domingo, 31 de marzo de 2024

Más allá de la indignación

Cuando nos juntamos, nos la pasamos llorando. Nos comentamos las malas noticias, increíbles, imposibles, que todos conocemos.

Lo mismo hacen los periodistas que no son pagados por Milei.


No queremos resignarnos a la miseria.

Ante el empeoramiento de nuestras condiciones de vida, resistimos.

Parece ampliamente dominante la actitud de sólo resistir.

Somos ante todo lamento, impotencia, castración, indignación.


Estamos en una posición que no propone algo nuevo a los demás, a la sociedad, a las generaciones que vienen.

Es apabullante la incapacidad de proponer un proyecto que se oponga al programa de la oligarquía, que está desatada.

Le estamos yendo de atrás.

No conseguimos hacer que la oligarquía sea un obstáculo a nuestro sueño. 

La ponemos en un pedestal para putearla.


Sólo le damos entidad a Milei.

No proponemos para el presente ni para el futuro algo diferente de lo que perdimos en las elecciones que él ganó.


La reacción general de quienes queremos una vida digna para toda la sociedad es la de conservar lo que nos queda del pasado.

Nos hemos vuelto unos conservadores.

Queremos conservar lo que hizo Kirchner en el pasado, basado en lo que hizo Perón en el pasado anterior —y hasta queremos conservar lo que obtuvimos en el pasado con Fernández, de quien renegamos.

Es como si no tuviéramos fuerza, ni ideas, ni recursos para construir algo nuevo.

O como si nos hubiéramos enamorado de estar en el piso, puteando a Milei allá arriba.


En esta escena, nos están sacando lo que tenemos porque no tampoco estamos pudiendo resistir bien.

Para resistir hay que existir, y parecemos una masa de individuos y grupos atomizados, sin capacidad de proponer algo.

Somos como un equipo de fútbol o un boxeador que sólo se defiende.

Tenemos una energía descomunal para resistir. Tenemos una tradición, mártires, acontecimientos heroicos que fundamentan, avalan y nutren nuestra capacidad de resistencia. Esa épica habita el espíritu de más de la mitad de los argentinos.

Y no hay manera de que podamos superar este momento sin esa resistencia magnífica que nos dignifica, nos dice quiénes somos y causa respeto afuera del país.

Sin esa fuerza, nos entregaríamos sin luchar, como corderos, como cobardes que no merecen el pasado que tenemos.

Sin embargo, si el único plan es defender lo que tenemos, estamos destinados a perderlo.


Como la resistencia es pasividad, lloramos, nos indignamos, nos desesperamos, nos deprimimos.

Así pasivos, le dejamos toda la realidad a un mamarracho que abre puertas y ventanas para que entren los monstruos.

Los monstruos nos sacan lo que queríamos preservar, nos corren para quitarnos todo y destrozarnos, cagan en nuestra comida, les dan armas a los pobres para que trafiquen droga y se maten entre ellos y maten a cualquiera, van creando las condiciones para que nuestros hijos se prostituyan y ellos puedan violarlos.

En la dictadura, ya vimos lo que son capaces de hacer.

Entonces nos indignamos más, nos desesperamos más, nos deprimimos más, comenzamos a suicidarnos.


Tenemos el desafío de superar la pena, la depresión, la autocompasión, la impotencia y la indignación.


También podemos aceptar que no es posible una superación.

Si consideramos esa posibilidad, tal vez podamos tomar una decisión: no hacer nada, esperar que el que haga sea otro, intensificar la impotencia, matarnos.


Pero si queremos superar este estado infame, dado que la soledad desanima y estar con otras personas nos estructura, nos compone, nos contiene y nos potencia, juntémonos con otros. Para esto, ayudan las rutinas.


Mucho de lo que queremos conservar ya está perdido.

La ESI está perdida. El cine está perdido. El Plan Kunita. Los beneficios a los discapacitados. El soporte de la agricultura familiar. Los talleres de producción cultural. Conectar igualdad. Télam, la TV Pública, el Canal Encuentro. El sostén de los organismos de derechos humanos. El programa Potenciar Trabajo. El Programa Procrear. El Ministerio de las Mujeres. 

Está perdido ahorrar, tender puentes con otros países de América Latina, tener vacaciones, que nuestros jóvenes tengan experiencias en otros países, comprarse una casa, que a cualquiera que ponga un taller mecánico o una fábrica de alfajores le vaya bien.

Están perdidas empresas estatales estratégicas como YPF, Aerolíneas Argentinas, ARSAT.

Están perdidos miles de empleos.


Nos aferramos a todo eso.

Chillamos para conservarlo.

Lloramos para que no nos los arranquen.

Pero ya los perdimos.

Milei ganó, tiene poder y usa el poder para destrozar ese mundo que era nuestro mundo.


Hay que aceptar la pérdida.


Ahora bien, aceptada la pérdida, conviene ritualizarla. 

Esto requiere hacer un funeral, en el que se mira al cadáver.

Luego tenemos que padecer un duelo, en el que se comprende qué perdimos, por qué, qué consecuencias tiene, qué nos pasa.

Finalmente, podremos distinguir cuál era la fuente que creó lo que perdimos.


Perdimos los Centros Integrales de la Mujer, pero seguimos pensando que a las mujeres no se les levanta la mano.

Perdimos todo control sobre los precios de la comida, pero seguimos pensando que todas las personas tienen derecho a la comida.

Perdimos contra un energúmeno que dice que la justicia social es abominable, pero la justicia social está en nuestra sangre.


Una vez que paguemos el precio de la derrota y aceptemos que lo que está perdido, ya no está, entonces podemos reconstruir, resucitar, generar algo hermoso y gigante, hecho con el material del que estaba hecho lo que perdimos.


Tenemos que construir un sueño con los fundamentos que generó lo que perdimos.

Estamos siendo sometidos a un “cambio cultural”, entonces tenemos que revolucionar la basura que nos imponen y levantar un sueño con los deseos que tenemos adentro.

Deseamos vivir en paz, deseamos tener una vida buena, calentitos en invierno, fresquitos en verano, cumpleaños de los chicos, los viejos bien, trabajar de lo que nos gusta, andar en bicicleta, poder ir al médico y comprar remedios, reírnos, asados los domingos, leer un buen libro, ir a la cancha, tener un gato, bailar, que nuestros hijos tengan un futuro, poner la casa linda, disfrutar de la Naturaleza.

Amamos la Argentina, vimos ese amor en las calles cuando ganamos el Mundial. Queremos tener una Argentina que disfrutemos todos. Sobran los recursos.

No nos falta un sueño.


Pero sí nos falta la convicción, la fe, en que podemos liberarnos de la porquería en que nos entrampamos y ponernos a construir lo que deseamos.


Parece que lo más difícil es permitirse desear.

Deberemos recurrir a diferentes estrategias para levantar el bloqueo del deseo.

Levantar ese bloqueo es una tarea muy ardua, porque el bloqueo está implantado en un lugar casi inaccesible y es extremadamente eficaz. 

El bloqueo actual fue creado por la dictadura del 76 con la tortura, el asesinato, el robo de bebés y todo tipo de bestialidades a modo de una didáctica diabólica.

Néstor Kirchner rompió el bloqueo unos años, con lo cual demostró que es posible hacerlo, y es posible construir algo hermoso. Pero luego la oligarquía, ayudada por nosotros, lo reconstruyó.

El segundo presidente que se atreve a romperlo es Milei, pero lo hace en la dirección del bloqueo, de modo que termina fortaleciéndolo. Milei no habilita otro deseo que el de destruir.


La desarticulación del bloqueo para desear puede pensarse mediante la figura de robarle el fuego a los dioses —Milei violentó la entrada al espacio de los dioses para devolverles el fuego en forma de hoguera en la que se queman millones de argentinos y para entregarse a que los dioses los sodomicen.

Para robar el fuego hay que desearlo. Con sagacidad, la oligarquía, además de fortalecer la seguridad de los muros que la protegen, dinamitó el lugar donde deseamos. Con la dictadura nos enseñó que desear el fuego de los dioses es indefectiblemente penado con el infierno sobre el cuerpo propio y de las personas queridas. 

Así, la oligarquía puso una bomba en el corazón donde se gesta el deseo.

Lo que creó la oligarquía no es una cultura que sublima el deseo, sino una trampa que impide que el deseo surja.


Podríamos empezar por poner una pausa a esto. 

El deseo surge del vacío. Es diferente a la reacción que tenemos cuando nos amenazan.

El deseo es activo, mientras que la resistencia que tenemos ahora es pasiva. Resistimos como reacción, porque nos atacan.

El deseo aparece en otro momento.

Convendría crear ese momento, charlando y pensando con otras personas. 


Estamos sumidos en el mundo atlántico de los imperios coloniales, al que se lo está comiendo el cáncer de la distopía.

Esto explica mucho de las cosas que nos pasan.

Algunos insistimos en hacer contacto con otras realidades —hubo precursores que empezaron en el siglo XIX; en las décadas de los 50 y 60 una cantidad de artistas e intelectuales hicieron de esto el hipismo; siempre hubo alguno que se maravilló y logró comunicar otros modos de vivir, como los músicos que estuvieron en África, desde Brian Jones, Peter Gabriel, Paul Simon, Stewart Copeland; en América Latino hay tradiciones de escritores, músicos y otros que bebieron de las raíces precolombinas.

Mirar en este momento a los sectores del mundo que no están siendo devorados por la distopía, puede tener dos efectos constructivos: por un lado, comprobar que la distopía no es inevitable; por otro, comprender que se puede vivir de una manera distinta.

Por ejemplo, observar a Rusia, a China, quizás a algunos países balcánicos, del Sudeste Asiático, de Asia Central o el universo musulmán, puede generar la idea de que el patriotismo podría llegar a ser una fuente de inspiración importante.

Un patriotismo nuevo, que elaboraríamos con nuestros recursos enriquecidos en el contacto con otros patriotismos.

Esa era la intención de la Tercera Posición y del Movimiento de Países No Alineados.


Quizás otra manera de hacer una pausa es escuchar a los jóvenes. 

La brecha generacional es muy profunda.

No veo que estemos observándolos, comprendiéndolos, dialogando con ellos.

Más bien, creo que tenemos el síndrome de los pobres profesores exhaustos porque tienen que trabajar en tres o cuatro escuelas, y vemos a los jóvenes, como “ellos” sin distinguir diferencias, como si fueran una raza homogénea, como si todos fueran iguales.

Como si los consideráramos a todos iguales y aborrecibles.

Los odiamos porque nos incomodan. 

Entonces quedamos los adultos, indignados, llorando porque nos quitan lo nuestro, y expulsando de entre nosotros a los jóvenes que no imitan nuestra impotencia rabiosa.

Así, nos encanta acusar a los jóvenes de que son los que sostienen a Milei.  

Convendría aceptar la posibilidad de que haya aspectos muy buenos, extremadamente buenos, incluso geniales entre los chicos.

Que, por lo demás, son los dueños del futuro. 

No vamos a poder superar el fracaso que nos atrapa si no ponemos el alma en el futuro. 

En este momento, tenemos el alma en el pasado, para conservarlo, mientras que el futuro son estos chicos que no estamos apreciando bien.


31 de marzo, 2024.




martes, 26 de marzo de 2024

Coyuntura - Maleducados

 “Mi educación fue interrumpida a los seis años, cuando me mandaron a la escuela”.

¿De qué educación hablaba?

Aunque nos reímos y reconocemos que la frase tiene algo de verdad, salimos a protestar si un gobierno anuncia su intención de desfinanciar la educación.

Un sentido común reconoce la formación ética de la escuela. La formación dota a los alumnos de valores y de un sentido de la vida. Hacer las cosas bien, ser mejores, terminar lo que se hace, luchar por lo que se cree que está bien, ser justos, no robar, respetar, cumplir con las obligaciones, hacer los deberes.

Principios.

Aquello que, si se pierde, cualquiera puede hacer cualquier cosa y queda impune.

Nos parece bien, necesario, que los adolescentes se rebelen, pero hasta un límite. Un límite de lo que pueden hacer —si con otros adolescentes rugbiers matan a un pibe, se pasan de la raya—, y de cuánto tiempo serán adolescente —si sigue rebelándose contra todo a los 35 años, no está madurando.

Bueno, acá están todos estos líderes que cruzan la raya. Que matan, que se cagan en los acuerdos de la convivencia, que tiran abajo lo que creíamos que habíamos convenido para siempre: el rechazo al racismo, el rechazo a gobiernos que torturan y asesinan en masa, la igualdad de la mujer, el respeto al estado de derecho.

Y pareciera que no tenemos capacidad de reacción frente a esto. Le pegaron un tiro en la cara a una defensora de la institucionalidad y la negamos dos veces antes de que el gallo cantara tres. Así fue asesinada la institucionalidad democrática instaurada en 1983. Luego, en la marcha del 24, nos sacamos selfies como en un picnic.

sábado, 16 de marzo de 2024

Los árboles

Mi amiga Silvina y su compañero Pedro usaron sus ahorros para comprarse una casita pequeña pequeña en un lugar bastante lejos de Buenos Aires. 

Hay que tomar el tren, viajar 40 minutos y después esperar el colectivo, que medio pasa cuando quiere y que llega hasta unas cinco cuadras de la casita. No es tan fácil llegar.

No es tan fácil llegar, pero allá está la casita esperándolos, paradita, amarilla, pequeña.

En medio de un terrenito donde Silvina plantó un fresno, un álamo, una planta de mandarina y un limonero.

El fresno se fue para arriba como un campeón, y al álamo, que es un álamo plateado, se le cayeron las hojas, pero el tronco está saludable.

También crece con vigor juvenil el arbolito de mandarina, al que no le importó en absoluto una inundación.

En cambio, el exceso de agua parece haber afectado al limonero, que no murió pero tampoco cambia. Quedó como en un estado de latencia.

Cada vez que va a la casa, Silvina pasa mucho tiempo con sus árboles. 

Se compró algunas herramientas de jardín, mira en su celular algunos consejos que ofrecen otros amantes de los árboles como se ha descubierto ella, está juntando bosta de caballo con la que prepara abono.

Al fresno lo curó de pulgones. Al limonero le dedica un amor especial (parece que algo significa el limonero para ella).

Son todos arbolitos chicos. Arbolitos niños. Pero el álamo se hará enorme. Crecerá hasta la altura de un edificio de dos o tres pisos. Y el fresno también será un árbol grande, y el árbol de mandarina y el limonero se llenarán de flores blancas en la primavera.

El limonero, tan cachuzo como está ahora, un día aparecerá decorado con una muchedumbre de limones de oro que brillarán como soles, y Silvina los mirará y llorará de amor.


Porque todo esto pasará.





martes, 12 de marzo de 2024

La médium

Era una familia supersticiosa. Todo el tiempo buscaban en la realidad signos de otra realidad. Nada los entusiasmaba tanto como la ocurrencia de que un pájaro que se metía en la casa era el anuncio de que alguien quedaría embarazada, o de que la enfermedad de un niño era producto de la maldición que alguien le había echado a su madre.

No era extraño que varios de ellos practicaran el espiritismo. Lo hicieron durante toda la vida. Fue así que alguien descubrió en una muchacha que trabajaba de mucama, dotes de medium.

La muchacha obedeció a su patrona y también se complació en tener un reconocimiento mayor que el ser una sirvienta.

Su agente la introdujo como medium en las sesiones de espiritismo, con bastante éxito y más tarde comenzó a llamarla a su casa y convocar a personas que tenía algún problema. Entonces le pedía a la muchacha que se concentrara y le dijera que veía en la persona.

Quienes iban cada vez salían más impresionados y la muchacha cada vez estaba más segura de que la señora tenía razón y ella realmente veía más allá. 

Sus visiones la asombraban, más aún cuando las personas le confirmaban, también azoradas, que les decía cosas que nadie sabía, y más aún todavía cuando profetizaba circunstancias y hechos que con el tiempo se cumplían.

Una tarde la señora convocó a su sobrina Micaela, y la muchacha le dijo que en su interior vivía el espíritu de un artista gigante, alguien que vino a este mundo para sembrar algo que cambiaría todo.

Le dijo que tenía que pintar —Micaela le dijo que muchas veces pintaba— para que el espíritu pudiera hacer su obra.

Con la voz de otra persona, la muchacha le dijo a Micaela: “ahora tenés un sentido en la vida”.



Lista de personas con quienes uno quiere estar

Ariel podría ser una lista con los deseos que lo mueven a estar con las personas con quien más quiere estar:

Su esposa Alicia.

Su amigo Manuel.

Su amigo Beto.

Su hijo Pablo.

Su amiga Miriam.

Su compañera de trabajo Eduardo.

Su sobrino Esteban.

Su amigo Fernando.

Y otros. 


Eficacia del lenguaje oral

Para traducir del idioma chino al español debería tenerse en cuenta la observación de Borges de que sólo las palabras del lenguaje oral tienen eficacia. 

Decía que no la tienen todas las palabras de diccionario. Por ejemplo, la palabra “azulado”, “azulino”, “azuloso”. “Azulado” es una palabra que el lector acepta, pero “azuloso” no. Va en la dirección contraria de la que piensa el lector.


lunes, 11 de marzo de 2024

Coyuntura - Eliminamos los parásitos. ¿Y ahora?

Esta semana lloverá todos los días. 

Rosario se hace invivible. 

En marzo y abril la gente de todo el país comenzaremos a sentir que nos están sacando todo. 

Y que eso no tendrá fin. 


En el verano viejo aparecen estas semanas de lluvia y ya se instala el frío y las nubes para siempre, y luego comienza la muerte. 


Si no disfrutamos con la muerte, conviene pensar en un plan.


Quiero tener fe en que los argentinos resisten los embates de la oligarquía perversa, mugrienta, violenta.


Los argentinos se levantaron una y otra vez, como con Irigoyen, con Perón, en el Cordobazo, contra la dictadura del 76, contra la infamia del final de los 90.


Es cierto que esos movimientos fueron al final doblegados. La dictadura del 76 triunfó, con cada ataque, la oligarquía ganó metros.

Desde hace por lo menos medio siglo, después de cada batalla, salimos más debilitados y maltrechos que antes.

Pero no nos despedazaron, como era su intención.


Quiero tener fe en que no nos van a despedazar tampoco esta vez. 


Ahora nos están dando una puñalada profunda.


Salvo las feministas, no hemos sabido ponernos firmes con un futuro. Hemos perdido el sencillo y pacífico paraíso familiar de que los viejos estén tranquilos, de tener un trabajo, hacerle el cumpleaños de quince a la piba, una casita y un auto, saber que un argentino ha sido premiado, asado el domingo, leer un buen libro, ver un partido de fútbol, tener el descanso de unas vacaciones, el sueño de que los chicos cumplan sus deseos.

No aspiramos los argentinos a ser dueños del mundo ni a un progreso espectacular que se consigue con guerras y conquistas.

Sin embargo, hemos tenido representantes que le dieron la espalda a nuestras modestas aspiraciones, y así en la última década la derecha se adueñó del futuro. 


Sin embargo, con Milei está demostrando que no sabe qué proponer para ese futuro, salvo rabia.


Es evidente cuánto le debe el triunfo de Milei a la necesidad de terminar con un statu quo miserable, con un esquema de poder mezquino, inútil a la hora de representar los intereses de toda la sociedad. Pero ¿cuál es la utopía de Milei?


Se habla de la aspiración individualista, la ilusión de los veinteañeros de hacerse millonarios con bitcoins y desarrollando videojuegos. El individualismo es una fuerza poderosa, pero no es un sueño para toda la sociedad.


Sí ha sido un sueño liberarse de los inútiles, de los parásitos, de la manera en que fuera —aún sabiendo que convocaríamos parásitos mayores, más voraces, más criminales.


Había que cambiar. Pero ¿y ahora?


Necesitamos tener fe en que surgirá un sueño y en que tomen forma las maneras de proponerlo.


Necesitamos pensar qué será bueno para nuestros hijos y, contra el viento y marea de estos monstruos, empezar a construirlo. 


domingo, 10 de marzo de 2024

Tres de nosotros



2 genéticamente chinos.

1/2 genéticamente argentino. 

genéticamente china.

1/2 genéticamente argentina.

genéticamente medio chinos. 

genéticamente medio argentinos. 

3 humanos.

Haien Qiu, china de Rada Tilly; Vero Chen, china de Buenos Aires; Gustavo Ng, chino de San Nicolás.

jueves, 7 de marzo de 2024

Que no envidien

Un cuadro no puede causar nada. Otro puede cambiarte la vida.

Esto demuestra que el espíritu crea la materia.

No es necesario que haya otra ni más relación que esta entre arte y política.

Hace unos días el artista Daniel Santoro charló con un grupo muy variado de militantes peronistas en el CEDI.



Despotricamos contra el progresismo que se sumó al gobierno de Kirchner y ocupamos lugares centrales en los gobiernos de Cristina.

Expusimos nuestra bronca por el modo en que se ninguneó olímpicamente a las personas evangelistas, en tanto eso era una muestra de cómo no se gobernó para todo el pueblo.

Los evangelistas de hoy son las cabecitas negras de Eva Perón.

Santoro aprecia el poder más que revolucionario, el poder imparable, desatado, incontrolable de Eva.

Nos recordó que ella despertaba fuerzas que nadie se atrevía ni aún se atreve a convocar. Decía que había que hacer un país en el que ningún chico pobre envidiara al hijo de un oligarca.

Eva hablaba de envidia. Es decir, no hablaba de necesidades básicas, comida, ropa, vivienda, salud, sino que hablaba de deseos.

No se trata de satisfacer necesidades sino de cumplir deseos.

Este punto de vista permite comenzar a entender por qué los pobres apoyan a Milei.

Y desde ese punto de vista quienes quieran gobernar como representantes del pueblo, deben saber desde adentro, mejor que ellos, qué desean los evangelistas. Y qué desean los terraplanistas, los gorilas, los gendarmes y los que hacen delivery.

Y también los tilingos del progresismo.


martes, 5 de marzo de 2024

Coyuntura - Es propicia la solidaridad

 Muchos de ustedes están familiarizados con la “doctrina del shock” y ya han comprendido que las bandas saqueadoras de Argentina (otra que “casta”) están usando a Milei para crear el shock en este momento.

En el libro “La doctrina del shock” Naomi Klein cuenta que Milton Friedman “aprendió lo importante que era aprovechar una crisis o estado de shock a gran escala durante la década de los setenta, cuando fue asesor del dictador general Augusto Pinochet.”

Relata que los chilenos "no sólo estaban conmocionados después del violento golpe de Estado de Pinochet, sino que el país también vivía traumatizado por un proceso de hiperinflación muy agudo” y en ese contexto Friedman le aconsejó a Pinochet que impusiera un paquete de medidas rápidas para la transformación económica del país. Esas medidas eran reducciones de impuestos, libre mercado, privatización de los servicios, recortes en el gasto social y una liberalización y desregulación generales.

Así, por ejemplo, “los chilenos vieron cómo sus escuelas públicas desaparecían para ser reemplazadas por escuelas financiadas mediante el sistema de cheques escolares.”

Klein cuenta que “Friedman predijo que la velocidad, la inmediatez y el alcance de los cambios económicos provocarían una serie de reacciones psicológicas en la gente que «facilitarían el proceso de ajuste». Acuñó una fórmula para esta dolorosa táctica: el «tratamiento de shock» económico. Desde hace varias décadas, siempre que los gobiernos han impuesto programas de libre mercado de amplio alcance han optado por el tratamiento de shock que incluía todas las medidas de golpe, también conocido como «terapia de shock».”


El shock deja a las personas sin reacción.

Los criminales violan nuestras vidas impunemente.

En la sociedad argentina se ha cultivado una resistencia que ha soportado o se ha superpuesto a shocks como la dictadura del 76, las hiperinflaciones y otros.

Conviene involucrarnos en esa tradición.

Parte de la parálisis en que nos deja el shock es la desactivación de nuestra solidaridad y sentido de la decencia de atender a personas que tenemos cerca y están en problemas.

(Claro que todos estamos en problemas, pero la solidaridad es justamente el gesto hacia otros, no hacia nosotros; es decir, la solidaridad no es ayudar sólo cuando uno está bien, eso es dar lo que a uno le sobra, la caridad, él “primero yo”. La experiencia enseña que el bienestar propio surge de dar a otro, no de darse primero a sí mismo).

 

Las bandas que hegemonizan el poder en Argentina cierran Télam.

¿Alguien siente que no es asunto que le compete?

Pues entre nosotros hay gente que quedan en la calle.

Nos tocan a todos, no por voluntad de tirar un eslogan, sino en la realidad.

Es una oportunidad de solidarizarnos.

Conviene no mirar para otro lado.

Podemos empezar pensando por qué no queremos que destruyan Télam.

Pensar para qué sirve una agencia de noticias del Estado.