viernes, 31 de agosto de 2018

Fra Noi, Iva



¿Cuántos años tenía yo cuando Iva Zanicchi se puso de moda en la Argentina?
Me imprimió, como a los patitos cuando recién nacen se les imprime que lo que tienen cerca es la madre, el amor por las italianas.
Vuelvo a escucharla cantar Fra noi y todo tiene tantas fallas, el gusto tiene tantas fallas, y sin embargo, la emoción es la misma.
Entonces, la letra me parece buena.

Así es como se termina
entre nosotros

Mañana no vas a volver.
Callaste, no dabas una razón
Me dijiste "no me olvides"

El cielo estaba cargado de otoño
Pero vos andabas en el verano
Y yo, te vi salir sin mí
Te llevabas mi vida

Así es como se termina
entre nosotros

Un sueño que no volverá
Solo había dos palabras, entre nosotros,
Y se terminaron

El verano nos dejó
Así
Se acabó
Así.

º           º           º

Fra noi è finita così
Domani non ritornerai più
Tacevi, non avevi un perché
Mi hai detto "non scordarti di me"
Il cielo già portava l'autunno
L'estate se ne andava con te
Ed io, io t'ho visto andar via senza di me
Portavi la mia vita con te
Fra noi è finita così
Un sogno che non tornerà più
Soltanto due parole fra noi, tutto finì
L'estate ci lasciava cosi
È finita cosi.





miércoles, 29 de agosto de 2018

El alma de mi madre, que murió siendo inmortal


Ofrecí el alma de mi madre muerta por dormir la siesta con alguien.
Una amiga que me quiere mucho me dijo que no jodiera con el alma de mi madre.
El tema es que sí dormí la siesta con quien quería.
Y obviamente no le di el alma de mi madre a nadie, porque ¿cómo haría eso?
Entonces esa persona me contó de algo maravilloso para hacer y le ofrecí el alma de mi madre porque me llevara.
Otra vez el mismo chiste.
Me dijo, también seriamente, “dejá al alma de tu madre tranquila”.
Entonces, repentinamente, de la nada, me salió decirle que mi madre está contenta de que la recuerde. No es un alma en pena porque la quiero mucho y la agarro para la joda.
Mi madre está viva por cuanto adora que me divierta con ella.




lunes, 27 de agosto de 2018

El infinito en cinerama

Hollywood nos llena de ilusiones, naturalmente.

Ese es su cometido.
Nuestra vida se moldea, es moldeada, la moldeamos con esas ilusiones.
Queremos ser Sean Connery o tenerlo de novio.
Hollywood nos formatea con la ilusión de que a último momento llegan a salvarnos, de que el Bien triunfa sobre el Mal, de que nos encontramos con alguien y el sexo es maravilloso y gozamos explosivamente y todo funciona a la perfección.
Esto ha sido incluso motivo de varias películas de Hollywood.
Esta crítica debe haber sido expresada por primera vez hace ya un siglo —lo que habla de mi atraso, pero también de la vigencia de Hollywood.
Para que la cosmovisión, la ética, el universo sentimental, la realidad creada por Hollywood realmente penetre, es necesario que confundamos ilusión con realidad.
Luego, como creemos que todos sus cuentos son verdad, nos terminamos cargando de frustraciones al no poder realizarlos.
Ningún Sean Connery.
Quizás nos convendría aprender que en la vida las cosas son mucho mejores: ofrecen desafíos que se asumen no sólo con el sentimiento, sino con el cuerpo
Y además, duran.
No se evaporan con The End. Podemos tenerlas para siempre. Podemos hacer de ellas, nuestra vida.

Hay que saber elegir las ilusiones de nuestra vida.
En lo posible, fabricarlas uno.
En lo posible, forjarlas con los amigos.
Vivir preso de las ilusiones que nos imponen es triste.

Es mejor inventar con los amigos ilusiones que nos impulsen a hacer.
No hay que perder de vista que una ilusión quita libertad.
No hacerlas reales nos sume en un estado de castración melancólica.
Por otro lado, la materialización de las ilusiones se paga con la libertad.
Cuando la ilusión es buena, se agradece tener libertad para plasmarla.
Pero si la ilusión es de otro, cumplirla es alienarse.






 

lunes, 20 de agosto de 2018

No soy puro


 



Cuando presenté Mariposa de Otoño en San Nicolás aparecieron unas viejas amigas de mi papá y me entregaron un retrato de él.
Mi papá llegó de China en 1954, montó una fábrica y las señoras habían sido operarias.
En los últimos años me he dedicado a conocer el lugar donde nació mi papá. He restablecido mi conexión con la China de mis ancestros.
De ese empeño surgió el libro Mariposa de Otoño.
Colgué aquel cuadro en mi casa, un amigo lo vio y dijo "ahora nos colgamos de las tetas de Ping-Yip, ¿eh?"

Hace muchos años descubrí que mi apellido no era Nig sino Ng, y me lo restituí; otro amigo me amonestó "Ahora te llamás ene gé", como diciéndome “te vas a la ciudad y te olvidás del pago”.

En un tiempo empezaré a meterme con mis raíces gallegas. Es una entre tantas.
Quizás vos tenés raíces que se hunden en un solo punto, pero casi cualquiera que lee esto tiene diferentes raíces. Sólo 1 de cada 10 argentinos tiene los 4 abuelos argentinos.

¿Se diría que alguien es un traidor, porque cuando está con un lado, traiciona a los otros?

¿De dónde sale esa pureza racial que le hace a alguien sentir que soy un traidor a mi identidad china porque también trabajo mis otras raíces?

Entiendo que es inevitable sentir ese reproche contra mí.
Lo adopto, abrazo a quien lo sienta.
Y también le digo que le acaba de asomar su vena nazi.

Entonces, de un lado estoy cavando en distintos pozos del planeta, muy alejados entre sí, para tocar con mis manos la tierra de donde salen mis genes, y del otro está alguien con su jeringa para sacarme sangre a ver si soy puro.

No soy puro.

No quiero serlo.









domingo, 19 de agosto de 2018

Palabra



¿Cuál es la palabra que nombra ese sentimiento que aparece cuando el amor más tierno y dulce, el cariño más virginal y cálido le produce a dos personas la urgencia de darse masa hasta perder el sentido?



Efectos colaterales del amor



Algún provocador dijo que no existe el amor, desde que lo que hay es deseo.
Por definición los deseos no se cumplen.
La vida se construye con lo que va quedando de la gesta por cumplirlos.







sábado, 18 de agosto de 2018

Hasta acá

Un lector monumental que tuvimos en Argentina decía que en el momento en que el libro deja de atraparte, es una obligación ética no seguir leyéndolo. Que cualquier razón que se tuviera para persistir era una excusa. Que seguir leyéndolo era un insulto para el autor y para la literatura.
Quizás sacó la idea de otro genio, que entendió que salvo poquísimas excepciones, terminar un libro era un pacto miserable entre un escritor (que arrancaba el libro con una idea, pero que lo terminaba para cobrar) y un lector (que luego de leer las primeras páginas, que eran las que tenían corazón, continuaba leyendo para no desperdiciar el dinero que pagó por el libro).
El papá de una amiga extendió la máxima al cine: en cuanto la película se ponía aburrida, se levantaba y se iba.
El buen público de series hace lo mismo con las series.



viernes, 17 de agosto de 2018

Terapia de grupo



Yo fui a una terapia de grupo hace mucho. Éramos todos jovencitos. Una de las dos psicólogas que coordinaba tenía 22 años. Estaba prohibido tener sexo entre los miembros del grupo, pero al toque una que era actriz se enganchó con un villero que le gustaba Mike Oldfield y no dijeron nada para que no los echaran, pero algunos sabíamos, y después hubo otros que empezaron a tirarse onda, y al final hablábamos algo en la superficie pero por abajo pasaban osos hormigueros, mariposas gigantes, unicornios y todo tipo de chinos.



 

jueves, 16 de agosto de 2018

Los cubiertos del sueño



Una amiga me contó que amaba el ruido de las manos que revolvían el cajón de los cubiertos.
Era lo que siempre la había despertado por las mañanas de niña.
Le resultaba el sonido más íntimo y feliz: le indicaba que había una mamá, una familia, cada uno preparándose para empezar el día.
Había una vida, un tiempo que en ese momento parecía eterno pero que se acabaría, como todo.
Mi amiga me contó eso cuando vivía en un hogar de ancianos.
Un día llegué y no estaba.
Pensé que ojalá la música de los cubiertos del sueño la hubieran acompañado en el trayecto final con su apagado eco.





Agradecidos



Pueden esperarse favores de cualquiera, pero las personas que siguen agradecidas por muchos años pueden ser la garantía de que no vas a estar solo.

Efectos colaterales


"No sé para qué le hacen aprender a mi hijo los ríos de Europa, ¿de qué le va a servir si sigue Medicina o Economía? A lo mejor para una conversación, para no tener que quedarse callado pasando vergüenza y tener algo que decir. ¡Y que no diga nada!"

Nunca se sabe para que servirá lo que uno aprendió, y sobre todo no se sabe cuáles son sus efectos colaterales.
Esos efectos son los más interesantes y suelen ser subrepticios. No se los ve, porque no se los espera.
Sospecho que somos esos efectos colaterales.



lunes, 13 de agosto de 2018

Dos breves historias en el trabajo



Breve historia de oficina. Éramos el equipo de producción audiovisual de una empresa de servicios satelitales. Almorzábamos juntos. Un mediodía Rodrigo contó, no muy fuerte, charlando con Daniela y conmigo, que se había enamorado. Me asaltó la observación de cómo reaccionó cada uno. Hubo quienes no lo registraron, quienes lo miraron con curiosidad, quienes se emocionaron por sí mismos y hubo quienes se alegraron por él. Daniela lo miraba fijo, con una sonrisa de ángel y los ojos llenos de lágrimas.

Andrea, mi sobrina doctora, estaba reloca con un psicólogo. Es DIVINO, me decía. Lo estudiaba. Me dijo que estaba recontrabueno, pero que era como que él no lo sabía, y que tenía una mujer bruta, mala y estúpida, que no se daba cuenta de lo que él valía. Andrea estuvo como tres meses dando vuelta a ver cómo le entraba, y cada vez levantaba más presión. Hasta que zás. Los hizo sonar. En un consultorio, o en una habitación sin pacientes, o con pacientes, no sé, porque ya estaban los dos on fire mal. ¿Y entonces?, le pregunté. ¿Sabés que de verdad era un bobo? Tenía mal aliento, no tenía gracia, tenía un pensamiento plano. No entendía ningún chiste.

Uno a veces piensa en la vida y la verdad, no le encuentra la vuelta. Qué lo parió. Pero me parece que hay un pequeño truco. Cada día es como una puerta, que se abre a la mañana y se cerrará cuando nos durmamos. Si la vida es demasiado, podemos entrar en el día y vivirlo entregados a la calma perfecta o corriendo mariposas o prendiendo fuego el cielo, la casa y el sillón.



jueves, 2 de agosto de 2018

Pocas palabras



El lenguaje crea realidad, antes que expresarla.
Esta es una de esas obviedades que descubrimos una y otra vez, y volvemos a maravillarnos y vuelve a sumergirnos en la comprensión del mundo.
Desde "En el principio fue el Verbo" hasta la explicación de la obra de Borges que hace Piglia, etc.
Larguísimo etcétera. A cada paso encontramos esta clave.
El castellano es una lengua maravillosa, bien usado puede crear realidades en forma potente y hermosa.
Los buenos discursos[1] no son mensajes que da lo mismo decirlos en un idioma que en otro, ni son un contenido con una calidad intrínseca que se mantendrá independientemente de la manera en que se usen las palabras, o sea, se diga como se diga.
Es lo que hicieron algunos oradores de nuestra historia argentina: Alfredo Palacios, Evita, Ricardo Balbín, el Che Guevara, Hebe de Bonafini, Yrigoyen, Perón.
El discurso fue considerado —se estudió, se enseñó, hubo escritores notables que se dedicaron a ello— un género literario.
Los discursos que quedaron en la historia tienen una percepción fina de quienes escuchan, son perfectamente entendidos por todos a la vez que ofrecen guiños, complicidades y mensajes entrelíneas para quienes entienden. Apelan a la vida de cada persona del público y del público como un solo organismo. Tienen estructuras precisas; los mejores, estructuras originales. Esas estructuran llevan al público por un viaje en el que descubre datos, vive diferentes emociones, razona, comprende, utiliza su experiencia. Usa metáforas, alegorías, parábolas, paradojas, hipérboles, repeticiones: todo tipo de figuras retóricas. Cita frases, refranes y anécdotas que el público reconoce y en el momento resultan reveladoras.
Después de Hebe de Bonafini hace un tiempo, no hay nadie que sea capaz de sintetizar la realidad, habilitar en quien escucha su crítica, trazar una nueva realidad, demostrar que su propuesta es buena y encender el entusiasmo y las ganas de hacer.






[1] Me refiero a la vieja acepción, la pieza de oratorio que alguien dirigía a un público, no al discurso tal como se lo concibe ahora, como cualquier enunciado o trama de enunciados, con énfasis en su elaboración, casi sinónimo de relato, para expresar algo, ya sea en forma oral como escrita.

Un poema




Los buenos haciendo covers son la música de verdad. No veo la hora de que se pase esta época idiota de la vanidad de la autoría y la imbecilidad del divismo y volvamos a la obra; lo normal es que uno se sienta expresado en un poema que escribió vaya a saber quién y entonces dedique su vida a escribirlo una y otra vez, una y otra vez, cada vez encontrando mejor su forma, y sólo abandonarlo cuando sienta que realmente ya está y otro lo reclame de modo inapelable.