jueves, 28 de marzo de 2013

Señor Mayor Chino

Retrato de Mo Yan que ha ido mutando hacia mi padre.


Epitafio


jajajajajajajajajajajajajajjjjajaajj
todo me salió mal ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! 
pero me voy al Cielooooooo 

a hacer cagadasssssssss! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! 


martes, 26 de marzo de 2013

Adiós tío Lo Yuao



Era uno de la banda de chinos a la que pertenecía mi papá. Desde la familia de mi mamá yo miraba a mi papá y detrás de él a los otros chinos.

Por otro carril tenía una relación directa con ellos, pero esa conexión sólo existe cuando la reconstruyo hoy.

Esos chinos habían llegado en tropel a San Nicolás en 1954 para instalar una fábrica textil. La fábrica se llamaba Estela. Quizás alguien eligió el nombre pensando en facilitarle la cosa a los chinos en su momento de  aprender español.
Cuando terminaron de ponerla en marcha muchos regresaron a China y otros se quedaron, buscándole la vuelta a la forma de permear la frontera de los Estados Unidos.
Mi viejo está en Nueva York.
En cambio, algunos se quedaron en Argentina; muy pocos, menos de una docena, de los 80 que llegaron.

Mi viejo y Lo Yuao pusieron una casa de fotografía en el centro de San Nicolás. La desarmaron cuando Lo Yuao emigró a Buenos Aires. En casa recibimos una pila de objetos de la casa de fotografía, un libro de dibujo, lápices y otros implementos artísticos. Alguien me dijo que todo aquello era un regalo de Lo Yuao.
Yo ya tenía afirmada la idea de que Lo Yuao nos hacía regalos y nos quería.

Esa imagen permanecía inalterada cuando llegué a Buenos Aires años más tarde para estudiar en la Universidad y fui a visitarlo.
Me mostró que pintaba y con su exigüidad me ofreció su parentesco.
Lo frecuenté, aprendí algo de su pintura —los planos, los espacios abiertos, la soledad. Charlé con él de religión, de política.

Volví a dejar de verlo cuando me fui de Buenos Aires y otra vez lo recuperé en un nuevo regreso, veinte años más tarde. Para entonces yo andaba por los 40 y él por los 70.  Sin proponérmelo, lo visitaba como a un tío. Íbamos a comer con mis hijos y con mi hermana, cuando ella venía a Buenos Aires. Un día comencé a entrevistarlo para escribir su biografía. Fue un fuerte momento entre él y yo. Luego escribí un cuento sobre nuestra relación.

Mi amigo Camilo Sánchez leyó la biografía y se le encendieron las ganas de conocerlo. Camilo siempre se sintió fuertemente atraído por la cultura china. Conocía el I Ching casi de memoria, había tenido un maestro chino de tai chi y guardaba un arsenal de 18 versiones del Tao Te King.
Le propusimos a Lo Yuao quimeras a las que con amabilidad no se negó. Nos embarcamos, por ejemplo, en una nueva traducción del Tao. Trató de enseñarnos la  caligrafía china, luego el idioma chino. Nos quedó la noche en que se trajeó, con esa decencia y humildad de los hombres que viven la soledad en paz, para ir al casamiento de Camilo.
Y nos quedó la tarde que trazó los ideogramas que mi hijo Fernando se habría de tatuar en un brazo.
Nos quedó la felicidad que tenía cuando lo llevábamos en el pequeño auto rojo de Camilo. Correr por las calles en un auto con amigos era un plan insuperable para Lo Yuao. Una fiesta. De lo mejor que le podía pasar en su vida. Estaba feliz, contándonos chistes y disfrutando la vida como si no fuera a morir nunca. Y, cuando murió, nos quedaron también sus cuadros.

Fuimos a verlo al velorio. “Parece que sonríe”, dijo Camilo, que fue con Silvana, su esposa.

Después de que algunos paisanos chinos mandaran sus cenizas a Hong Kong, tuvimos otro sueño disparatado con Camilo, el de poner su obra en valor.
Un día invitamos a los amigos a un centro cultural, donde desplegamos en un salón mesas sobre las que apoyamos álbumes con pinturas, pinceles, tintas, libros, en fin, las cosas en las que habían fluido sus días. Fue una especie de museo fugaz, que existió de 19 a 22 de un jueves de otoño.

Con los años hicimos una revista argentina china y eso nos dió poder para convencer a la fundación de un banco de que enmarcara 30 obras y las exhibiera. La misma colección fue mostrada por un Instituto Confucio en La Plata.

Hoy vengo de presentar una nueva exhibición. Fue en una galería de arte en medio del barrio chino de Buenos Aires. Hubo algunas personas, muy pocas. Seguramente las recordaré, porque siempre se recuerdan las personas que concurren a una ocasión a la que deberían concurrir muchos y casi todos desistieron.  Hoy fue parecido al velorio de Lo Yuao.

Los días después que llevé a mi departamento, como había ocurrido 40 años antes, las cosas que dejó Lo Yuao antes de partir, jugaba con la sospecha de que su espíritu se había instalado conmigo. A la mitad de la noche se encendía solo el televisor y muchas veces sentía muy insistentemente una presencia, como se siente que alguien te mira fijo desde atrás. Luego Camilo convirtió aquello en esa superstición que es licencia poética: “el viejo nos mira”, decía.
Ciertamente, los muertos no se desprenden con ligereza de mí. Los atraigo. Se creen que si se agarran de mí seguirán vivos. Son una especie de vampiros. Empiezan el día que se mueren, convenciéndome de que no se murieron. Cuando murió mi tía Tita estuve divertido, casi burlándome del duelo de los demás, desprendido completamente del dolor. Desde afuera me habrán visto como un alienado, un negador rotundo de la muerte. Luego, el recuerdo, no, el presente, la presencia del muerto se me instala.

Tengo que dejar ir a Lo Yuao, y convencerlo de que su paso por el mundo ya terminó. Me cuesta mucho soltarle la mano, porque también es la mano de mí viejo, y del Gringo Pérez, y el Bueno Laver, y de la tía Tita, de la tía Irma, y es también las manos de otros que morirán, y es mi mano, soy yo, que ya he muerto, y me doy una pena tan entrañable muerto.
Pero tengo que enterrar a Lo Yuao. He de enamorarme de otras cosas, que sean más fértiles que un muerto.
Quiero enterrar esa tenacidad de persistir toda la vida, la lealtad hasta muerte y más allá, vencer o morir, que elige causas de antemano podridas.
Quiero fecundar con ese fanatismo absurdo, ocurrencias que resulten en vida.
Quiero dejar de probarme que puedo darme un banquete de muerte, zamparme una orgía de muertos, porque me sobra la vida, porque soy inmortal.
Lo Yuao quizás está rogándome que lo deje en paz. Quizás está rezando un Libro Tibetano de los Vivos que sacó de la Biblioteca de la Muerte, que instruye sobre cómo convencer a los vivos de que alguien murió. Quizás, en fin, yo estoy empezando a oír sus oraciones.


Buenos Aires, 22 de marzo de 2013












 

Maestro



Confucio: “de las personas que estén acá presentes, siempre va a haber uno que va a ser mi maestro”.


Devenir



Para algunos la vida es el plan.
Otros consiguen que sea surfear, o sea, el instante presente.


La inercia




Quienes pertenecemos al mundo bobo del botón —apretamos un botón, sucede lo que queremos— no comprendemos la fuerza de la inercia. Nada que valga la pena puede modificarse de un momento a otro. Incluso las mejores revoluciones necesitan, después del quiebre, varias generaciones para lavarse de gorilas y el tiempo que las cosas demanden para tomar otro rumbo. 


lunes, 25 de marzo de 2013

Agua



Innecesario 
ir a buscar el agua adónde esté
bombearla
luego trasladarla.

Innecesario

porque no hay más que
abrir la compuerta

El agua está acá
Todo alrededor
En todas partes




miércoles, 20 de marzo de 2013

En clave / Contacto con Luis Alberto Spinetta



Yo había ido a un recital de Almendra, cuando volvieron, con mi primo El Loco, pero fue Fausto quien realmente me enseñó Spinetta.

Su muerte no me pareció un acontecimiento, tal como me sucedió con mi tía Chela, Alfonsín y Mastroianni.
Hasta me irritan los que hacen duelo.
Es lo que me pasa con las muertes.
Quizás las niego, quizás ya las incorporé, como se cuentan de antemano las pérdidas de una cosecha.

Las únicas muertes que me afectan son las que sucedieron hace mucho. Cuando recuerdo que se murió el Bueno Laver me parte la pena.
Y se murió en un accidente de autos cuando teníamos 14 años.
Hace 36 años.

Quizás soy muy lento y me creo que los muertos siguen vivos.
Hace unos días hubo un problema en la familia de mi madre y le dije a ella "pedile a Irma que rece". Irma es su hermana que murió hace varios años y cuando vivía rezaba por los demás.

Ayer me vino a la cabeza el tema de Spinetta La pelicana y el androide.
A la noche lo escuché y luego toda la noche soñé con el tema.
Iba recordando la letra, fijando algunas imágenes, tratando de entender por qué Spinetta habia compuesto aquello. En el medio de las reflexiones veía una película de ciencia ficción formidable.
Aún estoy tomado por el sueño y esto que escribo es quizás una estrategia para poder salir.

Pero me pregunto por qué me habrá venido el tema a la cabeza ayer.
Pienso en esas explicaciones que apelan al espíritu, a un ángel o lo que sea, que llega para susurrar algo, una profecía, una alerta, un anuncio.
Siempre en clave.




viernes, 15 de marzo de 2013

Seguidores graffitteros de NG


No respetan las casas antiguas.




No respetan el Club Premier. Foto de los corresponsales
Juan y Loreley.




No respetan a los buenos vecinos.



No respetan el piso público, que se arregla con la
contribución de todos, che.


¡Peróp! ¡Ni respetan la nacionalidad!




DENUNCIE ESTE VANDALISMO A ng1922@yahoo.com.ar

Vic le bug






Un petit bug 
avec 
le 
camouflage 
urbain.


martes, 12 de marzo de 2013

Una buena vida, o algo así


Con mishiadura y salud descangayada pago una buena vida. Hago lo que quiero, con entusiasmo de colimba en burdel, jodiendo e inventándome que los momentos son inolvidables. Cosa que, claro, nada más se consigue con amigotes de todas las razas impresentables.





lunes, 11 de marzo de 2013

Costo de la resignación


Cada pequeña, imperceptible resignación le quita a un humano tres días de vida.

División sexual de la sorpresa



Él se queda como asombrado, colgado, impávido, perplejo, extrañado, suspenso ante cada situación, como si cada situación fuera nueva, como si viviera por primera vez cada cosa que vive. Se queda reflexivo, preguntándose tantas cosas que ni sabe qué quiere saber. Deambula por ahí, buscando respuesta, repitiéndose lo que ha pasado, regurgitándolo, rumiándolo para intentar comprenderlo, sopesarlo, aprehenderlo. Su digestión podría llevarle años, no tiene término, podrá perderse intentando enfocar qué sucedió.
Ella, en cambio, pareciera que ya vivió muchas veces cada situación que se le presenta por primera vez. Cómo si hubiera nacido con experiencia. Un vistazo le sobra para comprenderlo todo y en ese instante traza un completo plan de acción, que ya está ejecutando cuando hace el primer movimiento.

domingo, 10 de marzo de 2013

Hijos de puta



Andresito: “Mi mujer me dice que como mierda. Quiere decir que yo me recontraengancho con los hijos de puta. Los otros días un soretito me puso cara cuando entré al bar en el que trabaja de esclavo, y me mandó «no, señor, ese sector es sólo con reserva», «¿Qué reserva? ¿Dónde dice ‘RESERVA’?» Lo reputeé en ese momento, lo seguí puteando después y ahora me acuerdo y me dan ganas de bajarle todo los dientes. Lo que me parece es que él la pasa tan bien como yo, enganchado. Me tiene enganchado, con su carita de putito mersa. Esto me hace acordar a una amiga, una vez que estábamos en un pub y ella miraba a un tipo; le pregunté si le gustaba y me dijo que «obvio», que «cómo no me va a gustar... con esa cara de buen hijo de puta que tiene»”.

Qué es la filosofía




Entiendo que la filosofía es el producto de aquello que comienza cuando alguien ha dado por caduca la aceptación de que las cosas son nada más que lo que son.
Así es que se me hace inconcebible un filósofo gorila.

Con o sin correa


En la Plaza Houssay aparece claro el fenómeno de las personas en quienes vemos chorrear la bondad cuando descubrimos el amor incondicional que le tienen a sus perros. De esa esperanzadora categoría de personas hay, no obstante, una subcategoría: la que agrupa a quienes odian a los niños en general y en particular a los peruanitos boliviantios negritos que están (¡sin padres! o sea, ¡sin correa!) jugando a la pelota. Los eliminarían, se los darían a los militares.


sábado, 9 de marzo de 2013

Con unos amigotes en Brasil



Con Luis y Miguel Ángel.

Con la Señora que cocina Dulces y Cayo.


Con Martín, Luis, Oscar, Miguel Ángel.

Abbey Road con Cayo y Luis.

Con Miguel Ángel, de la hinchada del Arsenal.

Con Oscar, observando el partido los 2 DT.



Con Pedro o Grande.


Com Alexandre, já viu como o Brasil é GRANDE?

Con María José la Bailarina y Héctor.


Cuando se avivaron y nos llevaron presos con el vehículo que
encontraron por ahí.


Con Martín, Héctor, María José, Cayo y Oscar.

jueves, 7 de marzo de 2013

Uruguay



Me escuchó entre las plantas, el Bobi.




Se te vienen.




Una escucha con atención a Nico.








"¿La patita?"




Espera a que salga Nico, que está dentro.





El Uruguay.


Un pueblo que no recuerdo el nombre, donde Francis Malmann tiene casa.









Y sí, los atardeceres en La Barra. Tremendos.











 Esto fue alrededor de La Barra del Maldonado,el primer día del 2013.





















miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez



Mi facebook ha tenido una cantidad sobreabundante de manifestaciones de bronca y pena por la muerte de Chávez y algunas expresiones en contra.
Me pregunto cómo he construido mi facebook para que resultara en esa polarización despareja.
Intenté no militar el momento, pero de algún modo me siento obligado a manifestar que en un sentido Chávez me era ajeno y en otro tenía mucha afinidad con él, porque coincidí con todo lo que dijo, entendí su expansividad, compartí su idea política y sobre todo lo sentí un compañero porque él también supiera aprovechar a Fidel Castro como líder.
Ayer cuando supe de su muerte me asaltaron las ganas de llorar, pero eran por más que estas cosas.
Me parece que se muere un momento que no sé si llegó a dejar cimiento.
Hay más que Chávez. Trabajó como pudo en la dirección correcta, avanzó bastante, pero la tarea por delante es enorme. Hacen falta muchos Chávez aún y la decisión de todos los que pensamos como él.

martes, 5 de marzo de 2013

Preferencias



Buscamos entre los hombres o las mujeres quién nos gusta.
Estamos determinados a estar con un hombre o una mujer.
Sin embargo, podría ser que vayamos camino a lo que muchas sociedades primitivas, la mayoría extinguidas, lograron: tendremos sexo con alguien que nos gusta y tendremos como dato adicional que es hombre, mujer o la identificación sexual que sea, como descubrimos que la persona con la que tenemos sexo tiene varios hermanos, puede pronunciar sin problema las palabras de atrás para adelante, tiene todas las muelas del juicio, o tiene al violeta como color preferido.