía qué le estaba sucediendo a ella y la arreglaría. Y la chica se dejó llevar por el tipo a la casa de él, en un barrio muy oscuro, inundado por el olor fétido del agua con basura. Sobre un catre desvencijado, sin sábanas, entre frazadas rotosas, la chica dejó que el hombre le hiciera vivir experiencias muy fuertes. La chica hizo, sintió cosas que no hacía, ni jamás haría ni sentiría, con su novio.




lunes, 7 de octubre de 2013

El fundador inconsecuente



Tiene algo del primer José Arcadio Buendía. Mira un terreno, ve que es una tierra magnífica para cultivar manzanas.

Se entusiasma como un loco. Se pasa cuatro meses proyectando, tiempo en que abandona todo por su berretín. Aprende la agricultura, se hace experto en frutas, especialista en manzanas.

Vende todo lo que tiene y lo invierte en plantar un manzanal, construir una casa, galpones, frigorífico, máquinas, contratar gente, contratar consultor, etc.

Se dedica al tema varios años, hasta que empieza a sacar producción.









El día que mira el monte, con los árboles verdes cargados de manzanas rojas, ese día suspira de satisfacción y se va. Ha cumplido su sueño.

¿Y las manzanas?
¿La producción?
¿Los años que vendrán?
¿El progreso?
¿La herencia a sus hijos?

No piensa en nada de eso.
Se apasionó con un proyecto, lo logró y ahora espera la inspiración para otro.


Juana y Roby, en la cena


Juana:
— Con Roby nos fuimos deslizando hacia la adicción... Es el vicio de estar juntos. No nos podemos separar, no podemos estar él sin mí ni yo sin él un instante. Es como si estuviéramos enamorados, locos de amor… y sin embargo siento que ya no nos queremos como antes. O que ya no nos queremos de verdad.
Racional, Roby le responde: 
— Sí, creo que a esta altura nosotros estamos confundiendo el amor con la adicción. Siento que te quiero y en realidad lo que me pasa es que no puedo estar sin vos.
— Siempre estás celoso…
— Sí…
— A veces me parece que sucumbís a los celos, pero no me querés. Te querés a vos, o no sé a quién, pero no querés que yo esté bien. 


miércoles, 2 de octubre de 2013

El infinito está poblado de mariposas - Taller en Parador La Boca


Hoy volvió el boxeador. No tiene la mirada perdida, pero uno nota que pasa un tiempo entre el momento que resuelve decir algo y cuando finalmente lo dice. En el encuentro anterior hizo un relato brutal de los nocauts que lo voltearon. Escuchándolo, nos resultaba inconcebible que siguiera en pie —vivo.
Hoy eludió sentarse a la misma mesa con los demás escritores y se ubicó en otra. Vimos que frente a él, pegado en la mesa, en el lugar donde se apoyaría el plato, había pegado un cartelito que decía su nombre, Agapito.

Por primera vez estuvo Esther, que llegó al Parador hace dos semanas. Con inmejorable disposición Esther hizo y rehizo su historia, como si no hubiese arrancado escribiendo sino corrigiendo. Tenía la cabellera de una chica de 20 años, la forma de la cara muy característica de las que fueron intervenidas por la cirugía plástica y unos anteojos elegantes, aunque les faltaban una patilla. Como los demás, estaba allí porque era mayor de 60 años y no tenía dónde vivir. Algún equipo del servicio BAP (Buenos Aires Presente) la encontró acurrucada entre una vereda, el frío y la puerta de algún edificio público y la llevó al Parador para que tuviera dónde alojarse hasta tanto solucionara su vida. Una de las actividades del lugar es el Taller de Redacción de Historias que coordinamos, y del que participaron hoy Agapito, Esther y otros. Durante un par de horas quienes aceptan escribir, arman una historia mezclando el contenido de dos frases que les propongo, luego cada quien le lee a los demás lo que escribió y los demás escuchan y comentan.
Las frases de hoy fueron: “En la milonga María Delia no podía encontrar sus zapatos” y “Una nube de mariposas blancas cubría el pozo de agua”.

El cuento de Esther fue una historia de amor, en la que María Delia estaba desesperada por haber perdido los zapatos, siendo que tenía que regresar con ellos a su casa antes de las once de la noche, y al fin aparecía un príncipe Luis que los encontraba en un pozo.
Casi la misma historia fue escrita por otro nuevo integrante, Oscar, quien llegó en silla de ruedas, vestido pulcramente con una camisa clara, blazer de impecable azul y pañuelo rojo que asomaba del bolsillo. Se mostró culto; puso sobre la mesa un libro de logosofía y un cuaderno en el que guarda sus notas manuscritas con ampulosa letra de romántico.



Estábamos trabajando en una de las muchas mesas del gran comedor. En otras, los alojados mateaban, charlaban, miraban la televisión. Muchos, quizás la mayoría, no hacía nada. El estado general era catatónico. Sentí que el barullo de los televisores molestaba al taller y me acerqué a quienes estaban mirando y les expliqué por qué debía bajar el volumen. Nadie me contestó nada y cuando silencié el aparato, siguieron mirando la pantalla con la misma expresión vacía de antes.

También participó hoy Clara, como todos los miércoles. “Los estaba esperando”, nos dijo cuando entramos, con su sonrisa que emergía desde el fondo indescifrable en que ella se debate. Clara está en una realidad diferente, que no es posible sintonizar, salvo cuando escribe. En sus relatos el mundo de allá adentro, sus seres, sus lugares y sus luminosidades aparecen en una trama que nos los hacen comprensibles a quienes estamos afuera.
En el comienzo de la historia que escribió Clara la protagonista empieza perdiendo los zapatos, luego ve el reflejo de la nube de mariposas en la superficie del agua del pozo, y entonces en la blancura de las mariposas emerge Jesucristo, como adelantado del mundo divino que termina instalándose, formado por los —copio frases del texto de Clara— “colores en torno de la vida humana” y poblado por las “mariposas en el infinito”.





martes, 1 de octubre de 2013

Tradicional lengua china


Formidable observación sobre el tradicionalismo chino: siguen hablando la misma lengua que se hablaba hace miles de años. Cuentan una leyenda con las mismas palabras que fue inventada.






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